Días 163 al 166 (26 al 29/04/2010): Cartagena de Indias

Llevamos ya unos días en Cartagena, la llegada fue el lunes a mediodía aproximadamente (hora local). La noche anterior de travesía, tras escribir el último reporte, cambió meteorológicamente hablando, de repente empezaron a formarse chubascos y tormentas que nos fueron alcanzando uno tras otro, tampoco llevaban aparejado mucho viento, pero si intensas lluvias que incomodaron la navegación al tener que llevar el barco completamente cerrado, temperatura y humedad eran insoportables en el interior, era casi mejor salir fuera y mojarse bajo la lluvia, además, dado que se nos había acabado el agua dulce era un oportunidad para endulzarnos y ducharnos como hacían los antiguos navegantes.

Las lluvias continuaron con intensidad hasta bien entrados en la Bahía de Cartagena, decidimos entrar por Bocachica (curiosamente la entrada grande por la que van los mercantes), ya que Bocagrande es muy estrecha y apenas cala 8 pies (está cerrada por un espigón), arriesgado para nosotros, un poco de ola y podríamos tocar fondo.

El camino es largo desde que entras hasta que llegas a Manga (unas 8 millas), zona en la que se encuentra el fondeadero habitual y las marinas de la ciudad. Qué diferencia de paisaje y de aguas con nuestro anterior destino, la bahía se encuentra bastante industrializada y la contaminación es evidente, los edificios altos son la primera perspectiva que tienes de la ciudad, no dejan de sorprenderme los contrastes tan grandes que puede haber a tan pocas millas de distancia.

Si navegando el calor ya era asfixiante imaginaos en el náutico, a sotavento de edificios e instalaciones, con una humedad extrema, todavía no nos hemos acostumbrado, apenas nos podemos mover de día, hasta que no cae el sol somos prácticamente incapaces de hacer nada.

Esa ha sido nuestra tónica desde que estamos aquí, inactividad durante la jornada, no entiendo cómo se nos pasan las horas, es como si te aletargaras, llega un momento que hasta se te van las ganas de comer o de beber, casi nos tenemos que forzar para mantenernos en buenas condiciones. Tras el ocaso si nos hemos acercado a la zona amurallada, el centro histórico de Cartagena, precioso, se mantienen las murallas del perímetro de la antigua ciudad y en su interior multitud de edificios coloniales, calles bien conservadas, iglesias, la catedral, plazas emblemáticas, etc. Es la zona más turística y centro de actividad comercial, restaurantes, bares, etc.

En el Club Náutico hay varios barcos españoles con los que hemos establecido relación, la ciudad es un destino náutico bastante concurrido, el atractivo del área antigua, la buena protección del fondeo, la seguridad de sus calles y su buen nivel de desarrollo hace de Cartagena una parada muy recomendable durante el recorrido del Caribe. También hemos conocido a Eduardo y Alessandra, riojano y brasileña, una pareja simpática y agradable que viajan sin prisas en un velero de pabellón brasileño. Conocen muy bien la costa de este país, por donde han navegado durante años, nos están proporcionando información muy útil. Incluso otra pareja de amigos suyos que conocimos la primera noche y marcharon al día siguiente rumbo al Pacífico, nos regalaron la mejor guía náutica de Brasil, que no es fácil de conseguir, un tesoro que guardaremos como oro en paño para nuestro recorrido por dichas aguas.

Este fin de semana si tendremos que estar más activos, vamos a tener una serie de actos con uno de nuestros patrocinadores, Oesía, anoche ya tuvimos una reunión para organizar todos los detalles, este noche tenemos una cena y sábado y domingo realizaremos salidas diarias con varios de sus principales clientes en el país.

Ya os cuento como va todo.

Sed felices

Kike

PD:  hay nuevas imagenes en la galería de Aventura Oceánica, os recuerdo que la podeis ver en http://picasaweb.google.com/fotos.aventuraoceanica y que si os haceis fans cada vez que se añadan fotografías os enviará un correo.

Días 160 y 161 (23 y 24/04/2010): En la selva…

Cuando nos levantamos el viernes decidimos cambiar de lugar y ver nuevas cosas, nos apetecía acercarnos al continente por el contraste que a buen seguro representaría el paisaje con respecto a las islas, el destino elegido fue Rio Diablo.

