Días 921 a 926 (23 al 28/5/2012): Historias de Tikehau

DE LA “PATATA” AL PLATO…
En un lado de una granja de perlas abandonada, a un metro de profundidad, existe una magnífica “patata” (como comúnmente se llama a las cabezas de coral). Está completamente orientada hacia el Oeste y en su cumbre existe una preciosa cavidad. No hacía falta nada más para que pulpito, que pasó por allí por casualidad, decidiera instalarse para contemplar la puesta de sol y pasar una agradable velada. Pero la vida es cruel. Un gladiador oceánico que estaba en las proximidades descubrió su maravilloso escondite. El idílico paisaje se transformó rápidamente en un infierno. De repente, multitud de humeantes manchas negras cubren el fondo marino. Un drama sucederá en el centro de la escena. Puñal en mano, arpón en la otra, el agresor se ensaña. Pulpito esquiva, escupe, trata de quitar las armas a su verdugo con sus tentáculos. Fue una pelea sin piedad, solo uno de los luchadores podía quedar vivo. El momento de gracia llega. Con mano firme, el cazador agarra tres de sus tentáculos, los enrolla entorno a su antebrazo y tira potentemente para extirpar a Pulpito, desfallecido, de su agujero. Al instante siguiente, le retuerce la cabeza. Es el fin… La continuación es sabrosa: agua hirviente, aceite de oliva y pimentón, pero esto es otra historia. Moraleja: los lugares más bonitos no son siempre los mejores, sobre todo cuando eres un pulpo…
MANTAS RAYA, SEGUID VUESTRO CAMINO
En otro lado de la misma granja de perlas abandonada, durante una mañana soleada, algunas aletas hacen su aparición a ras de agua. No hay duda, las mantas están aquí. La tripulación del Bahari, felices testigos del espectáculo, no se lo piensa: gafas de buceo y tuba, todo el mundo se zambulle. La escena es increíble, un ballet de mantas raya, al principio dos, luego tres y hasta cuatro en el mismo campo de visión, a pesar de un agua turbia. Posiblemente son 5 ó 6, o más, su talla varía entre 2 y 3 metros. Dibujan un círculo, lentamente, partiendo de un fondo arenoso a una profundidad de 10 metros, para venir a frotarse contra la pared de coral, hasta su parte superior, en el límite del agua. Su movimiento es grácil, su trayectoria parece inmutable, previsible. Los espectadores se sitúan inicialmente en el centro, y después claramente en su camino. Permanecen inmóviles esperando que den una y otra vuelta. Las rayas se desplazan siempre despacio, con elegancia y majestuosidad, rozan estos extraños obstáculos con forma humana en cada pasada, sin tocarlos nunca, ajustando su trayectoria justo lo necesario, siguiendo el principio del mínimo esfuerzo. A pesar de su imponente talla, las mantas controlan el espacio disponible al centímetro. A menudo se paran, situándose frente a los buceadores, justo bajo, encima (en caso de inmersión) o detrás de ellos, pero nunca a su lado, como para preguntarles lo que han venido a hacer. De esta forma es posible que seres que no tienen realmente nada en común pueden cruzar sus caminos para pasar un buen momento juntos. Tras un espectáculo de varias horas la tripulación se retira, y cada ser retoma su rumbo.
UNA INMERSION ALUCINANTE
Hace mal tiempo, el viento sopla con fuerza, no vale la pena buscar un camino hacia Eden o Puarua (ambos motu de Tikehau), no seriamos capaces de ver una “patata” a dos metros de distancia. La opción más razonable: dirigirnos de nuevo a fondear en las proximidades del paso de Tuheiava, con el objetivo de, al menos, disfrutar del buceo, aunque sin confiar mucho en ello…  A la llegada el cielo está oscuro, pero el agua parece clara. Los dos buceadores (Daniel y Kike) nos sumergimos sin sorpresas. Avanzamos tranquilamente, el agua esta turbia durante 50 metros, tratamos de buscar una zona más clara y, de repente, el shock emocional: una especie de inmenso acuario natural aparece ante nosotros, visión panorámica, agua cristalina en 360º, todos los tonos de azul que puedan existir, la luz del atardecer a 15 metros de profundidad crea un contraste especial con plateados y otros colores de la fauna submarina, bancos de peces por todos lados, tan lejos como pueden ver nuestros ojos, palometas, meros, napoleones, atunes, barracudas, peces loro, ángel, mariposa, cirujano y todas las especies de arrecife que sea posible encontrar. Todos están allí, en solitario, en pequeños o grandes grupos, ocupan todo el espacio disponible con una organización perfecta, indescriptible, ¡una obra de arte subacuática gigante! Después llegan los protagonistas, cuatro tiburones de puntas blancas hacen su aparición, dan vueltas sin cesar a nuestro alrededor, aparecen y desaparecen, uno de ellos mide más de 3 metros. Pasan cerca, muy cerca, nuestras miradas se cruzan, están en fase de análisis. La respiración se corta, los brazos en cruz, nos miramos como para asegurarnos que el otro está viendo lo mismo, nos cuesta creer lo que impregna nuestras retinas. Ni en sueños se podría haber hecho un mejor diseño, es como si Neptuno se hubiera asociado con el mejor estudio de Hollywood para ofrecernos esta escena única en el mundo. Nos quedamos inmóviles, con los ojos bien abiertos, como si contempláramos las estrellas. Magnífico, mágico, fantástico, fantasmagórico, las palabras faltan para calificar este instante. Desgraciadamente nuestras botellas de aire comprimido se acaban rápido y tenemos que volver a la superficie, una pena, nos habríamos quedado durante horas tumbados en el fondo marino, únicamente regalándonos la vista con el más bello espectáculo que se pueda contemplar bajo el mar. De regreso al barco asumimos una nueva misión, recargamos las botellas para el día siguiente, revisamos el equipamiento multimedia, vamos a tener mucho trabajo 😉
Daniel y Kike

