Días 440 y 441 (28 y 29/1/2011): Caleta Villarrica
Ayer dormimos hasta el mediodía, el cansancio acumulado, y la tranquilidad del lugar, con el barco tan quieto como en puerto y silencio absoluto roto únicamente por el canto de los pájaros, sin duda ayudaron a ello. Como es habitual en la zona, el tiempo cambiaba cada 5 minutos, alternándose lluvias, nubosidad y algunos minutos de sol que aprovechábamos a la carrera para poder tomar imágenes con mejor luz del precioso entorno.
Tras remolonear un rato por el barco salimos a explorar. En primer lugar nos dirigimos al estrecho paso de entrada con la fueraborda. Desde allí tuvimos una preciosa estampa del Bahari fondeado casi entre los árboles, así como la impresionante vista de las rocas que flanquean el acceso, como guardianes de la puerta del paraíso. A pesar de su aridez, la vegetación desafía todas las leyes de la lógica y puja por invadir lo que debiera ser yermo.
Por el camino divisamos una extraña espuma en mitad de la laguna, nos extrañó, puesto que según la carta y la sonda cuando pasamos por allí, la profundidad es de más de 100 metros. No tardamos mucho en darnos cuenta de nuestro error, se trataba de delfines, una pareja que debió encontrar el pasadizo y decidió disfrutar de sus tranquilas aguas, enseguida vinieron a jugar con nosotros. Y no son los únicos habitantes con los que nos hemos topado, además de aves, hemos podido ver habitualmente unos animales, tipo nutrias o castores, que nadan cansinamente de una orilla a la otra.
Regresamos a la caleta donde se encontraba el barco y bajamos a tierra justo a su popa, allí desemboca un pequeño río que atraviesa el bosque, siguiéndolo llegaríamos al lago que le da origen. El cauce es demasiado profundo para caminar por él, pero no lo suficiente como para navegar con la auxiliar, así que no tuvimos más remedio que atravesar la tupida vegetación. No fue sencillo, nos llevo un buen rato, y no poco esfuerzo, cruzar por la maraña de ramas, troncos, arbustos, musgo, líquenes, etc. El suelo es tan mullido y esta tan cubierto por todo tipo de restos vegetales que muchas veces no sabias si caminabas sobre tierra, troncos o sobre una red tejida por las ramas. El esfuerzo valió la pena cuando apareció ante nuestros ojos un inmenso lago, aguas oscuras atrapadas entre mil tonalidades de verde, bordes irregulares para no poder adivinar su forma, un tesoro escondido por la naturaleza, tan remoto e inaccesible que pocas miradas habrán podido invadir su soledad.
La vuelta fue aun más penosa que la ida, incluyendo momentos de emoción cuando atravesamos un tronco sobre el río, que crujió y se quebró a nuestro paso, aunque por suerte ninguno caímos al agua.
Por la tarde, observando a mi alrededor desde cubierta, me vino a la mente un pensamiento, y es que si todo el esfuerzo y la apuesta que supone Aventura Oceánica hubiera sido únicamente para el recorrido de la Patagonia y el Cabo de Hornos, sin duda que habría valido la pena. Tierras y mares realmente especiales, vírgenes y salvajes, duros y desolados, pero de una belleza y riqueza de vida incomparables. Son muy pocos los que se aventuran en estas aguas, y lo entiendo, pero aquellos que lo hacen, además de algún mal rato, pueden vivir experiencias únicas.
Poco hemos sufrido el temporal desde nuestro excelente refugio, alguna racha aislada y chubascos. Las últimas previsiones indicaban una mejoría para hoy y un cambio en la dirección del viento para mañana, haciendo cálculos hemos decidido reemprender la navegación a mediodía, de modo que para cuando se produzca hayamos salido ya del laberinto y estemos en mar abierto para poder aprovecharlo.
Los canales nos han vuelto a demostrar que ellos deciden sobre viento y corriente en su territorio, un primer intento de navegar el Pitt ha sido infructuoso, en el momento lo hemos encarado rachas de 50 nudos y mar en contra nos dejaban avanzar a escasamente 1 nudo, cuando la previsión de viento de gradiente era entorno a 20 nudos. Imposible recorrer de ese modo 90 millas, hemos dado la vuelta dudando si volver al refugio o intentarlo por el canal Sarmiento, más al Oeste, un poco más amplio y con algunas luces de señalización (lo que ayudaría bastante durante la noche).
Ha ganado la segunda opción y esta vez sí lo hemos conseguido. En este momento, a las 23:00 hora local, navegamos por el canal Inocentes, rumbo al Golfo de Trinidad, donde si todo va bien llegaremos por la mañana. Desde allí accederemos al Océano Pacifico en cuanto las condiciones nos lo permitan.
