Días 147 y 148 (10 y 11/04/2010): Coxen Hole, West End y French Cay Harbour

(*NOTA: la posición GPS no funciona, tenemos problemas con el posicionador, estamos tratando de averiguar el problema y resolverlo lo antes posible, mientras tanto es normal que todavía nos veais en Tulum, fué la última posición emitida)

Como preveíamos llegamos el viernes noche a Coxen Hole, el fondeadero elegido como primer destino. A pesar de que tomamos la decisión porque creíamos, al verlo sobre la carta y la guía, que no sería complicado, está visto que nunca es fácil llegar a un sitio de noche. Normalmente siempre tenemos problemas por poco calado, en este caso fue al contrario, la profundidad era excesiva (más de 30 metros) para echar el ancla, de modo que había que aproximarse mucho a un manglar para conseguir una sonda adecuada, imaginaos, en medio de noche cerrada, la tenue iluminación del pueblo apenas llegaba, Jose Carlos en proa intentando ver algo y listo para soltar la cadena, yo a la caña, sin quitar ojo a la sonda e iluminando de vez en cuando con el foco para comprobar distancias, avanzando a menos de medio nudo,  -por aquí… -no, no, por allí… -avanza un poco más…  -que no, que yo no sigo…  en fin, luego nos reíamos, tras dos intentos lo conseguimos, echamos el hierro a 14 metros de profundidad y largamos los 60 metros de cadena, afortunadamente teníamos un viento de 15 nudos que nos mantenía estables, sin corriente que nos cruzara, es la primera vez que estando fondeado he tenido 30 metros bajo la quilla. Creo que tras este viaje va a haber pocas situaciones, en cuanto a maniobras del barco, que no haya vivido.

En cualquier caso no las teníamos todas con nosotros, así que pusimos la alarma de garreo y dejamos toda la noche la electrónica en marcha, nos levantábamos de vez en cuando para comprobar que todo estaba correcto, así fue, ningún problema.

A la mañana siguiente con el primer vistazo lo tenía todo claro, que diferencia orientarte por el día con la luz del sol, el lugar era bueno y no molestábamos para nada cualquier tipo de tráfico marítimo (de casualidad, porque os aseguro que en la noche no teníamos ni idea de donde estábamos, y diréis, ¿y la cartografía digital?, mirad, la experiencia ya me dice que hay que fiarse moderadamente, pero es que por estas zonas no coincide para nada, hay que verlo para creerlo, es que ni la guía que llevamos).

Mi primera impresión de la isla fue muy buena, con suaves elevaciones en su interior, es verde y con frondosa vegetación que llega hasta el mar. No hay muchas grandes construcciones, más bien pequeñas casa de madera estilo caribeño dispersas, el aspecto de todo es muy rustico, humilde, auténtico. A pesar de que Coxen Hole es la capital de Roatán y del grupo denominadas Islas de la Bahía, no era visible un núcleo urbano nítido, todo está muy integrado en la naturaleza.

Desayunamos (eso sí, todo frio, si recordáis estamos sin gas, y ya hemos aprendido que cuando nuestro padres nos decían que jugar con fuego es peligroso era por algo, sobre todo si es con gasolina) y montamos la auxiliar, había que ir a tierra a hacer la entrada en el país, recargar el butano y recoger a Willy que en teoría llegaba a las 10, aunque al poco nos avisó que había perdido el avión y llegaría a la 5. Una vez listos pusimos rumbo a la costa, no teníamos muy claro por dónde desembarcar ni donde se situaban las autoridades, así que nos dirigimos a un pesquero varado en la costa sobre el que había un grupo de gente trabajando, aquí no necesitan astilleros, les preguntamos, amablemente nos indicaron. Candamos la auxiliar a un pequeño pontón de madera medio derruido y nos dirigimos andando al diminuto parque en el que se concentran las autoridades. Al llegar había un grupo de mujeres con sus niños aprovechando la sombra del lugar, a las que preguntamos por confirmar, nos indicaron que todo estaba cerrado, hasta el lunes no había nada que hacer. Ya que habíamos iniciado la conversación aprovechamos para solucionar dudas, así que las bombardeamos con preguntas tipo: ¿Qué hora es aquí? ¿estamos en el pueblo? ¿Cómo se llama la moneda local? ¿Cuánto vale con respecto al dólar?… de repente nos dimos cuenta que nos estaban mirando como si fuéramos marcianos que acaban de llegar al planeta Tierra, no entendían nuestra ignorancia, tampoco parecía que estuvieran muy habituados al turismo, y menos al náutico, así que explicamos nuestra situación, no sé si fue mejor o peor, porque al oír que veníamos navegando en un velero desde España, que llegamos anoche y fondeamos en la bahía y que estábamos dando la vuelta al mundo se les pusieron los ojos como platos.

