Día 192 (25/5/2010): Nunca estamos contentos

Está en la naturaleza del ser humano, y nosotros no somos una excepción, ahora que el viento ha bajado, de nuevo quisiéramos que subiera, nos estamos quedando sin combustible, y no sería buena cosa quedarnos parados frente a la Península de Paria sin viento y sin gasoil.

La cuestión es que no estamos lejos de Boca de Navíos, el paso, ya situado en territorio de Trinidad y Tobago, que tomaremos para llegar la Bahía de Chaguaramas, en el extremo noroccidental de la isla de Trinidad, nuestro destino final. Nos separan de él 43 millas, poco si tuviéramos una propulsión adecuada por las velas o motor.

En cualquier caso confiamos en nuestra buena estrella y que de un modo o de otro, o por combinación de ambos, llegaremos a buen puerto, nunca mejor dicho.

La noche fue relativamente tranquila y estable, el día de hoy ha sido más complejo, con continuas roladas, incrementos y descensos del viento, esta caprichoso. Las previsiones meteorológicas no se están cumpliendo mucho, vamos encontrándonos chubascos a nuestro alrededor y son ellos los que predominan o deforman los Alisios. Como consecuencia, durante la jornada se han sucedido innumerables bordos, así como arranques y paradas del motor, tratamos de optimizar la navegación al máximo.

Ahora mismo vamos muy bien porque uno de esos chubascos nos está enviando vientos de cerca de 20 nudos del noreste, lo que nos permite rumbo directo a Boca de Navíos a vela avanzando a buen ritmo, pero claro, esos vientos no suelen durar mucho, de media hora a una hora. Por hablar, ya esta flojeando, no he dicho nada…

Una vez lleguemos nos esperan bastantes gestiones y reparaciones, de entrada encontrar un varadero en el que sacar a seco el barco, en el que habíamos solicitado reserva nos ha confirmado hoy que no tiene plazas, sea como sea tenemos que volver a pintar el casco con antifouling, con las millas que llevamos ya ha desaparecido, estamos prácticamente en la imprimación. Además de eso tendremos que buscar un mecánico para el fueraborda, reparar una pequeña grieta entre el casco y la orza, encontrar una velería para reparar los génovas, etc. Supongo que como mínimo tendremos para 5 días de trabajos, tras los cuales volveremos a partir hacia el sur, rumbo a Brasil, con parada en la Guayana Francesa.

Sed felices.

Kike

Días 189 y 190 (22 y 23/5/2010): Un día casero con visita al acuario y de nuevo en ruta

Así han sido nuestros últimos dos días, el título lo resume.

El sábado nos levantamos tarde, aprovechamos para dormir a pierna suelta hasta que el cuerpo dijo basta, eso de dormir más de 4 horas seguidas sin moverte de un lado a otro y fresquito por la brisa es un lujo para nosotros.

Como no teníamos auxiliar para hacer grandes excursiones, y el barco necesitaba un poco de organización y reparaciones, nos pusimos manos a la obra, había que hacer cosas de lo más variopinto: sacar sabanas y colchonetas al sol para que se secaran y ventilaran, limpieza del interior del barco, organización del armario de herramientas y repuestos, coser varios patines de la mayor cuya unión se habían roto, calibrar la electrónica, reparaciones en el sistema eléctrico, cambiar bombillas, secar el agua del tambucho de timonería, etc. En fin, cuestiones de limpieza y mantenimiento casero a las que cualquiera podría dedicarle un sábado por la mañana, y que nosotros hicimos en la que es ahora nuestra casa.

A mediodía ya habíamos adelantado bastante y decidimos dejar el resto de las tareas para la tarde, cuando cayera un poco el sol, aprovecharíamos el intermedio para ir a bucear a un arrecife cercano.

Antes quise acercarme a nado hasta la barra de arena que teníamos enfrente, no podía marcharme sin recoger testimonio gráfico de la magnífica vista y el colorido que desde allí se divisa. De regreso, mientras todavía estaba en el agua, detecté que teníamos compañía, una barracuda de casi metro y medio no paraba de dar vueltas alrededor del barco, me observaba con curiosidad, aunque en ningún momento se mostró agresiva, subí tranquilamente mientras ella se acercaba y alejaba sin parar, supongo que no estaba acostumbrada a la presencia humana y estaba tratando de catalogarnos. Ni se nos pasó por la cabeza la idea de tratar de pescarla con el fusil submarino, habría sido muy peligroso tanto si aciertas el disparo como si fallas, demasiado grande y con dientes muy afilados, mejor no provocarla.

