Standard Blog

Día 808 (31/1/2012): Una de calamares…

Generoso es el mar cuando así lo dispone… La otra noche, después de atravesar las luces que creíamos eran la ciudad perdida, pero que en realidad no era más que una gigantesca aglomeración de buques de pesca de calamar, haciendo uso de potentísimos focos, bromeamos con la posibilidad de habernos acercado a alguno y pedirles que nos dieran unos pocos, o echar una red para capturarlos nosotros mismos aprovechando su iluminación.

Pues bien, esta mañana, al iniciar la guardia de las 8 de la mañana, me he llevado una grata sorpresa, sobre la cubierta había más de una docena de calamares de mediano tamaño. ¿Cómo habrían llegado hasta allí? ¿Habría escuchado el mar nuestras peticiones y decidido premiarnos por algo? Sea como fuere los he recogido rápidamente, antes de que el sol calentara, y los he metido en la nevera, ya veréis que arrocito más bueno nos hacemos con ellos.

Supongo que estas aguas deben estar plagadas del cefalópodo, una ola los debió traer y quedaron depositados sobre cubierta.

En cualquier caso, por si las moscas, cuando se ponga el sol saldré fuera y gritaré: ¡atún rojo, atún rojo! ¿Quién sabe? Igual mañana me despierto y encuentro uno 😉

Durante la noche tuvimos entre 10 y 15 nudos de viento del Sur, que nos permitió seguir navegando con spi a buena velocidad, manteniéndose el barco muy estable con el piloto automático. A medida que avanzó la mañana se fue suavizando, sin embargo a primera hora de la tarde su intensidad se incrementó de forma brusca, obligándonos a arriar el spi rápidamente porque el Bahari estaba a punto de desbocarse, ya no lo aguantábamos. En su lugar hemos desplegado el génova.

Hay veces que no nos planteamos o no valoramos las cosas sencillas que tenemos a nuestro alrededor, sencillamente porque por lo cotidiano lo vemos obvio. De madrugada, sentado en cubierta, apoyado en el palo (por si acaso, para sujetarlo -es broma-), con el firmamento repleto de estrellas, la luna dibujando un río plateado sobre el mar, y el barco deslizando a toda velocidad sobre las olas, sin más sonidos que el de la brisa y el agua al correr bajo el casco, me planteaba el increíble regalo de la naturaleza (por llamarlo de algún modo) que supone el que eso sea posible. Todos sabemos su explicación física, pero sigue siendo algo mágico que, ayudado únicamente por la fuerza del viento, un objeto pueda cruzar un Océano, remontando olas y a veces avanzando incluso contra él. Verlo navegar así, con ese poderío, esa seguridad, el mar abriéndose a su paso, todo un espectáculo.

Y no solo eso, también se trata de un sistema que equipado puede ser muy autónomo. En nuestro caso generamos agua mediante la desalinizadora, gran parte de la energía la obtenemos del sol (mediante las placas) o de nuestra propia velocidad (usando el hidrogenerador). La pesca es uno de los elementos importantes de nuestra dieta, bien aprovisionados de no perecederos podríamos estar meses sin necesidad de tocar tierra. Es curioso y maravilloso que todo eso se pueda hacer, y que en el fondo, aunque habría que matizarlo mucho, tampoco sea tan complejo. Somos unos privilegiados por poder experimentarlo con todos nuestros sentidos, y no solo con la imaginación.

En este momento, a las 01:45 horas GMT, nos encontramos en 26º 56′ S, 79º 59′ W, navegamos a 8 nudos de velocidad rumbo 289º, impulsados por mayor y génova completas con viento de unos 18 nudos del Sur. Según los cálculos de la ruta teórica trazada nos quedan 1.861 millas hasta la Isla de Pascua (1.545 si pudiéramos ir directos a ella). La distancia a nuestro punto de origen (Valparaíso) es de 568 millas, por lo que nuestra velocidad media de avance global está siendo de 7,2 nudos (172,6 millas diarias).

Sed felices.

Kike

Día 806 (29/1/2012): Rumbo a la Isla de Pascua

Nuestra primera noche de navegación fue bastante movida, el viento del Suroeste subió hasta más de 20 nudos, con velas mayor y génova completamente desplegadas nos lanzó a superar los 10 nudos de velocidad en alguna ocasión, manteniéndonos en buenas medias (7,5 nudos de velocidad promedio, casi 180 millas recorridas durante las 24 horas). La ola de través era incómoda, pero soportable, nada que ver con las de Tierra del Fuego o Golfo de Penas.

Puntualmente fuimos al límite de llevar excesivo trapo (demasiada superficie vélica), pero el barco se comportó bien y no fue necesario rizar. La sensación de llevar el velero al máximo de sus prestaciones no es la misma cuando sales a dar una vuelta cerca de tu amarre habitual, que cuando estás solo en medio del océano y te quedan 25.000 millas por delante hasta regresar a casa, sigues teniendo ese «gusanillo», pero visto desde el prisma del respeto a romper algo, especialmente viniendo de una complicada reparación.

Durante el día el viento calmó progresivamente, por lo que decidimos recoger génova e izar spinnaker, a pesar de ir prácticamente de través. La decisión fue correcta, con 10-12 nudos de viento avanzábamos a más de 8 de velocidad. Desde ese momento todavía no hemos arriado el spi.

Por ahora seguimos rumbo Noroeste (entre 310 y 320º), no podemos ir en línea recta hacia la Isla de Pascua, sería cometer el mismo error que cometió Colon en su primer viaje a América, meternos en una zona de calmas, dado que hay un anticiclón casi permanentemente al Este de ella. Nuestra estrategia será bordear esta área buscando el empuje de los Alisios, trazando para ello casi un semicírculo, subiremos hasta los 24-23º de latitud Sur, luego arrumbaremos al Oeste hasta casi la longitud geográfica de la isla, en ese momento descenderemos en latitud hasta los aproximadamente 27º Sur de Pascua.

Todo este desvío implica que, en lugar de las 2.000 millas que hay a rumbo directo, acabaremos recorriendo más de 2.600 (similar a cruzar el Atlántico), pero será más rápido y con menos riesgos de quedar parados durante días en medio del océano.

La vida de abordo ha vuelto a su ritmo habitual durante la navegación, 4 horas de guardia controlando todos los elementos de barco y velas, alternadas con 4 horas de descanso. A pesar del tiempo transcurrido no nos ha costado nada adaptarnos, con las ganas que teníamos…

Se me olvidó contaros que zarpamos de Valparaíso con un tercer tripulante, Hugo, un amigo Argentino que nos acompañará durante un tiempo, bienvenido a la Aventura!

Poco más por hoy, disculpad si he usado mucha terminología náutica 😉

Sed felices.

Kike