El fondeadero se encuentra entre los manglares y las islas de Nargana y Corazón, un enorme contraste en función de donde mires. Las islas están muy pobladas, llenas de cabañas y hasta hay alguna casa de cemento, un puente las une dada su proximidad. Estas comunidades Kuna no siguen de forma tan estricta sus tradiciones, se aprecia un mayor nivel de desarrollo, hasta hay un generador que les proporciona energía eléctrica, por cierto, con un ruido muy desagradable. Sin embargo si miras hacia el continente el paisaje es increíble, mágico, misterioso… en primera línea manglar, innumerables recovecos y canales entre ellos, alcanzan una extensión considerable, y mas allá la jungla, inexpugnables colinas repletas de la más frondosa vegetación, no en vano no hay ninguna vía de comunicación terrestre entre Panamá y Colombia, solo selva, comunidades indígenas y en la frontera Colombiana la guerrilla. Por la tarde siempre hay una especie de bruma sobre la selva, supongo que por la evaporación del día, esto le da un toque todavía más enigmático al paisaje.

Una excursión diferente y un modo accesible de penetrar en la selva es precisamente subiendo por el curso del rio, de Rio Diablo (vaya nombrecito más poco halagüeño), no lo pensamos mucho, llegar, montar la auxiliar y hacia el rio. Justo cuando íbamos a salir se acerco un primer cayuco ofreciendo fruta, unos mangos buenísimo, la fruta preferida de Jose Carlos, así que le compramos todos los que llevaba. Cuando los había guardado apareció un segundo cayuco ofreciéndonos langostas, ni siquiera negociamos, por 3 dólares nos daba todas las que llevaba, aceptamos de inmediato, aunque luego vimos que había algunas demasiado pequeñas, algo que no nos parece bien. Teníamos fruta y cena, ya podíamos irnos, pero en ese momento me di cuenta de un pequeño detalle, habíamos cerrado el barco y nos habíamos dejado las llaves dentro, un problema. Se nos ocurrió una idea, un niño podría entrar por uno de los portillos y darnos las llaves, la única forma de no tener que hacer un destrozo para entrar. Nos dirigimos a la isla más cercana, Nargana, por el camino nos reíamos de la situación y la solución prevista, a ver qué cara ponía alguna mujer cuando le pidiéramos prestado un niño pequeño para colarlo por una ventana del barco. Fue más fácil de lo que pensábamos, la gente es amable, servicial y confiada, y los niños voluntariosos, apenas le preguntamos a la primera mujer que vimos ya teníamos un niño sobre la auxiliar, Iván, de 12 años, aunque aparentaba muchos menos, sonriente y activo, estaba seguro de poder. Lamentablemente no pudo ser, su cuerpecito cabía, pero su cabecita no, teníamos que volver a por un niño más pequeño todavía. Iván buscó a su primo Cristian, de 4 años, al principio un poco asustado, pero con una destreza para moverse sobre las embarcaciones increíble, y educado, él solito se quito las sandalias antes de subir al barco ¿cómo tan pequeño sabía que tenía que hacer eso? En fin, Cristian lo intento, pero tampoco le cabía la cabeza, debe ser la forma antropomórfica de la zona (vamos, que son pequeñitos pero cabezones, para entendernos), pero mientras le dábamos vueltas vimos las llaves de Jose Carlos en la repisa de su camarote, con un poco de habilidad y el arpón del fusil de pesca submarina conseguimos alcanzarlas y abrir. Un par de dólares y unas chocolatinas para cada uno fue un premio que puso muy contentos a nuestros valientes ayudantes, yo creo que tras desembarcarlos se convirtieron en los héroes locales del día.

Ahora sí, ¡por fin! rumbo a la desembocadura de Rio Diablo. Entramos teniendo que levantar el motor por los sedimentos y troncos allí acumulados, pero lo conseguimos. No es muy ancho, 15 metros máximo estrechándose en algunas zonas a 2 ó 3. Al minuto ya estás en medio de la jungla, vegetación cerrada en ambos lados, arboles enormes, miles de aves de todos los colores que se asustaban y alzaban el vuelo a nuestro paso, el polifónico sonido que te recuerda los documentales y películas, monos y animales que no lográbamos distinguir que se sumergían o salían del agua a gran velocidad, una explosión de vida y naturaleza en estado puro. Por el camino nos encontramos algunos cayucos Kuna, no tienen agua potable en las islas, así que vienen al rio a por ella, a bañarse y a lavar la ropa.