Para acercarnos al arrecife en el que pretendíamos bucear tomamos la auxiliar a remo, no habría mucha distancia, una media milla, que a la ida se nos hizo corta porque íbamos a favor del viento, no fue así a la vuelta. Durante el trayecto nos acompaño nuestra nueva amiga, la barracuda, además de otro pez blanco que no llegué a distinguir, pero que se unió a la comitiva. No sé si fue una muestra de cortesía, de desconfianza, de territorialidad o que ambos nos veíamos como nuestro próximo almuerzo, pero desde distintos puntos de vista. En cualquier caso nos seguía con discreción y timidez, nosotros decidimos castigarla con el látigo de nuestra indiferencia, no volvió a molestar.

Llegados a nuestro destino, fue meter la cabeza en el agua y parecimos teletransportados a otro mundo, un mundo acuario sin duda, tal era la explosión de vida en todas formas, variedades, tamaños y colores, y no solo peces, corales, algas, siluetas caprichosas y mágicas por doquier, hasta la luz brillaba con una intensidad inusual. El arrecife tampoco es muy profundo, la mayor parte de unos dos metros, llegando hasta 4, ese factor, junto a sus aguas cristalinas, favorecían apreciar el colorido en todo su esplendor.

La lista de especies que vimos seria larguísima, y eso que hay muchas que no soy capaz de reconocer, pero vamos, había: peces ángel, mariposa de colores imposibles, loro enormes, cirujanos, globo, trompeta, barracuda, pargos, sargentos, etc.

Es destacable el tamaño que tenían, superior a los de otros arrecifes del Caribe en los que hemos buceado, y lo confiados que eran, se acercaban a ti sin apenas temor, en ocasiones me quedaba parado en el fondo para hacer alguna fotografía, se acercaban tanto a la cámara que cubrían por completo mi visión.

Tras un buen rato deleitándonos en nuestro acuario privado, y como no solo de contemplación vive el hombre, decidimos que había llegado el momento de invitar a alguno de ellos a cenar al barco, eso sí, como parte implicada de la misma, ya me entendéis. En el casting seleccionamos 4 pargos como de 1 kg y un salmonete más pequeño, un excelente manjar.

Antes de la caída del sol regresamos y acabamos de preparar todo para poder salir al día siguiente temprano, teníamos que reemprender nuestro camino hacia Trinidad, nuestros paraísos son efímeros.

A las 8 de la mañana ya estábamos en pié, un buen desayuno para empezar bien el día y maniobra de salida. Como ya conocíamos donde estaban los obstáculos, además del evidente cambio de colores en el agua, apenas hemos necesitado mirar la carta para llegar hasta el paso que da acceso a mar abierto.

Las condiciones meteorológicas han sido mejores de lo esperado, nunca pensé decir esto por tener poco viento, pero sinceramente ahora lo agradecemos. Hemos iniciado la singladura con 10 nudos, como no, de proa, y con una ola muy suave. Visto lo visto no lo hemos pensado dos veces, motor a 1.800 vueltas y rumbo directo, a ver cuánto podemos aguantar así, intentaremos avanzar lo máximo posible, cuando sea inviable volveremos a ceñir.

Durante la travesía, navegando cerca de la isla de La Orchilla, hemos tenido unos momentos de tensión, nos hemos dado cuenta que en la cartografía indicaba la prohibición de acercarse a menos de 5 millas, ya que se trata de una base militar venezolana, y nosotros estábamos dentro de la zona de exclusión. Rápidamente hemos virado, no están las cosas como para andar con tonterías por aquí, ser abordado por una patrullera de estas tierras no es lo que más me apetece.

Por el momento vamos bien, a las 23:25 GMT estamos en 11º 41’N, 65º 39’W, nuestra velocidad es de 5,7 nudos a rumbo 95º, hemos avanzado casi 58 millas, nos quedan 254 para llegar a la Bahía de Chaguaramas, a ver si con un poco de suerte podemos llegar el miércoles por la mañana.

Os sigo contando.