Continuamos nuestro camino por el pintoresco pueblo preguntando donde podíamos cargar la botella de gas, misión imposible, nos enviaron de un lugar a otro, creo que por desconocimiento aunque con buena intención, llegamos a tomar un taxi para desplazarnos otro pueblo cercano, nada de nada. Nuestra esperanza es una tienda que estaba cerrada en la que igual podemos conseguir un adaptador para la recarga, fue un fallo de previsión no llevarlo desde España, pero es que son tantos pequeños detalles que es imposible. Otra opción es comprar una botella con el sistema americano, que si está disponible, el problema es que son mucho más grandes y no nos caben en el cajón que tenemos destinado al gas, ya veremos el lunes por la mañana, pero de un modo u otro lo tenemos que solucionar, a menos que queramos acostumbrar a nuestro estómago a comerlo todo crudo mientras naveguemos.

Llegó la hora de la comida, otra aventura, preguntamos por algún lugar y nos indicaron. Estando en teoría en la puerta no éramos capaces de ver ningún restaurante, de repente escuchamos que nos llamaban, miramos hacia arriba y vimos a una muchachita que nos hacía gestos de que subiéramos al primer piso a través de una escalera de madera, como todo el edificio. Subimos, se trataba de una especie de terraza cubierta con una barra al centro y mesas, no había ventanas, solo cortina de esas de canutillo, el aspecto era bastante regular, pero como nosotros decimos: «en peores plazas hemos toreado», así que ¿Quién dijo miedo? Nos indicaron donde sentarnos y así lo hicimos, ¿Qué se come aquí?, preguntamos, no tardaron en venir dos chicas, de unos 14 ó 15 años, con sendas cartas en la mano. Para nuestra sorpresa se sentaron una al lado de cada uno de nosotros y sin soltar la carta (una fotocopia desgastada del uso) de la mano nos la fueron medio leyendo, explicando y aconsejando, Jose Carlos y yo nos mirábamos sonriendo, debe de ser la forma local de tomar nota. El remate ya fue cuando de repente sacan una televisión portátil, nos la ponen enfrente y sintonizan un partido de futbol en italiano, nos moríamos de risa de su forma de asociar ideas, yo creo que tampoco nos ubican mucho, nuestra forma de hablar el Español es raro para ellos. Con toda delicadeza les preguntamos si la habían puesto por nosotros, con una enorme sonrisa asintieron, les explicamos que preferíamos música suave, no tardaron ni un segundo. La verdad es que comimos fenomenal, unos camarones (langostinos, en todo el Caribe les llaman así) rebozados exquisitos, con ensalada y patatas fritas, la cerveza local (Salva Vida) también muy buena, y el servicio digno de un 5 tenedores, 4 ó 5 personas solo para nosotros.

El avión de Willy llegó al final sobre las 19:30, dejamos las cosas en el barco y nos dispusimos a salir a cenar y explorar una nueva zona de la isla. Nos aconsejaron West End, como su propio nombre indica el extremo oeste. Tomamos un taxi y en un cuarto de hora estábamos allí, otra cosa curiosa, que ya nos hemos encontrado en otros países, es que cobran en función del número de personas, aunque lo que sí es común a todos es que siempre hay que negociar. West End es más turístico, el lugar desde el que salen gran parte de las excursiones de buceo a los arrecifes próximos, en todo caso es muy auténtico, una calle sin asfaltar pegada a la playa, llena de barecitos, restaurantes y chiringuitos de madera o sencillamente terrazas. Nada sofisticado pero con un sabor y olor a Caribe impresionante. Algunos de ellos están situados sobre el agua, con estructuras en base a troncos y pequeños pontones que entran mar adentro. A pesar de ser de noche ser veía el agua cristalina y se intuía la belleza del entorno, es imposible sentirse estresado en un lugar así, hay algo en el ambiente que te envuelve, es difícil de explicar. No había mucha gente, pero lo pasamos genial cenando y tomado luego una copilla.