Nos adentramos rio arriba como una hora, hasta una zona de aguas claras y una especie de playa de arena, allí nos dimos un baño para refrescarnos del húmedo calor. Los mosquitos empezaban a devorarnos vivos, así que tomamos camino de vuelta, pero como nos había gustado tanto pensamos en volver al día siguiente, esta vez con el kayak hinchable que llevamos, sin el ruido del motor seguro que asustaríamos menos a los animales y podríamos verlos mejor.

De camino al barco paramos en las islas a intentar comprar algunas provisiones, como siempre muy complicado, pudimos conseguir unos panecillos, verdura no había, tal vez mañana.

Hoy nos hemos levantado temprano con la ilusión de nuestra excursión a remo, según nos contaron rio arriba hay un lago y unas cascadas, están lejos, pero sería bonito llegar hasta allí. Hemos cogido comida, agua, un cabo, cuchillo de buceo y por si acaso el dispositivo personal GPS de seguridad. No nos ha costado mucho llegar hasta el punto a de ayer, casi lo mismo que a motor, si remas con fuerza el kayak avanza rápido. Esta vez los pájaros se espantaban menos, podíamos verlos de cerca, a veces casi tocarlos, hemos podido ver algunos de los animales que entraban y salían del agua, una especie de iguanas, y mirábamos con inquietud algunos troncos, sabemos que en Panamá hay caimanes, y no estábamos seguros de si en este rio había o no. A partir esa zona la cosa se ha ido complicando, periódicamente había rápidos o zonas de muy baja profundidad que nos hacían tener que bajar y llevar el kayak a mano, gran error no coger calzado de rio, el fondo es de piedras y nos hemos destrozado los pies, cada tramo era un suplicio. A pesar de ello hemos avanzado durante 3 horas, hasta que hemos llegado a un punto en el que hemos parado para comer, a este ritmo no íbamos a llegar, es más razonable darse la vuelta. Rio abajo las cosas son más fáciles, y los rápidos emocionantes, bajando tipo rafting, en alguna ocasión hemos chocado contra la vegetación o algún obstáculo, pero sin mayores consecuencias, a pesar de no haber llegado al lago ha sido una jornada muy divertida y emocionante.

Al llegar al barco, como todavía teníamos un par de horas de luz, hemos cambiado de sitio, ahora estamos en las islas Puyadas, a unas pocas millas, solitarias y tranquilas, no hemos visto a nadie mas por aquí, aunque intuimos que en la isla principal hay Kunas porque hemos visto humo. Al tirarme al agua para comprobar si estábamos bien anclados he ido hasta el arrecife próximo, he visto tal cantidad de vida y movimiento que no he podido evitar quedarme un buen rato a observarlo, supongo que también por la hora, muchos peces salen al crepúsculo para comer. Increíble la riqueza de variedades y colores, estaba plagado, aparentemente cada uno a la suya, unos comiendo, otros nadando de un lado a otro, otros me observaban con inquietud. He visto un buen ejemplar de pez globo y un mero de tamaño medio, además de muchos otros que sería muy largo de relatar.

Esta noche descansaremos tranquilamente aquí y mañana por la mañana continuaremos ruta hacia Cartagena de Indias, una pena no quedarnos más por esta zona, pero tenemos compromisos en Cartagena y un poco más tarde en Aruba, además, según la previsión mañana entrará viento del sur que se mantendrá al menos un par de días, un regalo para nosotros que tenemos que aprovechar, un noreste nos lo pondría muy complicado. Ya os cuento que tal se nos da la navegación.

Sed felices

Kike

Día 157 (20/04/2010): Kuna Yala

O lo que es lo mismo, Nación Kuna, así denominan a su tierra los nativos. Como habréis podido observar en el posicionador satélite, ya hemos llegado, hacia las 12 hora local (GMT-5) estábamos fondeando en Isla Porvenir, centro administrativo del archipiélago y donde se pueden realizar los trámites de entrada en el país, así como obtener el permiso de navegación preceptivo para estas aguas y el Zarpe (equivalente a despacho de salida) necesario para nuestro siguiente destino.

