Días 1.138 a 1.143 (26 al 31/12/12): El cocodrilo y el cervatillo

EL COCODRILO
Leabon es un motu de las islas Hermit que no está nada mal para vivir, sobre todo siendo un cocodrilo. También conocido como la isla de los pájaros, hace honor a su nombre y allí anidan miles de aves, tantas que cubren el cielo cuando vuelan, los árboles cuando se posan o las playas cuando toman el sol y retozan sobre la arena.

Con tanta algarabía siempre hay un descuido, un polluelo que cae de un nido o un huevo fresco puesto al alcance del reptil. A pesar de superar los 4 metros de longitud el cocodrilo es más rápido de lo que parece, su especialidad es cazar al acecho manteniéndose completamente inmóvil hasta el momento adecuado, su aspecto le mimetiza con un tronco de los muchos que llegan a la orilla, pacientemente analiza sus presas, a veces durante días, pero una vez llegada la hora es implacable, difícilmente se le escapa un objetivo bien estudiado.

Además de ser un buen sitio para comer, Leabon es un islote bonito, pequeño (150 metros de largo por 75 de ancho), con una playa de arena blanca que lo rodea por completo, tupida vegetación ecuatorial en su interior y numerosos árboles que despuntan en todas direcciones. A su alrededor las aguas son poco profundas, con fondo arenoso en el lado que da al lagoon, lo que proporciona un colorido turquesa, y fondo coralino en el lado mar abierto. La vida florece sobre el coral, que además de proporcionar sus propias formas y colorido, es el caldo de cultivo para infinitas especies de invertebrados y peces. La frontera con el océano es un muro que cae en vertical desde los apenas tres metros hasta el infinito azul de los más de trescientos metros, si trasladáramos esta pared a un acuario seria digna de un museo de ciencias, pero no daré ideas, porque de este modo el cocodrilo se quedaría sin uno de los paisajes que más le gusta contemplar.

La vida del cocodrilo es más bien tranquila, pocas cosas afectan a su ritmo vital, y solo una le hace cambiar de entorno, la presencia de esos seres ruidosos que caminan sobre dos patas. No le gustan, a pesar de no tener ningún depredador que le amenace su instinto le dice que es mejor ocultarse de ellos, ningún animal llega a hacerse grande de no ser extremadamente precavido. De vez en cuando llegan chapoteando sobre unos troncos, él los puede detectar a mucha distancia, en estas ocasiones lo mejor es nadar hasta la vecina isla de Luf y ocultarse en el manglar, allí se siente a salvo.

Hoy sin embargo algo diferente llegó a su islote, un enorme tronco blanco que rugía mientras se movía. Comenzó su maniobra de evasión, pero curioso se volvió y quedó inmóvil para ver lo que sucedía. Cuando el tronco dejó de rugir de él saltaron seres bípedos, pero con un aspecto distinto a los que había visto hasta ahora: piel de color de las gaviotas, e incluso más ruidosos y torpes a la hora de moverse en tierra o mar. Andaban por la playa claramente visibles, observando descaradamente todo. Poco van a cazar así -pensó el cocodrilo-, no hacen más que espantar las posibles presas. Al cabo de un rato comenzaron a gritar, señalaban sobre la arena, allí donde el cocodrilo había estado por última vez, contemplaban sus huellas y se exaltaban por ello.

En ese momento el cocodrilo lo tuvo claro, nadó más rápido que nunca hacia el refugio de su manglar, nada bueno se podía esperar de criaturas que se comportan así.

EL CERVATILLO
Aunque parezca extraño los de su especie habían vivido allí desde hace muchos muchos años, en lo más denso de la jungla que cubre las principales islas de las Hermit; En otros tiempos el Noreste de Papúa Nueva Guinea fue colonia alemana, y éstos, con disciplina germánica, introdujeron ciervos procedentes de los bosques de su país en todas aquellas islas y atolones que encontraron, para dotar de comida a posibles náufragos o en caso del inicio de una explotación de copra (coco seco). La isla de Akib, una de las tres islas principales, tiene la forma de una estrecha y alargada bota con tacón, su impenetrable vegetación es el refugio perfecto, o casi perfecto, para estos animalitos.