Sed felices

Kike

Día 187 (20/5/2010): Zigzag entre las islas

No es que estemos jugando a ningún juego ni que queramos ver las islas por barlovento y sotavento, sencillamente tratamos de aprovechar el resguardo que nos dan de la ola y en ocasiones la corriente entre ellas nos ayuda, pegadle un vistazo al mapa y veréis la ruta que estamos haciendo, curioso ¿no?, con lo sencillo que sería poder hacer rumbo directo… qué más quisiéramos…

Nos dirigimos al sur de Los Roques, a un fondeadero situado en su extremo sudeste, a rumbo directo desde el sur de Aruba habrían sido unas 200 millas, el problema es que es prácticamente Este, y como ya os he contado, por esta zona el viento siempre viene del Este, la previsión siempre es la misma, 20 nudos de esa dirección. Como la ola también es considerable (nunca baja de los 2 metros y sube hasta 4) es complicado poder ir directamente aunque fuera a motor, así que no tenemos más remedio que ir haciendo bordos (zigzag), de modo que podamos coger el viento y la ola con un ángulo que nos permita navegar (no de frente), el inconveniente de navegar así es que recorremos mucha más distancia (en la carta se verá claramente), además de lo incomodo que es para nosotros.

Lo vamos llevando mejor, como en la anterior travesía llega un momento en el que te habitúas, es igual de duro, pero te afecta menos.

No hay grandes variaciones en cuanto al tipo de navegación, siempre vamos de ceñida a rabiar (el máximo ángulo que podemos contra el viento, tratamos de hacer 30º con respecto al viento aparente, que serán unos 45º con respecto al viento real, no siempre lo conseguimos) aunque las oscilaciones en la intensidad y dirección del viento si nos afectan mucho en nuestra velocidad, vamos justos de trapo, mayor con el primer rizo tomado y tormentín, de modo que con menos de 20 nudos de viento bajamos de los 4 nudos de velocidad, el problema es que no podemos poner mucho más trapo, ya que de repente sube a 30 nudos de viento, si esto nos pasara con el génova 3 (que ya lo reparamos en Aruba) arriba tendríamos problemas, y no tenemos más velas de proa sanas.

Ahora mismo, a las 21:30 GMT nos encontramos en 12º 13’N, 67º 40′ W, al norte de las Islas de las Aves de Sotavento, en cuanto podamos viraremos para pasar por el este de las islas con el mismo nombre pero de Barlovento. Navegamos a 4,5 nudos rumbo 45º, con un viento del Este de unos 17 nudos, así que tenemos que apoyar con un poquito de motor para no bajar de los 4. Nos separan 68 millas de nuestra recalada prevista, si fuéramos directos llegaríamos en unas 14 horas, pero no será así, tendremos que recorrer muchas más millas, con suerte llegaremos mañana antes del anochecer, de no ser así, y llegar cuando caiga el sol, tendremos que pasarnos toda la noche navegando en círculos, la entrada al fondeadero es compleja y solo factible de día.

Ya os cuento que tal.

Sed felices

Kike

Días 177 al 181 (10 al 14/5/2010): Despedida en Aruba…

Tal y como preveíamos llegamos a Barcadera el domingo entorno a las 9 de la noche según nuestro reloj, aunque al poco de bajar aprendimos que la hora oficial era una más, es decir, estamos en GMT-4, ahora mismo 6 horas de diferencia con respecto al horario peninsular.

La entrada no fue excesivamente compleja, a pesar del viento y lo desangelado del lugar, la cartografía era precisa y fácilmente reconocimos las señales luminosas, atracamos en una especie de antiguo muelle comercial, amplio, aunque muy deteriorado. Ya mientras nos aproximábamos nos abordó una patrullera que en ningún momento encendió las luces, de modo que las autoridades estaban avisadas de nuestra llegada. No tardó en aparecer un vehículo con un funcionario indicándonos que uno de nosotros debía acompañarle para hacer los trámites de inmigración y aduanas. Varios países del Caribe se han unido para hacer un sistema de aviso previo de llegada de los barcos por internet, de modo que completas los datos con anterioridad y en teoría simplificas las gestiones, yo me registré y envié toda la información con ese objetivo, pero me sirvió de poco, se me olvidó que el Caribe es el Caribe, cuando les indiqué a los funcionarios que no hacía falta que rellenara toda esa montaña de formularios, que había enviado los datos por Internet, me sonrieron y dijeron que precisamente en ese momento no tenían conexión, así que había que hacer las cosas manualmente, ¡qué casualidad!   Me dio la impresión de que no querían estresarse mirando nada en la red.