La noche se ha portado bastante bien con nosotros, nos ha permitido apagar el motor dos veces por espacio de unas dos horas, en el momento el viento subía a una intensidad razonable (8-9 nudos para nosotros), el resto del tiempo hemos navegado a motor y vela con medias de velocidad aceptables, por encima de los 6 nudos, poco para este barco, pero muy decente para las condiciones y las pocas revoluciones a las que llevábamos el motor para no consumir en exceso. A medida que nos íbamos acercando la corriente nos empujaba favorablemente con fuerza, dándonos hasta 2 nudos.

Como en la noche anterior, el tráfico de mercantes ha sido una constante, ninguno de ellos se ha acercado en exceso, pero como os dije, nunca nos confiamos con ellos.

La mañana ha empezado activa para mi, nada más empezar mi guardia de las 8 de la mañana una picada de atún, de unos 8 kg, una especie que no había visto nunca, lomo amarillo y unas aletas pectorales enormes. Inmediatamente me he puesto a limpiarlo y prepararlo. Como sabéis, normalmente en cuanto pescamos una pieza recogemos la caña, hay que tomar del mar únicamente lo que uno necesita y razonablemente se va a comer antes de que se ponga malo, en este caso la he vuelto a echar, dadas las posibles dificultades de aprovisionamiento en San Blas no nos vendría mal congelar algo de pescado por si acaso. No había acabado de limpiar el primero y ya estaba sonando la caña otra vez, un ejemplar idéntico, hasta en tamaño, desde luego se han empeñado en no dejarme desayunar tranquilo, media mañana limpiando pescado. Supongo que hemos atravesado un banco, si no llego a recoger el cebo y empezamos a hacer pasadas por la zona estoy seguro de que llenamos el barco de atunes. En cualquier caso, según estaba previsto uno ha ido a la nevera y el otro al congelador. De sabor es excelente, lo hemos comido a mediodía, de carne más rosácea y menos roja que otros atunes que hemos pescado, pero muy suave, exquisito a la plancha vuelta y vuelta, aunque supongo que el sashimi estará un poco más soso.

La entrada en el fondeadero de la Isla del Porvenir ha sido complicada hasta que nos hemos aclarado y sencilla de realizar. Esta zona está muy pobremente cartografiada, de hecho hay una amplia zona que carece de ella, y además existe un error de casi 0,1 milla entre las cartas y la posición GPS, por ello todas las lecturas que hemos encontrado de la zona recomiendan fiarse de la información visual y no de la cartografiada. Como ya llevábamos esto en mente no confiábamos en los datos que nos indicaba el plotter ni el ordenador de navegación, y por observación directa no ha sido evidente averiguar el paso hacia el fondeadero evitando los arrecifes que hay por todos lados. Una vez lo hemos visto hay profundidad de sobra, de hecho hemos tirado el hierro como a 12-14 metros y tenemos 18 metros de agua bajo el casco.

El paisaje de San Blas a medida que te acercas es espectacular, salpicado de diminutas islitas por doquier, todas ellas con sus palmeras, sus playas blancas y aguas de distintas tonalidades en función de la profundidad. Parece una escena de foto de las típicas revistas de viajes, aquí es una realidad por observación directa.

Porvenir es una isla muy pequeña, no tendrá ni 500 metros en su zona más alargada. Sobre ella 4 ó 5 edificios bajos, la misma cantidad de chozas hechas con cañizo y una pista de aterrizaje que ya veréis en las fotos. Sabía que San Blas tenía aeropuerto y que estaba aquí, tal vez por eso imaginaba algún servicio más, una isla con aeropuerto tiene que tener de todo, pensaba yo, craso error…

El «aeropuerto» es un matorral sobre el que han puesto algunas losas de hormigón, sin protección ni mantenimiento de ningún tipo, y con una torre de control que es una chabola medio derruida, no creo que aterricen ahí más que avionetas, y pequeñas…