Esta mañana hemos bajado de nuevo a Coxen Hole (por cierto, nombre de un famoso pirata, estas islas durante mucho tiempo fueron refugio de los que se dedicaban a tan antigua profesión), nos ha costado encontrar un lugar en el que desayunar, al final ha sido en una especie de puesto en la calle con un sombrajo y mesas y sillas de plástico, no había mucha opción zumo, café y unas empanadillas de carne y arroz, pero todo estaba bueno. Jose Carlos y Willy se han desplazado al aeropuerto a cambiar su billete, en fin de semana se le ha hecho corto y se queda un día más. Yo me he quedado intentando encontrar un acceso a internet, misión imposible, he vuelto al puestecillo, he pedido una cola y tranquilamente he sacado mi portátil y me he puesto a escribir, el entorno me inspiraba, por un momento me he sentido como un escritor perdido en una  recóndita isla, la sensación era curiosa, los niños me miraban extrañados y se reían, los adultos me observaban con curiosidad, ha sido divertido.

No han tardado mucho en regresar, de nuevo al barco y a explorar nuevos lugares. Inicialmente la opción era French Harbour, pero hemos cambiado de opinión y hemos puesto rumbo a West End, en dirección opuesta. Sin prisas, hemos navegado a vela con una suave brisa por la aleta, por el camino nos ha entrado hambre, no había muchas opciones para aplacarla, he cogido un par de enormes cortadas que nos quedaban todavía del atún y lo he preparado para sashimi, con salsa de soja, wasabi y unas galletitas saladas lo hemos devorado.

Como suele ser habitual, la entrada a West End no era simple, es como una piscina rodeada de arrecifes a la que solo hay un estrecho paso, de no más de 10 metros de ancho. Al llegar a la altura lo de siempre, cambio de rumbo para entrar en perpendicular, uno al palo y otro a la rueda, velocidad al mínimo y máxima atención, la sonda ha ido cayendo en picado, de lo clara que es el agua era complicado calcular la profundidad de los obstáculos, de los que estaba plagado el fondo, rocas y cabezas de coral por doquier. Según la guía entrabamos justitos, pero no ha sido así, cuando estábamos a unos metros de la entrada hemos tocado, muy suave por ir casi parados, pero lo bastante como para dar todo atrás y decidir no entrar, una pena, pero no nos vamos a jugar el barco buscando nuevos caminos arriesgándonos a un impacto peor.

Vuelta de nuevo al plan inicial y dirección French Harbour, aquí hemos acelerado para llegar de día y comprobar el fondeo. En esta ocasión tampoco estaba exento de riesgos, pero lo hemos conseguido fácilmente, un par de intentos de fondeo y misión cumplida, estamos perfectos con el ancla enterrada hasta las cachas. El lugar excelentemente protegido, al norte la isla, al sur un cayo, a este y oeste arrecifes, casi un lago, además de ser bonito.

Estando ya tranquilos hemos bajado a cenar algo, ya era de noche y tampoco teníamos muy claro donde desembarcar, por casualidad (siguiendo una luz) hemos aparecido en un precioso resort de buceo, Fantasy Island, es una isla unida a tierra por un puente de madera.

No ha sido fácil encontrar un lugar donde cenar, pero lo hemos conseguido, aquí los domingos esta casi todo cerrado, y lo que abre hasta las 10 por orden del alcalde (eso nos han dicho).

Y aquí acaba la jornada de hoy, poco más que contar, incluso tal vez me haya extendido demasiado.

Sed felices.

Kike

Día 145 (8/04/10): Problemas con el fuego…

Pero tranquilos, que esta vez no se trata de un incendio (bueno casi), me refiero al fuego de la cocina, ahora os cuento:

La noche ha continuado la tónica que os contaba, sin darnos tregua, apenas he podido dormir por el movimiento tan brusco, sin embargo la mañana ha sido más benevolente, nos ha dado un respiro, el viento ha bajado a unos 15 nudos y también el tamaño de las olas, esto nos ha permitido seguir navegando hacia el sur sin problemas de forma más placentera.

Me he reído un buen rato yo solo con los nombres de los lugares por los que íbamos pasando, en primer lugar me ha llamado la atención Punta Pulticub, si, no lo he escrito mal, se llama así, claro que cambiando la «l» de sitio no hay que haber jugado mucho a las palabras para ver lo que da, pues si no fuera suficiente a este punto le sucede otro denominando Punta El Placer, uno detrás del otro, yo no sé si es cachondeo, porque hemos pasado de día, si no me lo imaginaba todo iluminado con lucecitas de neón de colores variados y barcos atracados en la puerta, como sucede en algunas de nuestras carreteras nacionales. En fin, cuando uno está solo muchas horas en el mar dándole el sol en la cabeza le da por pensar ese tipo de chorradas.