Numerosas especies de árboles solapan sus copas tan estrechamente que los rayos de sol apenas pueden llegar al suelo. Con tanta sombra y humedad la vegetación crece implacable hasta ocupar cada centímetro cuadrado de tierra. Brotes tiernos, hierbas y tubérculos son un sabroso alimento. La lluvia es tan frecuente que no faltan charcos o arroyuelos en los que beber. No hay muchos peligros, sencillamente hay que mantenerse apartado del manglar para no ser engullido por un cocodrilo, no comer nada raro, y sobre todo huir cuando se huele o se oye a los humanos, según aprendió de su madre la especie más peligrosa de cuantas se pueden encontrar en su hábitat, no hay más depredadores.

Al cervatillo no le gustaba nadar, era un medio en que se sentía torpe, sin embargo pasear por el borde entre la selva y la playa era una de sus principales aficiones, allí podía contemplar el horizonte, islas lejanas, un mar que a veces se rizaba con el viento, un paisaje tan distinto de la miope visión del laberinto de plantas y arbustos.

A veces veía los peces saltar, y se preguntaba que sería aquello; otras los humanos pasaban remando en pequeñas canoas frente a la costa, en ese momento se quedaba inmóvil tratando de mimetizarse con el entorno, ante el menor síntoma de aproximación o movimiento extraño se lanzaba a la carrera por los intrincados pasadizos entre la selva que solo los de sus especie conocían. Afortunadamente en Akub no vivía ninguna de aquellas criaturas que constituían su principal amenaza, y cuando esporádicamente desembarcaban en la isla rara vez penetraban en su interior, en general se quedaban en costa.

Durante los últimos días el cervatillo tenía una mala intuición, había un movimiento fuera de lo habitual, unos humanos que no había visto nunca pasaron en un artefacto flotante frente a las costas de su isla, desde su llegada varias expediciones de nativos habían puesto en guardia a sus congéneres, aunque tras observarlos se dieron cuenta que únicamente estaban cazando cangrejos del cocotero, pescando en sus proximidades o recogiendo cosas por la playa.

El presentimiento era más intenso hoy, y es que aunque el cervatillo no lo sabía, era Nochevieja, la víspera de año nuevo. Ensimismado en sus pensamientos caminaba tranquilamente por el bosque hasta que oyó agitarse unas ramas, se quedó inmóvil, tratando de detectar de que se trataba y pasar desapercibido a la vez, en el momento se dio cuenta ya no pudo reaccionar, estaba rodeado por humanos, trató de huir a la desesperada, pero mientras trataba de hacerlo una flecha le atravesó el cuello, las patas se le doblaron sin fuerza, cayó al suelo a la vez que veía como le rodeaban caras que observaban fijamente, un segundo después notó una llamarada de calor bajo la garganta y todo terminó, el cielo de los cervatillos le esperaba, mientras que su cuerpo sería el plato especial de la cena para la celebración de la llegada del nuevo año.

Sed felices

Kike

PD: mis mejores deseos para todos vosotros en este nuevo año que comienza, disfrutad de la Nochevieja y empezad 2013 con unas buenas risas, son terapéuticas y atraen a la buena suerte.

4 Comments

  • Hola guapisimooooooo….Kike tus relatos como siempre son preciosos y alucinantes(espero que algún día todo esto que escribes este en un libro,yo lo compraría y estaría entre mis favoritos),como ese lindo cervatillo que se ofreció como sacrificio para celebrar ese año nuevo con todos ,,así creo que todos morimos y renacemos con mas fortaleza cada año ,con una nueva vida por delante con nueva ilusiones y sueño que nos inspiran a trabajar mas ya seguir adelante ,a mi m inspira a luchar con mas ganas por mis sueños y disfrutar mucho masssssss de esta linda vida…….un abrazo muyyyyyy fuerte para ti y todos los lindos tripulante del Bahari,,,,FELIZZZZZZ AÑO NUEVOOOOOOOOO¡,¡,¡,¡¡¡¡¡¡,

  • Hola Kike,
    Ahora tu relato esta perfectamente parecido a una edicion del siglo XXI de DARWIN en su «Voyage of the Beagle». Tendras que cambiar el nombre en «THE VOYAGE OF THE BAHARI».
    Lo que te falta encontrar todavia es el Comodor, especie de crocodilo exclusivo a una isla de Indonesia!
    Me gusto imemsamente tu relato.
    Abrazo,
    Francis

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