El resto de la isla lo ocupan los cocoteros y arena, dando lugar a un paisaje muy peculiar. Dos de los edificios los ocupan las autoridades, inmigración, policía, capitanía de puerto y consejo Kuna. Los trámites no han sido muy complejos y nos han atendido con amabilidad y simpatía, independientemente de que los pagas. Se me ha ocurrido preguntar por internet, por si las moscas, la respuesta: «ah! si! creo que hay una isla que tiene internet, pero tengo que llamar para confirmar», total que ha llamado y parece que en una de las islas si hay un acceso en unas cabañas que supongo serán para turistas, solo hay un pequeño problema, la isla no sale en los mapas (se llama isla elefante) y no sabemos si podremos llegar con el barco, me ha señalado más o menos por donde está sobre un mapa sin referencias de latitud y longitud, y yo me he hecho un esquema para orientarme, ya veremos si lo puedo conseguir. También hemos preguntado por gasoil y comida, nos han indicado que en el islote de al lado, Wichubhuala, a unos 500 metros al suroeste.

Tras comer hemos ido para allá, la escena que contemplábamos por el camino era digna de un documental televisivo. Wichubhuala, a pesar de ser más pequeña que Porvenir está completamente cubierta por chozas hechas totalmente de cañizo, tipo ciudad con sus calles, eso sí, de arena. Algunas de ellas están construidas sobre el agua con troncos que hacen de pilares aprovechando la poca profundidad del agua que la rodea. Si Porvenir es el centro administrativo Wichubhuala es el centro urbano, dotada de colegio, centro médico e iglesia, tendríais que verlas, todo realmente al estilo nativo. Hay un cierto tráfico de cayucos que van y vienen de la isla, muchos de ellos a remo, los más evolucionados con motores fueraborda. Las mujeres todas visten al estilo tradicional, con sus faldas y blusas de colores vivos y sus abalorios en antebrazos y piernas, los hombres si usan ropa al estilo occidental, aunque muy rudimentaria, en general todo el mundo va medio desnudo y descalzo. Mientras bordeábamos la isla con la auxiliar hemos visto un cartel de venta de combustible en una casa flotante, se veían abarloadas un par de canoas kuna, nos hemos acercado y tras preguntar precio y comprobar la calidad hemos llegado a un acuerdo. Mientras Jose Carlos llenaba los bidones yo he hecho buena amistad con un grupo de niños, simpáticos y vivarachos, escasos de estatura y con los rasgos característicos indios, la sonrisa no se ha borrado de su cara ni un segundo, los pequeños no hablaban Español, solo kuna, aunque todos me entendían, les encantaba que les hiciera fotos y luego verse en ellas, así que llevo una buena cantidad para el recuerdo. A la hora de la despedida querían venirse conmigo a dar la vuelta al mundo y luego a mi casa, que atrevida es la inocencia.

Hemos continuado bordeando la isla para buscar el supermercado, hasta llegar a un pequeño embarcadero, por el movimiento de canoas hemos deducido que era allí. ¿Supermercado? mucho decir, una choza oscura y mugrienta dotada de 4 latas, algunos alimentos básicos y algo de fruta y verdura semi podrida (tampoco se de que me extraño viendo el entorno). ¿Y aquí es donde vienen a comprar las cosas ellos? Me he preguntado, con razón decían que es un lugar de complicado abastecimiento, no hay de nada y lo que hay de pésima calidad. Hemos acabado comprando 2 zanahorias, 2 pepinos, 1 sandia y 1 piña, lo único que se salvaba, creo que vamos a estar durante algunos días comiendo pescado y organizándonos con lo que tenemos en el barco. Luego he preguntado por pan, con el dedo me han señalado al panadero, tranquilamente tomando una cerveza en el embarcadero. Cuando ha acabado nos ha llevado a su casa y nos ha enseñado unos panecillos que no tenían mala pinta, así que los hemos comprado.

De vuelta a la auxiliar hemos recorrido las calles entre las chozas, si esto es lo más civilizado, la capital de la región, está claro que lo que dicen es cierto, esta gente vive casi del mismo modo que lo haría hace centenares de años.

Sobre la pregunta que me hacia ayer la respuesta es evidente, viven como les apetece vivir, son fieles a sus costumbres porque mantienen una serie de valores y un amor a sus recursos naturales no compatibles con el desarrollo y la presión económica, la gente es pausada y tranquila, nunca falta una sonrisa en su boca y os aseguro que los niños con los que estuve no serian más felices con una videoconsola, 3 horas de televisión y viendo a sus padres un par de horas al día.