DE LA “PATATA” AL PLATO…

En un lado de una granja de perlas abandonada, a un metro de profundidad, existe una magnífica “patata” (como comúnmente se llama a las cabezas de coral). Está completamente orientada hacia el Oeste y en su cumbre existe una preciosa cavidad. No hacía falta nada más para que pulpito, que pasó por allí por casualidad, decidiera instalarse para contemplar la puesta de sol y pasar una agradable velada. Pero la vida es cruel. Un gladiador oceánico que estaba en las proximidades descubrió su maravilloso escondite. El idílico paisaje se transformó rápidamente en un infierno. De repente, multitud de humeantes manchas negras cubren el fondo marino. Un drama sucederá en el centro de la escena. Puñal en mano, arpón en la otra, el agresor se ensaña. Pulpito esquiva, escupe, trata de quitar las armas a su verdugo con sus tentáculos. Fue una pelea sin piedad, solo uno de los luchadores podía quedar vivo. El momento de gracia llega. Con mano firme, el cazador agarra tres de sus tentáculos, los enrolla entorno a su antebrazo y tira potentemente para extirpar a Pulpito, desfallecido, de su agujero. Al instante siguiente, le retuerce la cabeza. Es el fin… La continuación es sabrosa: agua hirviente, aceite de oliva y pimentón, pero esto es otra historia. Moraleja: los lugares más bonitos no son siempre los mejores, sobre todo cuando eres un pulpo…

MANTAS RAYA, SEGUID VUESTRO CAMINO

En otro lado de la misma granja de perlas abandonada, durante una mañana soleada, algunas aletas hacen su aparición a ras de agua. No hay duda, las mantas están aquí. La tripulación del Bahari, felices testigos del espectáculo, no se lo piensa: gafas de buceo y tuba, todo el mundo se zambulle. La escena es increíble, un ballet de mantas raya, al principio dos, luego tres y hasta cuatro en el mismo campo de visión, a pesar de un agua turbia. Posiblemente son 5 ó 6, o más, su talla varía entre 2 y 3 metros. Dibujan un círculo, lentamente, partiendo de un fondo arenoso a una profundidad de 10 metros, para venir a frotarse contra la pared de coral, hasta su parte superior, en el límite del agua. Su movimiento es grácil, su trayectoria parece inmutable, previsible. Los espectadores se sitúan inicialmente en el centro, y después claramente en su camino. Permanecen inmóviles esperando que den una y otra vuelta. Las rayas se desplazan siempre despacio, con elegancia y majestuosidad, rozan estos extraños obstáculos con forma humana en cada pasada, sin tocarlos nunca, ajustando su trayectoria justo lo necesario, siguiendo el principio del mínimo esfuerzo. A pesar de su imponente talla, las mantas controlan el espacio disponible al centímetro. A menudo se paran, situándose frente a los buceadores, justo bajo, encima (en caso de inmersión) o detrás de ellos, pero nunca a su lado, como para preguntarles lo que han venido a hacer. De esta forma es posible que seres que no tienen realmente nada en común pueden cruzar sus caminos para pasar un buen momento juntos. Tras un espectáculo de varias horas la tripulación se retira, y cada ser retoma su rumbo.