Bueno, tras nuestro recorrido frente a estos lugares que supongo de dudosa reputación, nos hemos dispuesto a hacer la comida, un marmitako aprovechando el excelente atún que pescamos ayer, iba fenomenal, el sofrito hecho, todo puesto en la cacerola esperando la cocción, cuando ha surgido un pequeño problema, se ha acabado el gas. La cuestión es que llevamos dos botellas, pero la otra está vacía, creíamos que la actual iba a durar mucho más, igual no estaba bien llena, aquí hemos tenido un fallo de logística. Imaginaos el panorama, con un hambre de perros, todo listo a falta de un pequeño hervor…  nuestra mente se ha puesto a cavilar, primera opción: velas (las de prender, no las del barco, que no solo pensamos en lo mismo). Hemos puesto una serie de velas al lado del fogón bajo la cazuela, pero la energía calorífica que desprendían no era suficiente para hacerla hervir. Segunda idea (de bombero), tiritas de trapo impregnadas en gasolina alrededor del fogón, no veáis la que hemos liado, ha empezado a salir un humo negro y unas llamas que me hacían rememorar momentos anteriores, no he podido evitar que me viniera a la mente el pensamiento de «ahora sí, y encima por idiotas, a ver como explicamos el origen del incendio abordo», menos mal que una manta ignifuga, trapos mojados y una buena ventilación nos han ayudado a controlar el fuego y que el interior del barco no se tiznara todo con ese humo negro. La tercera idea ha sido la efectiva (a la tercera va la vencida), tiritas de trapo impregnadas en alcohol alrededor del fogón, proporcionan una llama inferior y mucho menos humo, con esto lo hemos conseguido, cualquiera que nos hubiese observado desde el exterior habría pensado que habíamos hecho alguna apuesta, o que se trataba del típico: «esto lo acabo yo por mis…».

La cuestión es que independientemente de la que hemos montado (que nos costará de limpiar) el marmitako estaba excelente, casi lo hemos devorado, nos ha sentado genial, será lo último que comamos de caliente hasta que consigamos gas, espero que en Roatán podamos, si no me veo comiendo pescado crudo, fruta y verdura hasta que lleguemos a Providencia o a Panamá, bueno, la culpa es nuestra, tendremos que hacer un ejercicio de supervivencia en el mar.

Ahora cae la tarde en nuestra posición, estamos en 18º 41’N, 087º 39’W, a la altura del Banco Chinchorro, navegando entre este último y tierra firme, para evitar la corriente y abrigarnos de las olas, seguimos costeando Yucatán. Nos quedan unas 32 millas para llegar a Belice, como ya os comenté la idea es desde aquí poner rumbo directo a Roatán, si el viento nos lo permite, que no las tenemos todas con nosotros. Eolo vuelve a apretar un poco, estamos ya en 20 nudos de la dirección habitual (sureste), nos permite ir con el génova completo a más de 7 nudos sobre el agua y unos 6 sobre fondo, rumbo 196º verdadero. En las últimas 24 horas hemos navegado 127 millas, se confirman nuestras previsiones de que por estas aguas nos tenemos que acostumbrar a medias de 5 nudos.

Si seguimos así ya es prácticamente seguro que llegaremos el sábado por la mañana, espero que seamos capaces de encontrar gas, si queremos variar en algo nuestra dieta y no convertirnos en unos robinsones.

En fin, os sigo contando cómo se desenvuelve nuestra navegación.

Sed felices

Kike

Días 140 y 141 (3 y 4/04/10): Preparando la navegación hacia Centroamérica

Hoy quisiera empezar dándoos las gracias de nuevo a todos los que nos seguís fielmente a través del blog, estos días que estamos tranquilos he tenido tiempo de leer y releer tranquilamente vuestros comentarios, de verdad que nos hacéis sentir acompañados, justificáis de sobra el esfuerzo de escribirlo y llevar el seguimiento, sin vosotros no tendría sentido, así que os animo a que sigáis escribiendo, no dudéis, si mientras leéis se os pasa algo por la cabeza escribidlo, incluso no estaría mal que pudieran haber debates y respuestas a otros comentarios, todo eso forma parte de este proyecto pensado desde sus inicios para compartirlo. No os imagináis la alegría que nos da cuando tras unos duros días de navegación, atravesar dificultades, o sencillamente llegar a un lugar para descansar con buen acceso internet, vemos que lo que hemos ido narrando no ha caído en vacio, que nos seguís, que os importa lo que nos pueda pasar, que disfrutáis con nosotros, que os preocupáis cuando las cosas se ponen duras, en definitiva que formamos parte de vuestras vidas aunque sea un ratito de vez en cuando…

Yo personalmente leo todos y cada uno de los comentarios, no respondo a todos porque es complicado (eso sí, me ayudaría si al hacerlo ponéis vuestra dirección de correo), pero me comprometo a participar si surge algún tema de discusión.

