Días 412 a 419 (31/12/2010 al 7/1/2011): Un lugar mágico…

Espero que hayáis tenido una excelente entrada en 2011, y por supuesto que continúe así o mejor, siempre mejor, en el fondo eso depende en gran medida de nosotros mismos…

La mía fue buena y doble, porque celebramos el cambio de año en España y aquí, en Argentina. Para nosotros eran las 8 de la tarde y no pudimos conseguir uvas, pero eso no nos desanimó a seguir la tradición, pudimos sintonizar TVE internacional para las campanadas y unas cerezas hicieron las veces, eso sí, no fue fácil, casi nos atragantamos con los huesos, nos reímos un buen rato, podéis ver el video que grabamos en mi perfil de facebook. En cualquier caso lo importante es que empezamos el año con nuestro corazón junto a todos aquellos que queremos en nuestra amada tierra.

La Nochevieja argentina la celebramos en un local de San Telmo, cerca de donde vive Eduardo. Poco que ver con nuestras tradiciones, la cuenta atrás de un speaker y un brindis recibieron al 2011, ni uvas, ni campanadas, etc. A pesar de ello, por si acaso, llevábamos nuestra ropa interior roja, pié derecho delante y pedimos nuestros deseos, nunca se sabe…

Estuvimos en Buenos Aires hasta el 4, cuando tomamos un vuelo hacia El Calafate. El resto de días en la gran urbe del Río de la Plata tranquilos, vimos la salida del Dakar, hicimos una paella el domingo para comer (en línea con mantener las tradiciones), cine y alguna que otra salida por esa ciudad que tanta vida tiene. También pude conseguir todos los repuestos que necesitamos para el barco, a pesar de los festivos, Sebastián me echó un cable a ello.

Pagar no está siendo evidente, se está produciendo una curiosa circunstancia y es que no hay efectivo en el país, para conseguir dinero hay que recorrer innumerables cajeros, es un fenómeno generalizado, hay muchas teorías al respecto pero no está claro lo que sucede. Para nosotros es un problema importante, puesto que todas aquellas cosas que no puedes pagar con tarjeta se convierten en un drama, espero que se solucione en breve y que no sea la antesala de un nuevo corralito.

Ahora mismo sigo en El Calafate, aunque a punto de regresar a Ushuaia, esto es espectacular, la puerta de entrada a los glaciares patagónicos, la tercera reserva natural de agua dulce del mundo.

El día siguiente a nuestra llegada realizamos una excursión en barco por el Parque Nacional de los Glaciares, navegando por el Lago Argentino. Al poco de salir solo la visión de los Andes y del lago ya constituyen un paraje natural de inmensa belleza, nada que ver con lo que espera más allá desde hace miles de años. Gradualmente los icebergs desprendidos de los glaciares comienzan a estar más presentes, enormes masas de agua congelada de colores blancos y azulados flanquean el camino. La primera parada prevista era el glaciar Upsala, aunque no pudimos llegar, un reciente desprendimiento ha creado una barrera natural de hielo infranqueable, sinceramente creo que ha sido una suerte, no es un fenómeno común contemplar la potencia y las posibilidades de este elemento. Más tarde pudimos llegar al glaciar Spegazzini con sus muros de más de 100 metros sobre el agua, tenéis que verlo en las fotos, abrumador.

Por último la parada fue en la cara norte del Perito Moreno, el más conocido por su belleza y sus constantes desprendimientos, un lugar especial y mágico para mí, deseaba mucho  conocerlo, no me decepcionó. Desde el barco es como una inmensa fortaleza de paredes blancas infranqueables, la puerta de entrada a otro mundo con distintas dimensiones. Mayor en superficie a la ciudad de Buenos Aires, sus 60 metros de altura visible se desplazan entre 0,5 y 2 metros diarios hacia el lago, con el único fin de que el agua que contiene vuelva a su estado líquido (en realidad el glaciar tiene otros 100 metros sumergidos bajo el agua y en algunas partes se calcula que su espesor supera los 700 metros).

El día de Reyes nuestro regalo fue una visita en exclusiva al Perito Moreno, donde además de contemplarlo desde las terrazas situadas en su parte frontal podríamos recorrerlo en barco por la cara sur y hacer una marcha sobre el hielo que lo conforma. No encuentro palabras para describir esta maravilla de la naturaleza, por eso os adjuntaré algunas fotos, desde luego no creo que a nadie pueda dejarle indiferente, a mi me emocionó. Sus continuos crujidos, los témpanos que se desprenden (algunos e ellos enormes) precipitándose sobre el agua y generando olas, su formas, todo ello te deja claro que no se trata de algo estático, que tiene vida, llegas a sentir su energía…    Casi todo el día mirándolo o sobre él y os aseguro que no me cansaba, te hipnotiza, combinando momentos en los que la mente se queda en blanco y solo percibes, sientes, con otros en los que las emociones y los pensamientos te invaden, algo así te pone la sensibilidad a flor de piel.

Caminar sobre él es perderse en otra dimensión, en la que el silencio y el hielo marcan las reglas del juego, aquí la naturaleza en su conjunto es el ser superior, tú no eres más que un insignificante punto colorido que mancha su blanco y azulado manto. Pudimos apreciar sus grietas, desniveles, puntos de pérdida de masa, etc. además de conocer un montón de interesantes detalles acerca del mismo. Uno de los datos que más me tranquilizó es que por el momento es un glaciar estable, no está en recesión, desde que se lo conoce no varía su posición (en global, evidentemente si lo hace entre verano e invierno,  pero se compensa).

De vuelta en El Calafate visitamos un centro de interpretación especializado en la Patagonia, sus glaciares, su historia, sus antiguos habitantes, etc.  Una tierra muy peculiar, creo que debe ser de las más singulares del planeta.

Os dejo de momento, tengo que tomar el vuelo a Ushuaia, vuelvo al barco y a continuar con la preparación de nuestra siguiente etapa.

Sed felices.

Kike