Protegido: Día 448 a 451 (5 al 8/2/2011): El día después…
Hemos llegado!!!
Estamos ya amarrados en Puerto Montt, hoy no me voy a extender en los comentarios, únicamente quería avisaros a todos aquellos que se que seguíais nuestras últimas horas con inquietud. Mañana subiré un reporte y os contaré como hemos vivido esta travesía después del desastre hasta el puerto más cercano.
Físicamente estamos bien, mis leves heridas en la cara sin problemas, la herida que queda abierta es la del estado en que ha quedado el Bahari, aunque cada uno lleva la procesión por dentro, no os costará imaginaros como nos sentimos.
Hoy va a ser un día de relax y homenajes, celebraremos por todo lo alto la suerte que hemos tenido, mañana empezaremos el largo y duro trabajo que nos queda por delante.
Eso si, tened muy claro que Aventura Oceánica continua, os seguiré teniendo actualizados, no nos vamos a dar por vencidos, lucharemos hasta el final, más difícil fue cuando solo era un sueño en nuestras mentes. ¡Aquí no se rinde nadie!
En estos momentos es posible que necesitemos vuestra ayuda, cuando me haga una composición de lugar exacta os diré de que manera puede ser.
Nada más por el momento, enviaros muchos besos y abrazos, vamos a necesitar vuestros ánimos.
Sed felices.
Kike
Día 447 (4/2/2011): Problemas muy graves
Estábamos navegando bien, viento de 15-20 nudos y avanzando a buen ritmo, las previsiones eran que continuara de ese modo. Poco después de la medianoche se produjo la catástrofe, de repente, sin previo aviso, fue como si se abrieran las puertas del infierno, enviándonos toda su furia en forma de rachas huracanadas y mar demoledor.
No sé deciros la intensidad del viento, jamás había viso tanto, ni sé deciros la altura de las olas, en la oscuridad de la noche, sin apenas poder ver por los rociones que lanzaba contra nosotros, solo sé que éramos pequeños entre montañas de agua que rebosaban espuma blanca.
Inmediatamente fuimos a intentar controlar la situación, extremando medidas de seguridad con arneses y chalecos. Tratamos de arriar todo, tan fuerte era la ira de Eolo y Neptuno, pero súbitamente un ruido seco nos anunció lo peor, el mástil había partido, y en fracciones de segundo sonó una especie de explosión, la mayor había saltado en mil pedazos, casi se había desintegrado.
En ese momento estaba en proa con el génova, y el latigazo del estay al perder tensión y caer me alcanzó en la cara, un golpe amargo pero sin graves consecuencias, una brecha en la ceja, algunos cortes y el ojo un poco morado.
Rápidamente entendimos la situación y tuvimos claro lo que hacer, lo primero parar motor que acabábamos de conectar para ayudar en la maniobra, porque si algo se liaba en la hélice habríamos perdido nuestro único medio de propulsión, lo segundo lanzar el génova por proa para que nos hiciera de ancla de capa y que el temporal no nos revolcara, lo tercero recoger y trincar bien todo lo que pudimos para que los restos no dañaran el casco ni nos hicieran abatir con el fuerte viento, lo cuarto meternos dentro a refugio, en la oscuridad de la noche y en esas condiciones poco más se podía, también temíamos que pudiera caer algo y producir una desgracia personal.
Con las primeras luces del día analizaríamos el estado de lo que había quedado, nos aseguraríamos que nada pudiera enredarse en el eje, afirmaríamos todo lo posible y nos dirigiríamos a motor al puerto más cercano.
Nada más entrar nos alegramos de que a ninguno de los tres le hubiera pasado nada de importancia y asumimos con la tranquilidad de lo inevitable lo sucedido. Ninguno se alteró ni durante la arriesgada maniobra ni después, las cosas salieron fáciles a pesar de la gravedad de los problemas.
Nos dispusimos a descansar un rato hasta que pudiéramos continuar, aunque las condiciones no eran las más idóneas, fuera la pesadilla continuaba, a la deriva como un cascaron de nuez estábamos a merced del mar, los golpes de las olas eran como latigazos, el aullido del viento y el sonido metálico del trozo de palo, estays, poleas y cabos impactando con todo era descorazonador.
No sé a Jose Carlos y Eduardo, pero para mí fueron horas muy largas, por un lado deseaba que pasaran rápido para arrancar motor y salir de allí, por otro que no acabaran nunca para no tener que enfrentarme al tremendo desastre, hubiera querido dormir y que al despertar todo no hubiera sido más que un mal sueño.
Pero no fue así, llego la claridad y evidenció la realidad, la fuerza y la energía brotaron de nuevo, teníamos una situación que resolver, manos a la obra. La visión desde cubierta encogía el alma, el mástil partido a nivel de la tercera cruceta, con el trozo roto colgando golpeándolo todo tipo badajo, estays de proa y popa desprendidos y parcialmente en el agua, un amasijo de hierros, cables y cabos enredados por todas partes, un jirón de la mayor volando libremente como una cometa, imagen de desolación, de ruina, como si un huracán hubiese pasado sobre nosotros arrasándonos, y no sé lo que fue, pero seguro que estaban emparentados cercanamente.
Afirmamos lo que queda de palo con drizas a proa y las burdas a popa, recogimos con mucho esfuerzo el génova del agua, nos aseguramos de limpiar todos los cabos y que nada saliera de cubierta, trincamos los estays y arrancamos motor, funcionaba perfectamente, nada se había liado, así que nos pusimos en marcha rumbo a Puerto Montt.
En este caso viento y mar nos favorecen, nos ayudan impulsándonos a mayor velocidad, parece que se arrepienten del brutal castigo que nos han infringido.
La distancia es de unas 180 millas para llegar a puerto, si no hay problema deberíamos estar allí el domingo, las previsiones son que la meteorología continúe del mismo modo.
De todas las averías a las que nos podíamos enfrentar, salvo irnos a pique, la que nos ha sucedido es la peor, nuestra pesadilla más amarga, puesto que va a implicar mucho tiempo, coste económico y complejidad. Aventura Oceánica está gravemente herida, con diferencia, el mayor problema desde que salimos.
Pero sabéis que si algo nos ha caracterizado ha sido nuestro tesón y espíritu de lucha, la ilusión por cumplir nuestro sueño, asumimos el esfuerzo y el sufrimiento como contraprestación a las increíbles vivencias y experiencias que nos está dando, no cejaremos en nuestro empeño. Nos esperan momentos difíciles, durante un tiempo nuestro día a día va a cambiar mucho, pero lo que si os aseguro es que la Aventura continua, y yo voy a seguir contándoosla, no nos vamos a rendir.
Sed felices.
Kike