Y vaya por delante que esto no es ningún tipo de queja acerca de vuestra participación, todo lo contrario, no hay más que ver el blog, a muchos blogs que tratan temas supuestamente más importantes y sesudos les gustaría tener nuestra audiencia y actividad.

Dicho esto os pongo al día de cómo vamos:

Nuestra estancia en Puerto Morelos está siendo muy tranquila, el lugar es adecuado para ello, la Marina el Cid (si, se llama así, supongo que con una referencia clara a nuestro personaje histórico) es pequeña y situada en el enclave de un resort, no hay mucha actividad, salvo las salidas diarias de un par de lanchas que llevan a los turistas a navegar al arrecife cercano. El pueblo está a unos 10 minutos en taxi, todavía no hemos ido, mañana nos acercaremos a comprar algunas provisiones por si acaso. Los restaurantes y otras instalaciones son las del “todo incluido”, así que tampoco nos acercamos, por lo que nuestro día transcurre en el barco, combinando algunos trabajos en él con la conexión a internet (y todo lo que conlleva, correo, skype, etc.), aprovechando que la señal nos llega hasta el interior, por lo que podemos estar cómodamente usando nuestros portátiles.

Hemos estado analizando las condiciones para nuestras siguientes singladuras, aquí la navegación es seria y la tienes que estudiar previamente, equivocarse en la estrategia puede significar quedarte prácticamente parado en medio del mar, en el mejor de los casos. Como ya os he comentado las corrientes son muy fuertes, el viento sopla con intensidad y las olas alcanzan una altura considerable en poco tiempo. La alternativa más razonable es pegarnos mucho a la costa, buscando las contracorrientes o al menos su descenso en intensidad, esto lo pudimos comprobar cuando veníamos hacia aquí. Tiene sus riesgos, puesto que tendremos el viento de través (es increíble, pero desde que estamos aquí el viento siempre es levante de más de 15 nudos, apenas varia, un poco a noreste o un poco a sureste, pero sin más variación) que nos hará abatir, y la costa está llena de arrecifes, así que tendremos que estar muy atentos.

Pasaremos frente a Belice, y una vez allí el golfo que forma con el norte de Honduras nos dará abrigo para hacer rumbo directo a las islas de Roatán y Guanaja, luego las cosas se complicarán, el extremo oriental de Honduras y Nicaragua está plagado de bajos, arrecifes y cayos,  complicado hacerlo a menos de 70 millas de la costa (si, habéis oído bien, se extienden mar adentro considerablemente). Si vemos que la cosa se complica mucho por la corriente no tendríamos más remedio que meternos en el laberinto, aunque no me haría mucha gracia navegar por la noche por esas aguas. A todo esto habría que sumarle el factor humano, tendremos que estar alerta de cualquier embarcación que se nos pudiera acercar con intenciones no muy claras, pero bueno, tampoco hay que ser paranoico, sencillamente precavido, estaremos muy atentos al radar y a la mínima maniobra evasiva. Una vez pasemos esa zona nos dirigiremos a las islas de Providencia y San Andrés, desde estas últimas la contracorriente también nos permitirá hacer rumbo directo a el Archipiélago de San Blas en Panamá, donde esperamos pasar unos días con los indios Kuna, que todavía las pueblan y viven al estilo tradicional. De ahí continuaremos rumbo directo a Cartagena de Indias en Colombia, donde también aprovecharemos para visitar esta maravillosa ciudad, para posteriormente continuar navegando por la costa de Colombia y Venezuela hasta la isla de Aruba, en las Antillas Holandesas, donde vendrán a visitarme el grupo de mis amigos de la carrera, para celebrar un evento muy especial que ya os contaré más adelante, porque la cosa tiene miga 😉

No pretendo preocuparos con mis palabras, nosotros no lo estamos, no considero que sea nada excesivamente peligroso (si lo planificas bien y estas muy atento en todo momento), sencillamente trasladaros que no va a ser una navegación sencilla, aunque en general nada en la vida lo es.

Hemos previsto salir el martes por la mañana, tempranito repostaremos y nos lanzaremos al mar, una nueva prueba para nuestro Bahari y su tripulación, una etapa más de esta aventura que tanto nos está haciendo sentir y vivir, es lo que queríamos, el esfuerzo no terminará hasta que estemos atracados en Valencia dentro de bastante tiempo.

Os iré contando, no lo dudéis…

Sed felices

Kike