Día 203 (4/6/2010): A la altura del Orinoco

Anoche tuvimos un buen susto, durante mi guardia, sobre las dos de la mañana, divisé las luces de un barco que aparentemente venia hacia nosotros, ambas luces, la roja y la verde se veían claramente de frente. Espere un rato, para ver si a medida que se acercaba cambiaba de rumbo, pero no fue así. Decidí caer 20 grados a estribor, de modo que viera que me apartaba de él y que lo había visto, pero él siguió proa hacia nosotros, aquello comenzó a preocuparme. Volví a caer 20 grados más a estribor en una maniobra claramente evasiva, estaba ya bastante cerca, a buen seguro me veía, sin embargo su rumbo volvía a ser proa hacia nosotros. En ese momento tuve claro que nos teníamos que preparar para lo peor, no sabíamos ni quiénes eran ni que intenciones tendrían, era un barco de tamaño mediano, podría tratarse de una patrullera venezolana o un pesquero con vete a saber que intenciones, y no se cual de las dos opciones era peor. Desperté a Jose Carlos y le puse al corriente de la situación, debíamos estar en posición de defensa y atentos a cualquier cosa. Pensamos en apagar nuestras luces, pero ya era tarde, y sin radar, era peligroso y estábamos en desventaja, puesto que a buen seguro ellos si llevarían, además, en caso de ser una patrullera podría haber sido interpretado como un gesto sospechoso y ofensivo. Pasaron minutos que fueron como horas, y las dos luces seguían ahí hacia nosotros, hasta que, de repente, cuando estaba a unos trescientos metros de nosotros, a pesar de ser noche cerrada se veía perfectamente la silueta del barco, maniobró a estribor mostrándonos su costado de babor y por lo tanto su luz roja. Poco a poco se alejó, sin ninguna comunicación, sencillamente se marchó como había llegado. Nos quedaremos para siempre con la incógnita de porque hizo esa maniobra tan extraña, peo lo que os puedo asegurar es que pasamos un mal rato, en esos momentos pasaron por nuestras cabezas todas las opciones, incluidas las que aparecen en nuestras peores pesadillas.

Aparte de este incidente el resto de la noche fue bastante tranquila, el viento llego a subir por encima de los 20 nudos, pero como íbamos solo con la mayor nos beneficiaba, perdíamos un poco de ángulo con respecto al rumbo directo pero nos permitía apagar el motor.

A primera hora de la mañana, cuando Jose Carlos me ha despertado para mi guardia de las 8, ya tenía el arraigo de la polea del génova arreglado y el barco repostado, así que no hemos tenido más que izarlo y comenzar navegar a todo trapo con brío y desparpajo. El viento era muy similar al del día anterior, del Este Noreste con una intensidad de unos 15 nudos, lo que nos posibilitaba hacer los 123º que supone el rumbo directo a una velocidad cercana a los 6 nudos, teniendo en cuenta que tenemos corriente contraria de más de 1 nudo.

El día era esplendido, desde primera hora de la mañana lucía el sol y el horizonte aparecía despejado, azul celeste. He podido tomar mi ducha matutina en cubierta y secarme con los rayos de nuestro astro padre en conjunto con la brisa, luego un poco de lectura sintiendo el placer de nuestra navegación han completado una mañana espectacular, hasta mediodía, ahí las cosas han empezado a cambiar.

Justo cuando iba a Llamar a Jose Carlos para que me relevara he visto algo en el horizonte que no me gustaba nada, una formación nubosa con muy mal aspecto. La precedían unas nubes color ceniza oscuro, de la que bajaban una especie de mangas de agua también oscuras, como filamentos colgando de ella. Tras estas primeras había otras nubes con mucho desarrollo vertical, más claras, de las que brotaba un manto de agua hasta la superficie del mar, lo más preocupante era que la caída de dicho manto no era vertical, tenía un ángulo muy pronunciado, lo que desvelaba la fuerte intensidad de los vientos bajo todo el fenómeno meteorológico. Solo teníamos dos opciones, o virar tratando de evitarla, o arriar todo a la espera de lo que nos deparaba, si la de ayer superó los 35 nudos seguro que esta pasaría de 40, no lo aguantaríamos con todo el trapo arriba. El aspecto era atemorizador, más bien espeluznante, así que nos hemos decantado por la primera opción, de ningún modo queríamos pasar por debajo de aquello. Tras poner rumbo norte hemos comprobado con alegría como pasaba por nuestra popa, éramos capaces de distinguir las enormes olas que generaba, y nos hemos alegrado de la decisión.

Pero este no iba a ser el último de los chubascos del día, era más bien el comienzo, el paisaje estaba plagado de nubes cónicas con halos de lluvia intensa bajo ellas, ha comenzado el juego que hemos bautizado como «evita el chubasco», que consiste en dar continuos cambios de dirección buscando los pasillos entre ellos para intentar que ninguno te pille. Hoy por el momento hemos ganado la partida, aunque seguimos atentos, como en todo juego de este tipo los malos son muchos, aparecen en cualquier momento y nosotros no tenemos más que una vida.

A última hora de la tarde la situación se ha relajado y el horizonte está más despejado, podemos seguir navegando tranquilamente, aunque el viento se nos ha cerrado un poco y ya no podemos hacer rumbo directo, pero tampoco nos vamos mucho, unos 10 grados.

A pesar de todo nuestro ritmo es bueno, estamos ya en 9º 18’N, 58º 24’W, a la altura del delta del Orinoco, pero eso si, a mucha distancia, como a 100 millas, los ríos caudalosos son muy peligrosos en su desembocadura, hay que darles mucho resguardo, por la cantidad de objetos que arrastran hasta el mar y que pueden ser peligrosos (como troncos), y porque la conjunción de agua dulce en movimiento y salada provoca una serie de corrientes y olas provenientes de todos lados con mucho riesgo. En este momento nos faltan 462 millas para llegar a destino, habremos avanzado algo más de 110 millas de rumbo efectivo en las ultimas 24 horas, que para la cantidad de bordos que hemos hecho no está mal, teniendo en cuenta también la omnipresente corriente en contra.

Sed felices.

Kike

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