No me quiero extender más por hoy, ya os seguiré contando más cosas de esta tierra (por decir algo, más bien es casi todo agua) de la que creo que se puede aprender mucho.

Sed felices.

Kike

Día 153 (16/04/2010): Llegada a la Isla de Providencia

Mi intuición se ha cumplido, tal y como os decía ayer, la noche ha sido especialmente tranquila, navegando a vela rumbo a Providencia con viento suave y muy poca ola, siguiendo la tónica del día anterior, disfrute de la navegación y descanso absolutamente relajado. Durante mi guardia únicamente se quebró esa paz al cruzarnos con un pesquero, y mira que el mar es grande, pues íbamos directos a él, colisión asegurada si no llego a gobernarle, nunca se puede bajar la guardia ni pensar que estas solo ahí afuera, por muy recóndita que sea la zona. Comencé viendo una luz muy tenue fija, por un momento, y al no distinguir verde o roja, pensé que podía ser la señalización de algún arrecife, plataforma o piscifactoría, pero en la carta no se veía nada por esa zona. A medida que nos fuimos acercando la luz aumentaba en intensidad, llegado un punto, supongo que porque el pesquero estaba viendo que nuestro rumbo era de encuentro, encendió unos potentes focos y las luces de navegación, en ese momento le vi la roja, yo a su vez también encendí las luces de navegación de cubierta, para que me viera mejor (normalmente navegamos con las luces de navegación de tope de palo, son leds y consumen mucho menos, aunque también tienen algo menos de alcance que las otras). Me habría venido genial el radar para evitarme el rato de incertidumbre tratando de averiguar que era aquello, una vez lo tuve claro caí 20 grados a estribor y lo dejé por babor a unos 300 metros sin mayor problema.

La mañana ha sido similar a la noche, salvo por el bello paisaje del día y lo bien que se ven las cosas a la luz del sol. A las 12 el viento ha comenzado a cerrarse (ponerse más de proa) y a bajar, así que dado que nos quedaban pocas millas hemos decidido poner en marcha el motor para acelerar, podíamos llegar de día y preferimos hacerlo con el sol alto, de modo que se distinguen mejor los obstáculos bajo el agua, y para variar, la entrada a la bahía del destino no es simple.

A las 4 de la tarde estábamos ya en el fondeadero de Catalina Harbour, aquí no hay marinas ni nada que se le parezca, únicamente un muelle muy rudimentario que usan un par de pesqueros y por donde supongo que embarcaran también las mercancías en pequeños barcos (no hay calado para grandes). En la bahía hay fondeados otros 4 barcos, fundamentalmente americanos.

La visión a lo lejos de la isla es majestuosa, a pesar de ser muy pequeña (algo más de 4 millas en su parte más larga) es bastante montañosa y verde, se la ve emerger del agua en la distancia, en medio de la nada, como si fuera una isla flotante de los cuentos. A medida que te acercas observas lo agreste que es y lo frondoso de su vegetación, con montañas repletas de palmeras y arbustos que llegan hasta el borde del mar. Apenas se distinguen construcciones en su paisaje, casas de madera aisladas y algún edificio un poco más grande en el centro del pueblo.

Tras asegurarnos de que estábamos bien agarrados por el ancla, hemos montado la auxiliar para bajar a tierra y explorar nuestro nuevo destino. La impresión que da desde el mar se mantiene en tierra. El pueblo, localidad principal de la isla, consta de medio centenar de casas distribuidas en un par de calles, todas las construcciones son de madera pintadas con vivos colores. El ambiente recuerda a épocas pretéritas, grupos de gente en la calle conversando tranquilamente, apenas hay vehículos (un detalle curioso es que la mayoría no tienen matrícula, supongo que no les hace falta, saben perfectamente cada coche de quien es), todo muy rustico y tradicional, desde luego no se respira estrés ni contaminación.

Como en anteriores ocasiones, al primero que vemos con pinta de espabilado lo abordamos y achicharramos a preguntas para centrarnos: ¿es este el pueblo? ¿Alguna localidad más grande? ¿Qué hora es? ¿Cuál es la moneda local? ¿y su cambio frente al dólar? ¿Qué medios de transporte hay? ¿Dónde está la gasolinera? ¿Dónde podemos comprar comida? Etc. Si es que preguntando se llega a Roma, nos miran con cara rara, pero en 5 minutos nos ubicamos y sabemos de qué va la cosa, a partir de ahí nos movemos perfectamente.