Vamos despacio, yendo hacia el norte viento y corriente siempre son contrarios, pero podemos ir ganando millas. Ahora mismo tendremos unos 20-25 nudos de proa, aunque de vez en cuando llega una especie de chubascos que doblan la velocidad del viento y descargan lluvias torrenciales, afortunadamente no duran más de media hora o 40 minutos.
Durante bastante tiempo, y a pesar de las condiciones, la fauna local nos acompaña, los delfines han estado jugando a zambullirse bajo la proa cuando el barco se levantaba para dar pantocazos durante un buen rato. Las focas no se han quedado atrás, hacen cabriolas a nuestro alrededor cuando más encrespadas están las olas.
Hoy me quiero despedir con una frase que me ha gustado mucho, dice así: «el auténtico viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevas tierras, si no en tener nuevos ojos» (Marcel Proust).
Sed felices.
Kike
Protegido: Día 439 (27/1/2011): Icebergs
Día 438 (26/1/2011): En manos de Eolo
Como dice el refrán: «el hombre propone y Dios dispone», la última previsión meteorológica anuncia la llegada para mañana por la noche de un temporal muy violento, nuestros planes han cambiado por completo.
El viento medio en superficie se estima entorno a 45 nudos, según nuestra experiencia tras un tiempo navegando por la zona, eso implica que las rachas superaran holgadamente los 60-65 nudos y las olas podrían alcanzar perfectamente los 8-10 metros. Teniendo en cuenta que además su dirección es Norte-Noroeste (justo contrario a la nuestra, de proa), sería una temeridad continuar con nuestra idea de navegación oceánica hacia Valdivia.
Contra algo así no se puede luchar, solo podríamos tratar de mantenernos o correr el temporal (navegar con él). Al famoso navegante Slocum, el primero que dio la vuelta al mundo en solitario, le paso algo similar en el punto exacto en el que nos encontramos, tras un mes esperando a poder salir del Estrecho de Magallanes por mal tiempo, tuvo unos días de calma que aprovecho para hacerse a la mar (similar a la situación meteorológica que tenemos), al poco se vio atrapado en un fortísimo temporal que le arrastró hasta el Cabo de Hornos. Sin duda, de no ser por la tecnología la historia se repetiría con nosotros, y esta vez no creo que el mito de los océanos nos mostrara su cara más amable.
Asumimos perfectamente que los elementos son muchísimo más poderosos que nosotros, estamos en sus manos, no pretendemos desafiar su autoridad, así que lo razonable es adaptarse y elaborar una nueva estrategia.
Y es que es normal, estamos en 53º Sur, en el frente polar, donde las bajas se originan y vienen del Oeste con los Westerlies (vientos predominantes de esa dirección que soplan con intensidad casi permanentemente), navegar entre los 50 aullantes y los 60 bramadores lleva aparejado este tipo de inclemencias atmosféricas, que además se agravan en la costa occidental de Chile por la corriente fría de Humboldt y la escarpada orografía, que canaliza y acelera los vientos.
Mientras la situación se mantenga tampoco podremos navegar por los canales, ya aprendimos con mucho sufrimiento lo que pasa en estos casos, y por lo que parece el que se aproxima es peor que el que pasamos.
Así que no hay muchas opciones, tenemos que buscar un lugar seguro para protegernos hasta que se den las condiciones para continuar. Trataremos de ganar todo el Norte que podamos navegando esta noche y todo el día de mañana, antes de que llegue la oscuridad tendremos que estar refugiados, mala cosa si no lo conseguimos.
Para ello nos estamos adentrando en este mismo momento en el Canal Smyth, casi en el extremo occidental del Estrecho de Magallanes, lo seguiremos mientras podamos, hasta que llegue el momento de parar.
Por lo demás, anoche fue muy cerrada, era imposible distinguir nada en la oscuridad, afortunadamente los instrumentos de navegación nos permitieron superar sin problemas los pasos más angostos y complicados del Estrecho.
Viento y mar en calma nos acompañan desde que zarpamos de Punta Arenas, hoy ha lucido el sol como no lo hacía desde hace mucho tiempo, supongo que es la calma que precede a la tempestad. Dentro de lo que cabe, parece que las piezas encajan en nuestro puzle, puesto que el extremo occidental de Magallanes e incluso en canal Smyth son conocidos por la extrema dureza de sus condiciones de navegación con viento del Noroeste, poder superarlos con buen tiempo nos evita esa incertidumbre, tenemos referencias de barcos que han tenido que esperar más de 10 días hasta que han podido salir de aquí.
Siguiendo con el refranero, a mal tiempo buena cara, lo encajamos con la tranquilidad de aquello que escapa a tu control y que por mucho que te empeñes seguirá siendo del mismo, modo. Bien mirado, si conseguimos un buen lugar de abrigo podremos disfrutar de unos días de relax que no nos vendrán nada mal para la larga travesía que nos espera hasta Valdivia. Así que, Eolo, estamos en tus manos, cuando nos lo permitas proseguiremos nuestro camino.
Sed felices.
Kike