Días 76 a 79 (29/1/10 a 1/2/10): Africa en Cuba

Una de las cosas que más me está sorprendiendo es la fuerza con la que se ha mantenido la cultura africana en los cubanos. Descendientes de los esclavos traídos aquí para trabajar en los cultivos de caña u otras actividades agrícolas, han sabido mantener vivas muchas de sus tradiciones, transmitiéndolas de generación en generación a pesar de la represión de la que fueron objeto sus cultos. Curioso como para mantener sus prácticas asimilaron cada uno de sus dioses con santos católicos, de modo que su devoción y prácticas se permitieran. Estos días hemos podido ver distintas manifestaciones de la cultura afro-cubana.

El viernes estuvimos en Palmira, una pequeña localidad a menos de 20 Km de Cienfuegos, según nos contaron es uno de los pueblos más religiosos de Cuba, donde se practican con más pureza y fuerza las ceremonias de santería. Fuimos allí acompañados de Rainiero, líder del grupo afro-cubano que vimos actuar días atrás, se ha convertido en un buen amigo. Además de acompañarnos y guiarnos en muchas situaciones cotidianas es gran conocedor y practicante de la santería (de hecho es hombre santo), de modo que nos explica todos los detalles al respecto. Visitamos a su niña de 3 años, que vive allí y estaba malita, una ricura de negrita que se mostro tímida al principio pero rápidamente cogió confianzas. Palmira, como tantos otros pequeños pueblos del interior de Cuba, es un pueblo muy humilde, la zona por la que estuvimos no tenia alcantarillado, así que las aguas negras discurrían por arroyos al extremo de las calles, por supuesto de tierra, sin asfaltar. Animales de todo tipo campando a sus anchas, casas a medio construir, gente muy muy humilde, en definitiva, pobreza y escasez de recursos, era lo que divisaban nuestros ojos miráramos donde miráramos. Llevamos a la niña a comer con nosotros, luego la dejamos de nuevo con su madre y tomamos un coche de vuelta a Cienfuegos, pretendíamos asistir a un cajón, una ceremonia de santería. Al llegar allí nos enteramos de que la habían retrasado dos horas (ritmo cubano), por lo que decidimos regresar al barco, ya tendríamos una nueva ocasión en breve.

Por la noche acudimos a un local próximo a la marina en el que diariamente hay actuaciones en directo, quedamos sorprendidos de la altísima calidad de la que vimos. Un grupo de danza que hacia mezclas de contemporáneo con ritmos latinos y africanos, una cantante de color con una voz que te erizaba la piel, un mago espectacular y un presentador que recitaba de maravilla, algo digno de uno de esos programas de televisión que hacen los sábados por la noche. Cada vez me fascina más la facilidad para el arte de este pueblo, lo llevan en la sangre.

El sábado fue un día especial, el grupo de los españoles (¿cómo no?) decidimos hacer una fiesta en la marina, a la que invitaríamos a algunos amigos, tanto extranjeros como cubanos, amenizada por el grupo de Rainiero. Todos cocinaríamos algo para los demás, adivinad lo que nos tocó a Jose Carlos y a mí, evidentemente la paella. Los recursos no eran los adecuados, un fogón doble en el que le tendríamos que ir dando vueltas para que se cociera por igual, ni judías verdes, ni garrofón, ni conejo, etc. pero bueno, si ellos son capaces de «invental» nosotros también, así que nos pusimos manos a la obra. Tengo que decir que salió muy buena teniendo en cuenta la situación, no quedó ni un grano y todo el mundo nos felicitó, de hecho no se si ha sido contraproducente, porque ahora todos quieren invitarnos a sus casas para que hagamos una para su familia y la puedan conocer (tendríais que probar la paella que hacen aquí, es horrible). La fiesta todo un éxito, acabó allí toda la marina, incluido su personal y visitantes de otros barcos. Evidentemente Jose Carlos se unió a los músicos, y además de participar en la percusión de los ritmos afro-cubanos también hubieron improvisadas fusiones con flamenco, boleros, etc.

Cuando se cerró la terraza de la marina la fiesta continuó en un parque situado enfrente, ron y música es suficiente para mantener a la gente animada hasta altas horas de la madrugada.

El domingo acudimos a una ceremonia de santería, el primo de Rainiero se consagraba como hombre santo y él tenía que tocar y cantar. Al llegar los tambores ya sonaban, en este caso mi impresión es que con sonidos puramente africanos. El acto era dentro una casa despejada de muebles a tal efecto. Entramos primero a una habitación en la que estaba una imagen del santo, rodeado de ofrendas como dulces, dinero, etc. había una maraca que podía ser agitada para solicitar un deseo al santo, así lo hicimos y por supuesto le brindamos una ofrenda para motivarle a que se cumpla. Posteriormente nos desplazamos a otra, en la que se encontraban los músicos tocando y la gente cantando en yoruba (lengua que trajeron los esclavos) y bailando a ritmo africano. Tras un año de superar numerosas pruebas y consagrarse a un santo (su orisha, en este caso Elecua, dios de los caminos, presente en todo), a los 7 días se celebra un acto al que se invita a familia y amigos para festejarlo. El punto álgido del rito es cuando la gente va a por él a la habitación donde está el santo y vuelven acompañándolo en una especie de procesión-danza a ritmo de la música, mojando siempre antes el suelo que pisa, a partir de este punto tanto el nuevo hombre santo, como el resto de la gente, inician unos nuevos bailes que van subiendo en intensidad. A la vez que bailan fuman puros, toman ron y también lo escupen a los demás tipo «aspersor», supongo que para crear ambiente. Llegado un momento hay personas que entran en una especie de trance, empiezan a bailar como posesos, a gritar, a llorar a tirarse por el suelo, etc. Algo impresionante de ver que te emociona a la vez que te infunde el máximo respeto. Una cosa que me llamó la atención fue el acogimiento que tuvimos, en ningún momento nos sentimos observados como invasores de su intimidad, todo lo contrario, más bien parecían orgullosos de mostrarnos la riqueza de sus tradiciones. Lamentablemente no tenemos ninguna imagen para poder mostraros sus vestidos, el ambiente, o partes del rito, esto si nos parecía ya una falta de respeto. La ceremonia dura como 5 horas, tras un buen rato allí decidimos retirarnos y dejarlos en su intimidad.

Hoy ha sido un día diferente, a primera hora de la mañana hemos salido en un coche dirección, Cumanayagua, a más de 40 Km de aquí, para visitar una zona denominada parque El Nicho, situada en la montaña, en la existe un río que baja formando numeradas cascadas y pozas en las que te puedes bañar. El paisaje completamente diferente al de la zona litoral, pura selva, todo verde. Hemos realizado un recorrido por una senda entre la vegetación, nos hemos bañado en las pozas, visto sus cascadas y comido en un restaurante próximo, un día muy agradable.

Nuestros planes son mañana ir a Ranchuelo, un pueblo del interior a una hora y media en coche, a visitar a unos familiares de Jose Carlos, y si no hay cambios, zarpar el miércoles de Cienfuegos.

Ya os contaré que tal…

Sed felices

Kike