Acabamos ya tarde, como a las 23 hora local (ya correcta), demasiado para ir a la marina, llamamos y no había nadie, así que nos quedamos a dormir unas horas en el muelle comercial y al día siguiente por la mañana ya nos moveríamos a nuestro amarre.

El viento no dejo de soplar en ningún momento, de hecho no ha parado desde que hemos llegado aquí, esto es increíble, permanentemente de 15 a 25 nudos del Este, día y noche, sin tregua, parece que alguien se dejó enchufado el ventilador y se olvidó apagarlo. Tiene sus ventajas, por un lado la brisa permanente refresca el ambiente y hace muchísimo más llevable la temperatura, por otro es ideal para los deportes que precisan viento, como la vela o el kite surf.

La marina está bien situada, prácticamente en el centro de la ciudad, y dispone buenas instalaciones, es más, podemos usar las de los resorts del mismo grupo, incluyendo piscinas, baños y una isla privada con playas, restaurante y gimnasio a la que se llega con lanchas que salen cada 15 minutos.

Desde el primer momento que pusimos pie en tierra nos dimos cuenta que Aruba es una isla peculiar, yo la definiría como Las Vegas del Caribe, está llena de casinos y joyerías, además de los establecimientos propios del turismo, todo pensado para que los norteamericano se dejen cuanto más dinero mejor. La isla no es muy grande, unas 19 millas de largo por 9 de ancho, muy agreste y prácticamente desértica (incluyendo cactus ampliamente extendidos en su vegetación), con unos paisajes de formas increíbles esculpidos por el permanente viento y el duro impacto del mar en sus costas de barlovento. Esta fuertemente urbanizada en toda su costa oeste (sotavento) y el nivel de vida es de los más altos que hemos visto en el área, a lo que supongo que ayudará su dependencia holandesa.

Jose Carlos y yo no hicimos mucho, aparte de descansar, hasta el martes por la tarde que llegaban mis amigos de la carrera, bueno, en realidad acabaron aterrizado bien entrada la noche a consecuencia del desvío que tuvo que dar su vuelo por la famosa nube de ceniza.

Su visita no es casual, celebramos un importante evento: mi despedida de soltero. Si, habéis leído bien, aunque lo gracioso del tema es que no me caso, todo tiene su origen en un pacto al que llegamos una noche de hace más de veinte años, y que hemos venido cumpliendo como una tradición inquebrantable. Por resumir, porque la cosa tiene mucha miga y ha ido evolucionando desde la primera, todas las despedidas de soltero del grupo han sido un evento muy especial que hemos celebrado los amigos con un viaje de varios días. La cosa seguía su curso natural hasta que quedó el último, o sea, yo mismo. Dado que la mayoría tenía serias dudas acerca de que pudiera contraer matrimonio a corto plazo, se decidió poner un límite temporal, si el día de mi 40 cumpleaños no me había casado se celebraría mí despedida de soltero igualmente, y así ha sido, en ello estamos. Las fechas se han adelantado un poco (cumplo años el 17 de julio) por motivos de agenda, no es fácil sincronizar a todo el mundo con sus obligaciones.

Estoy orgulloso de ellos y de tenerlos como amigos, mantener la palabra tras tantos años, con las dificultades familiares y profesionales que conlleva desplazarse tan lejos y desaparecer durante un tiempo, no es cosa fácil, eso no lo hace todo el mundo.

La verdad es que lo estamos pasando genial, sea por la razón que sea, reunir un grupo de buenos amigos y pasar una semana de risas y cachondeo tiene que ser bueno para la salud, al menos la mental 😉

Desde su llegada hemos combinado actividades diurnas, como excursión a la isla privada del hotel, recorrer Aruba y su parque natural, hacer buceo o kite surf, con salidas nocturnas, a pesar de que ni hay mucha fiesta ni es un ambiente en el que nos veamos excesivamente integrados, pero bueno, como somos 6 donde llegamos estamos bien, seguro que el fin de semana da más de sí.

Por el momento poco más que contaros, os mantendré al día de nuestras andanzas por estas tierras.

Sed felices.