Caminando hemos recorrido las calles del pueblo, no nos ha dado para mucho, en 10 minutos lo habíamos visto todo de norte a sur y de este a oeste. Nos ha vendido bien para localizar comercios, bares y un restaurante en el que cenar, todo muy básico, pero la comida buena, ¿Qué más queremos?

Un paseo más por la plaza, al lado de la cual está el embarcadero en el que hemos dejado la auxiliar, y de vuelta al barco a descansar un rato. No creo que hagamos mucho más hoy, nos han hablado de un bar en el que se concentra la gente a partir de las 12, pero estamos cansados, llevamos ya unos días navegando y durmiendo poco, aunque por otro lado puede ser curioso ver como se divierte la gente, en un sitio tan recóndito y endémico.

En fin, ya os cuento lo que hacemos al final…

Sed felices.

Kike

Día 151 (14/04/2010): Bordeando la costa de Honduras

Seguimos navegando alrededor de la costa Hondureña, las condiciones no han cambiado mucho desde ayer, el viento continua suave de proa y nosotros navegando a motor, únicamente hemos podido aprovechar para sacar velas durante una hora, una borrasca cercana ha provocado una rolada más a norte y un incremento de la presión.

Poco a poco nos vamos quedando sin combustible, ahora mismo nos deben quedar unos 110 litros y necesitamos como mínimo 50 para llegar hasta el waypoint que hemos fijado para poder arrumbar más hacia el sur (por los obstáculos), en ese momento pararemos motor y tendremos que navegar a vela haya lo que haya (la previsión es que se mantenga la brisa de unos 10 nudos del este-noreste), ya que todavía nos quedarán más de 150 millas hasta Providencia, y queremos reservar algunos litros para emergencias, recarga de baterías y maniobra de entrada y fondeo al llegar.

Hemos reducido a 1.600 vueltas para consumir menos, aunque la situación no es inquietante si debemos estar muy atentos para optimizarlo, no me gustaría quedarme sin motor en medio de esta maraña de arrecifes, rocas, islitas y bajos.

Creo que ya funciona el posicionador por satélite, en todo caso nos encontramos en 15º 44′ N, 083º 22′ W, al sur de los Cayos Vivorrillo, navegando a rumbo 105 a 4,5 nudos de velocidad. El viento no supera los 12 nudos, pero dada la poca profundidad a la que nos encontramos (menos de 20 metros de agua bajo la quilla) si mueve un poco de ola, no excesivamente incómoda.

Hoy hemos vuelto a pescar, una caballa de unos 4-5 Kg, ha sido gracioso porque de repente ha sonado la caña, pero muy poco (como últimamente pescamos peces más grandes el freno estaba fuerte), he pensado que habíamos enganchado algún sargazo y me he dispuesto a limpiar el cebo tirando del hilo a mano, a medida que se acercaba veía algo, pero no lo distinguía bien, cuando me he dado cuenta estaba aleteando a pocos metros del barco, así que he decidido tirar fuerte y subirlo completamente a mano, una grata sorpresa que nos alegrará la cena (unas cortaditas a la plancha) y la comida de mañana (prepararé un ceviche).

La verdad es que normalmente en travesía no comemos mal, por ejemplo hoy Jose Carlos ha preparado unas deliciosas lentejas, yo creo que es cuando estamos en tierra cuando comemos peor, tal vez porque como tenemos otras actividades no le dedicamos el tiempo necesario a cocinar o porque comemos fuera, y a pesar de que yo no soy excesivamente casero (a la vista está), es cierto que por ahí no se come igual que en casa, salvo honrosas excepciones.

El día en general ha sido activo, entre navegación, trasvase de combustible de bidones al depósito principal, subir otra vez al palo a asegurar de nuevo el radar, pesca, cocina, etc. no paras, bueno, algún ratito si sacas para leer, contemplar la puesta de sol o escribir.

Mañana cuando os escriba ya habremos pasado lo peor, espero daros buenas noticias y deciros que vamos rumbo directo a Providencia surcando las olas a vela.

Sed felices.

Kike