Días 839 y 840 (2 y 3/3/2012): Pitcairn, Fletcher Christian eligió bien.

Ayer viernes, en torno a la una del mediodía hora solar (20 horas GMT), zarpamos de Henderson rumbo a Pitcairn, la única habitada y que da nombre al grupo de islas por las que hemos estado navegando.

La distancia a recorrer no era mucha, 115 millas, aunque para variar la previsión anunciaba vientos flojos (6 a 10 nudos) de componente Sur a Sureste. Dado que no había prisa, nos bastaba con llegar de día, izamos velas y nos dejamos impulsar suavemente por las brisas con mar casi en calma. Prueba de ello es que casi hemos tardado 24 horas, con una velocidad media de prácticamente 5 nudos.

Durante toda la travesía, y también en la llegada, el mal tiempo nos ha acompañado, con innumerables chubascos y lluvias torrenciales, todavía no se han secado los neoprenos que usamos para bucear dos días antes.

Al amanecer ya se distinguía la silueta de Pitcairn en el horizonte, a más de 20 millas, se trata de una isla que se eleva hasta los 347 metros. Tiene narices que el Español Pedro Fernández de Quirós descubriera en 1.606 los dos islotes desiertos en los que hemos estado (Ducie y Henderson), que apenas se levantan unos metros sobre el nivel del mar, y no los ves hasta que estas encima, y que no fuera hasta 1.767 cuando el Inglés Philip Cartaret descubriera esta isla. Si es que somos capaces de lo más difícil y nos dejamos lo fácil… o tal vez fuera casualidad…

Entre la bruma, la poca luz, y su silueta, que no sé porque me recuerda a alguna película de suspense, su aspecto era un poco tenebroso, casi daba miedo acercarse, y más cuando conoces lo que pasó en sus primeros años de historia.

No sé si sabíais que a la isla llegaron, en 1.791, 8 amotinados de la Bounty, el segundo de abordo (Fletcher Christian) y 18 polinesios (entre mujeres, hombres y una niña). En 1.794 se había asesinado a todos los hombres polinesios y únicamente restaban vivos 4 de los amotinados. En 1.800 solo quedaba un hombre (John Adams, cuyo nombre está presente en numerosos lugares), 9 mujeres y 18 niños.

Las entorno a 50 personas que habitan Pitcairn en la actualidad son descendientes directos de los sobrevivientes, jamás han querido abandonar su tierra, a pesar de que en varias ocasiones se les ha intentado trasladar a otros lugares debido a su aislamiento. Ironías de la historia, la isla fue la primera colonia Británica del Pacífico, y a día de hoy continua siéndolo, junto a las otras 3 de su área de influencia.

A medida que nos hemos ido acercando, y la silueta se ha convertido en una forma nítida, los árboles, la frondosa vegetación y los acantilados de roca volcánica, salvajemente esculpida por viento y mar, han predominado sobre nuestras retinas.

Desde nuestra perspectiva era como un cono verde por todos lados, salvo el borde del mar, negro y tallado en vertical, con espuma permanente blanca a su falda debido a las olas. En realidad su forma es casi cuadrada, como de 5 Km por 4, mucho más pequeña que Henderson.

Nos hemos intentado aproximar a la Bounty Bay (evidentemente no se podía llamar de otra forma, allí desembarcaron y quemaron la nave), situada frente a la única concentración de casas (Adamstown, obvio) y donde hay un pequeño embarcadero. Imposible con viento de componente Este, las olas eran excesivamente grandes para garantizar mínimamente el fondeo.
La única opción ha sido el Noroeste de la isla, buscando un pequeño abrigo. El fondeo es a 20 metros y con un tenedero regular, da pánico, rodeado por rocas y acantilados, con olas siempre batiendo sobre ellos, menos mal que hemos asegurado la cadena del ancla a una roca, nos costará de sacar, pero estamos tranquilos.

Desde luego tengo que felicitar a Fletchar Christian por elegir este lugar para esconderse tras el motín, no se equivocó, es un lugar perfecto. Remoto, con pésimos fondeaderos (de modo que se aseguraba pocas visitas), rodeado de acantilados solo practicables por un par de sitios (las que podían llegar estaba controladas), con abundante agua y fértil tierra (casi la mitad de la isla es cultivable pese a sus fuertes pendientes). El paso del tiempo ha demostrado que la isla puede acoger perfectamente a una comunidad autosuficiente.

Durante todo el día ha estado lloviendo, por lo que no tenía sentido bajar a tierra, además, tenemos que hacer un buen trayecto con la auxiliar (hasta Bounty Bay), porque donde estamos hemos investigado e imposible ni acercarse.

Mañana por la mañana iremos para allá, nos estarán esperando (según una persona con la que hemos hablado por radio) las personas relevantes de Pitcairn, por lo visto la llegada de un barco es todo un evento.

Ya os cuento que tal la experiencia.

Sed felices.

Kike

Días 836 y 837 (28 y 29/2/2012): Henderson, in extremis…

Esta noche dormiremos fondeados en la isla Henderson (perteneciente al grupo de las Pitcairn), aunque por los pelos, ahora os cuento la odisea que hemos pasado hasta poder llegar a echar ancla.

Como os decía en mi último reporte, zarpamos el lunes por la tarde del atolón Ducie con buen viento para recorrer las 190 millas que lo separan de nuestra ubicación actual. Así siguió durante una buena parte del martes, hasta que decidió desaparecer.