Kike

Día 175 (8/5/2010): Se rompió el último génova

Las cosas se complicaron al caer el sol, el viento quedó estable en casi 40 nudos y las olas continuaron subiendo de tamaño, llegó un momento en el que parecíamos inmersos en un temporal, barco completamente escorado (la regala dentro el agua), mar blanco con rompientes por todos lados, silbido intenso del viento, olas que llegan a pasar por encima del barco, etc. y justo en medio de esa situación nos dimos cuenta que el génova 4, el último que nos quedaba sano, se estaba rajando por el centro.

No había que perder tiempo, teníamos que ir a la proa y arriarlo como fuera, de otro modo se acabaría desintegrando y ya no tendría posibilidad de arreglo. Con unas condiciones así no es tarea fácil, cubierta inclinada, continuos movimientos bruscos del barco y olas impactándote directamente, hacen que tengas que agarrarte firmemente, pero con un poco de esfuerzo y prácticamente arrastrándonos sobre la cubierta lo conseguimos bajar y llevar a la bañera.

Nos habíamos quedado sin ninguna vela para poder poner en la proa, las 3 que llevamos rotas, estábamos acertados al considerar que uno de los grandes desafíos de este proyecto era la resistencia de los materiales, a la vista esta, y eso que llevaremos solo unas 12.000 millas navegadas.

Bien entrada la noche, cansados y completamente empapados, decidimos continuar solo con la mayor, perdíamos un poco de ángulo y de velocidad pero nos manteníamos razonablemente bien, por la mañana decidiríamos la nueva estrategia.

Sobre las 2 de la mañana el viento fue bajando y aproximándose más a lo que indicaba la previsión, 20-25 nudos, suponemos que los 40 debió ser fruto de algún fenómeno local, tal vez algún tipo de encañonamiento por la orografía de la Península de la Guajira. Por un lado era positivo, ya que si hubiese continuado subiendo no hubiéramos podido aguantar la mayor y tendríamos un problema, por otro lado el inconveniente era que perdíamos demasiada velocidad, la opción viable: apoyar un poco con el motor a 1.400 vueltas, así lo hicimos.

Dentro de lo que cabe, hemos pasado la noche razonablemente bien navegando de este modo, a pesar de que el tamaño de las olas seguía considerable, la escora que nos daba la mayor nos permitía pasarla sin un pantocazo excesivo.

Esta mañana se nos ha ocurrido una opción para llevar algo en la proa (necesario para poder ceñir bien), el tormentín (vela pequeña y muy resistente que se usa para temporales), no lo habíamos usado nunca, pero podría funcionar. La hemos izado y el resultado ha sido mejor de lo esperado, más grande y con mejor forma de lo que pensábamos, nos ha mejorado mucho la navegación, de hecho hemos podido apagar motor y ceñir en condiciones.

Tras superar Punta Gallinas (el extremo norte de la Península de La Guajira, en Colombia) el mar se ha formado más noble, sin disminuir la altura de la ola, el periodo se ha ido alargando y su forma es más redondeada, menos rompiente, lo que debería ser más normal en la zona que nos encontramos.

En este momento (22:40 GMT) nos encontramos en 12º 32’N, 71º 31’W, navegamos con mayor tomado el primer rizo y tormentín, rumbo 130º, velocidad 5,3 nudos, viento de 17 nudos prácticamente Este puro. Vamos haciendo bordos en zigzag para ir acercándonos a Aruba, que todavía la tenemos a 84 millas a nuestro Este, justo de donde viene el viento. Calculo que como mínimo nos quedan 24 horas más, en función de cómo se comporte la meteorología, la previsión no es mala, estabilidad con los mismos valores que tenemos ahora.
La vida a bordo está resultando dura durante esta travesía, la escora y los bruscos movimientos no nos dejan cocinar, así que vamos comiendo lo que podemos para subsistir. Estamos permanentemente empapados, apenas nos queda ropa seca. Exterior e interior del barco también están mojados, hay una humedad que se está metiendo por todos lados que no hay forma de quitarla. Dentro del barco hace calor, fuera frío, los cambios de temperatura son constantes. El agotamiento es patente, al salir de la guardia no hacemos más que dormir, en la cama es donde mejor se está.

Eso sí, la moral sigue alta, a pesar de los contratiempos seguimos bromeando y con buen humor, sabemos que este tipo de navegación será la tónica de los siguientes meses, hasta pasado Fortaleza en Brasil, nos quedan más de 1.600 millas de ceñida, así que nos vamos adaptando y llevándolo lo mejor que podemos, no nos queda otro remedio.

Sed felices.

Kike