UNA INMERSION ALUCINANTE

Hace mal tiempo, el viento sopla con fuerza, no vale la pena buscar un camino hacia Eden o Puarua (ambos motu de Tikehau), no seriamos capaces de ver una “patata” a dos metros de distancia. La opción más razonable: dirigirnos de nuevo a fondear en las proximidades del paso de Tuheiava, con el objetivo de, al menos, disfrutar del buceo, aunque sin confiar mucho en ello…  A la llegada el cielo está oscuro, pero el agua parece clara. Los dos buceadores (Daniel y Kike) nos sumergimos sin sorpresas. Avanzamos tranquilamente, el agua esta turbia durante 50 metros, tratamos de buscar una zona más clara y, de repente, el shock emocional: una especie de inmenso acuario natural aparece ante nosotros, visión panorámica, agua cristalina en 360º, todos los tonos de azul que puedan existir, la luz del atardecer a 15 metros de profundidad crea un contraste especial con plateados y otros colores de la fauna submarina, bancos de peces por todos lados, tan lejos como pueden ver nuestros ojos, palometas, meros, napoleones, atunes, barracudas, peces loro, ángel, mariposa, cirujano y todas las especies de arrecife que sea posible encontrar. Todos están allí, en solitario, en pequeños o grandes grupos, ocupan todo el espacio disponible con una organización perfecta, indescriptible, ¡una obra de arte subacuática gigante! Después llegan los protagonistas, cuatro tiburones de puntas blancas hacen su aparición, dan vueltas sin cesar a nuestro alrededor, aparecen y desaparecen, uno de ellos mide más de 3 metros. Pasan cerca, muy cerca, nuestras miradas se cruzan, están en fase de análisis. La respiración se corta, los brazos en cruz, nos miramos como para asegurarnos que el otro está viendo lo mismo, nos cuesta creer lo que impregna nuestras retinas. Ni en sueños se podría haber hecho un mejor diseño, es como si Neptuno se hubiera asociado con el mejor estudio de Hollywood para ofrecernos esta escena única en el mundo. Nos quedamos inmóviles, con los ojos bien abiertos, como si contempláramos las estrellas. Magnífico, mágico, fantástico, fantasmagórico, las palabras faltan para calificar este instante. Desgraciadamente nuestras botellas de aire comprimido se acaban rápido y tenemos que volver a la superficie, una pena, nos habríamos quedado durante horas tumbados en el fondo marino, únicamente regalándonos la vista con el más bello espectáculo que se pueda contemplar bajo el mar. De regreso al barco asumimos una nueva misión, recargamos las botellas para el día siguiente, revisamos el equipamiento multimedia, vamos a tener mucho trabajo 😉

Daniel y Kike

6 Comments

  • Muy relajante al principio, pero con un final más excitante, tiene que ser una subida de adrenalina la contemplación de esos pececitos de tres metros, muy interesante. Espero que la estancia siga bien y que toméis alguna fotografía. Un abrazo.

  • Hola ,me encanta como describen las aventuras k viven,es leer cada vez ,la historia mejor contada o un poema salido del corazon,lo k viven dia a dia lo muestran de una manera en la k las imagenes van pasando por mi cabeza y me llenan de emocion ,de adrenalina ,de ilusion ,son la mejor peli k he visto,me encanta leer todo lo k escriben,espero k algun dia escriban un libro con todas vuestras experiencias sere la primera en comprarlo.Son unos soñadores k con mucho valor han conseguido su sueño,uno k intento alcanzar y se k lo conseguire,porke cuando dicen magnifico ,magico y fantastico se k eso es la vida ,gracias por compartir estas magnificas lineas con todos nosotros,espero k todo os vaya de maravilla y k todo les vaya bonito.Un gran abrazo.

  • madreee miaaa…pobre pulpitoo… espero que por lo menos estuviera sabroso!! Por otra parte, me siguen encantando vuestras descripciones. Espero que cuando esta Gran Aventura llegue a su fin (que no tiene por que), podamos seguir leyendo este blog siempre que queramos. Un beso. Cuidaros mucho!!

  • Como siempre he disfrutado leyendo tu diario, eso si, esta vez tambien he sonreido con la historia de pulpito.
    Un saludo, bueno mejor un abrazo y seguid así.

  • Envidia sana me dáis. Pero en un par de años también disfrutaré de mi prejubilación y a la aventura.
    Pregunta: Que equipo utilizais para la recarga de la las botellas de aire?
    Hasta pronto.

  • Hasta aqui hemos llegado! ¿Que pasa, que no hay bastante comida en el mar que habeis tenido que ir a asesinar al pòbre pulpito? ¿No estaba tranquilamente en su casa? ¡ ya podriais! vosotros con armas y el pobre desarmado y confiado, haberlo hecho con las manos desnudas como esta el, tranquilamente en su casa. Que, estaba bueno? espero que os doliera un poco la tripa ya que no os remordio la conciencia por el atropello, me gusta la pesca limpia, no ir a buscar a un poibre pulpo a su propia casa, os quiero un poquito menos, que no se repita vamos! un beso pequeño Charo

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