Ha sido una travesía bastante pasada por agua (nunca mejor dicho), apenas ha parado de llover, a veces torrencialmente. Más que un sistema frontal, las perturbaciones meteorológicas eran fruto de innumerables chubascos locales, pero tan seguidos que apenas daban descanso.

Uno de ellos lo vimos venir en el horizonte con tan mal aspecto que decidimos arriar todo, por si acaso. Apenas se distinguía su interior, no estábamos seguros si esto podía ser debido a que llevara fuertes vientos asociados, o a una cortina de agua. En este caso fue más bien lo segundo, y no os podéis hacer una idea de cómo descargó, parecía el diluvio, además con un montón de relámpagos y truenos. En resumen, una tormenta en toda regla, cuyo único efecto fue que nos endulzó a base de bien el barco.

Después de haber navegado algunas horas a motor, y cuando nuestro objetivo era frenar la marcha porque veíamos que íbamos a llegar demasiado pronto, Eolo hizo acto de presencia, con un viento de Norte superior a 20 nudos, ¡vaya hombre! Justo cuando no lo necesitamos, es más, lo que peor nos viene para poder fondear… Pero cuando se trata de viento y mar, tú no decides, solo tienes la opción de adaptarte.

A pesar de desplegar únicamente un poco de génova, a media madrugada estábamos ya frente a la isla, permanecimos haciendo traveses esperando el amanecer, no queríamos aproximarnos sin la luz del día, no te puedes fiar ni de la cartografía ni de los arrecifes, puesto que a veces cambian.

Las primeras luces del día nos presentaron un panorama nada halagüeño, el viento y una ola de más de metro y medio hacían imposible el fondeo en los únicos puntos de los que teníamos referencias (uno al Noreste y otro al Noroeste), ni siquiera hizo falta acercarnos mucho para tenerlo claro, la espuma blanca por doquier así lo confirmaba. Como plan B hemos bordeado todo el perímetro de la isla buscando algún lugar alternativo, pero nada, no había forma.

Henderson parece una fortaleza, rodeada por acantilados de más de 15 metros de altura en cuya base no deja de golpear fuertemente el mar. Esa belleza agreste, con un verde tupido en la cima de las paredes, y numerosas cavidades y formas esculpidas por la erosión, es a la vez inquietante cuando te aproximas en barco (la única forma), ya que ves de forma clara que ante cualquier intento acabarías estrellándote sin la más mínima posibilidad de hacer nada.

Las únicas excepciones son las dos pequeñas playas que he mencionado, accesibles cuando sopla el viento predominante (Sureste), pero imposibles con Norte.

Teníamos dos opciones, continuar camino hacia Pitcairn, pero llegaríamos de noche (son unas 100 millas y estaríamos en las mismas), o esperar que bajara el viento y como consecuencia la ola, que aunque estaba previsto, nunca se tiene la certeza de cuando se da, y cuanto tiempo puede permanecer en condiciones no aptas para el fondeo.

Tras pasar por delante de las playas, y ver lo bonitas que eran (arrecife delante, aguas claras, arena rosada, cocoteros, vegetación hasta el borde, etc.), hemos decidido esperar a probar suerte.

Hasta las 6 de la tarde hemos estado haciendo bordos esperando que el milagro se diera, y casi cuando íbamos a tirar la toalla, ¡sucedió!

Nuestro aliado en este caso, un enorme chubasco, ha desviado el viento al Noroeste y como por arte de magia ha aplanado el mar en un instante, dentro de lo que cabe. Tal vez de algún modo nos estaba poniendo a prueba para comprobar nuestro autentico interés en conocer ese nuevo territorio, virgen y raramente visitado.

Nada más ver los cambios, hemos puesto proa a la playa Noreste, la más grande y extensa, buscando el sitio más protegido. Tras varios intentos hemos conseguido que el ancla agarrara, aunque por si acaso, siempre es mejor dar también un cabo a una roca cercana.

Al acabar quedarían menos de 2 horas de luz, por lo que era importante bajar a tierra lo antes posible, si queríamos pisar la isla. Teníamos antojo de unos cocos, por lo que machete en mano nos hemos dirigido a la playa con la auxiliar.

Con un poco de dificultad, y alguna que otra magulladura, hemos atravesado rompiente y arrecife y acabado sobre la arena.

La fauna oriunda tampoco debe haber tenido mucho contacto con humanos, cangrejos y aves defendían su territorio sin temernos lo más mínimo, casi nos atacaban.

Los cocoteros estaban más lejos de lo que pensábamos, se estaba haciendo de noche, pero hemos visto algo que ha despertado nuestro interés: langostas, en abundancia, atrapadas en pozas por la marea baja o escondidas bajo piedras casi justo a la orilla. No ha sido complicado elegir menú para la cena, con las manos y la ayuda del machete tres de ellas han venido al barco para compartir mesa, eso sí, desde otra perspectiva.

Se ha quedado una noche preciosa, buena temperatura, casi calma, cielo estrellado, luna radiante y enfrente una bella isla completamente salvaje, hay momentos en la vida que bien merecen la pena una eternidad.

Esperamos poder disfrutar mañana de todo lo que tenemos a nuestro alrededor, os lo cuento.

Sed felices.

Kike