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Día 429 (17/1/2011): Cruzamos el Cabo de Hornos

A las 20:00 horas locales (4 horas más en España) bordeábamos el famoso Cabo de Hornos, línea divisoria entre los océanos Atlántico y Pacífico, extremo austral del continente americano y  el lugar más peligroso para navegar del planeta.

Posiblemente hayamos hecho muchas cosas mal en nuestra vida, pero algo deberemos haber hecho bien, cuando Neptuno y los elementos se conjuraron para facilitarnos el mejor cruce del gran cabo que se pueda imaginar. El sol brillaba con intensidad, la temperatura no era extremadamente fría, una ligera brisa del Noreste nos empujaba con dulzura y suavidad, pequeñas olas nos mecían más que balancearnos…    Si lo hubiéramos intentado durante 100 días seguidos en apenas 1 ó 2 habríamos conseguido las condiciones que hemos tenido, es más, unas horas antes la situación era penosa, con vientos de 55 nudos del Noroeste (contrarios a nuestra dirección) y mar arbolada, y dentro de unas horas a buen seguro que no será mejor, puesto que cuando se intensifiquen los vientos de componente Este (contrarios a la corriente) las olas se levantaran con una verticalidad inusitada.

Somos afortunados, a pesar de que en ocasiones se nos compliquen las cosas, nuestra estrella no nos abandona, y nuestro ángel de la guarda tampoco, no me extrañaría que hubiera tenido algo que ver en el pacto favorable de los señores del viento, tierra y mar. Siempre habíamos pensado que nos resultaría muchísimo más dificultoso, y cierto es que la elección del momento del ataque definitivo ha sido clave, pero no por ello hay que pensar que todo el merito es nuestro, tenemos que dar gracias, podía haber pasado mucho tiempo sin ventanas meteorológicas o incluso teniéndola prevista todo podría haber cambiado súbitamente, como sucede habitualmente en estas latitudes.

La noche anterior no pudimos dormir debido a la avería del motor, la mañana y la tarde, hasta el gran momento, transcurrieron alternando descansos y guardias mientras navegábamos rumbo sur por la Bahía Nassau con viento suave y buena mar. Tal vez para que la emoción no decayera, o porque de un modo u otro Hornos demandaba un tributo, cuando faltaban 7 millas para llegar tuvimos un nuevo problema, uno de los guardines se salió de la roldana y nos quedamos sin timón. Quedarse sin gobierno en estas aguas, frente al innombrable de los océanos, no creo que sea situación que nadie deseara, una vez más gracias a las excelentes condiciones meteorológicas la hora que estuvimos al pairo mientras lo solucionábamos no se convirtió en un drama, intuyo que no serán muchos en la historia a los que les ha pasado eso en este lugar y han podido contarlo.

Desde muchas millas atrás divisábamos ya la Isla de Hornos, al sur de las Wollaston. Su orografía es abrupta, difícil de adivinar sin una carta, aunque claramente visible como obstáculo en el mar debido a la considerable altura del cabo (425 metros). De repente el mar estalló de vida, un numerosísimo grupo de delfines vino a recibirnos y confirmarnos los buenos augurios para el momento que nos esperaba, saltaban y hacían cabriolas como nunca los había visto, parecían tan extasiados como nosotros por la excepcional ocasión.

A medida que nos aproximábamos se iba perfilando más y más el aspecto del monstruo, bello y aterrador a la vez, de forma piramidal, combinación de colores verdes por la vegetación con marrones de la roca viva, con innumerables desgarros y hendiduras por tantos temporales soportados, con su zona baja erosionada violentamente por las inmensas olas que sobre el impactan, con tantas muescas como vidas se ha cobrado…

En el instante nos situamos cara a cara estalló la alegría y la emoción, bromas, risas y abrazos, lo habíamos conseguido, otra prueba más superada en ese viaje jalonado de constantes desafíos, pero en este caso no era uno más, era el rey de los desafíos náuticos, el Everest de los mares. Los delfines decidieron acompañarnos mientras lo bordeábamos, parecía que estaban tan contentos como nosotros, ¿se puede tener mejor presagio para una vuelta al mundo a vela? Cruzar el mítico Hornos, con buen tiempo, mar en calma y rodeados de delfines.

La celebración fue muy española, jamón ibérico que  trajo Eduardo, regado con un buen vino valenciano (obsequio de nuestro amigo Rodolfo, de Bodegas Vegalfaro). El brindis también con cava valenciano (en este caso gracias a nuestro amigo Alfredo Soler, Castell dels Sorells).

Hoy no somos mejores o peores que ayer, no sabemos navegar más o menos, pero lo que sí es cierto es que hemos pasado a formar parte de los Cap Horniers (barcos, capitanes y tripulaciones que lo han cruzado), además con el orgullo de haberlo hecho en el sentido Este-Oeste, el más complicado. Se ha escrito mucho acerca de los privilegios de un Cap Hornier, el más conocido es el derecho a ponerse un aro en la oreja izquierda (lado por el que se encara la roca en el sentido habitual), la leyenda dice que si en alguna ocasión naufragaban Neptuno reconocería su valor como marinero y agarrándole de él le devolvería a la superficie. También he leído que a partir de ese momento se les permitía comer con un pie sobre la mesa, mear a barlovento (dudosa honra) o no estaban obligados a hacer una genuflexión en presencia del Rey. Sea como fuere, fiel a la tradición, yo hoy me colocaré el aro en la oreja izquierda, como muestra del máximo respeto a las leyes y costumbres del mar, y de satisfacción por la hazaña conseguida de llegar hasta aquí.

Sé que mucha gente ha estado pendiente estos últimos días, quisiera agradeceros a todos aquellos que nos seguís en cualquier grado vuestra presencia al otro lado de la comunicación, notamos vuestro calor y compañía. También quisiera dar las gracias a patrocinadores y todos los que nos han ayudado a que estemos aquí, entre ellos la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Valencia, Radio Televisión Valenciana, Grupo S2, Prodevelop, Propeller Club de Valencia, Oesía, mychiringuito.com, Altura de Vuelo, el RCN de Valencia y muchos más que no menciono individualmente para no extenderme.

Cruzando Hornos llevaba dentro de mi corazón a muchas personas, como mis amigos, mi familia y Belén, inseparable de Aventura Oceánica para mi, ha estado en todo momento y os ha informando puntualmente. Hay alguien a quien le dedico especialmente este éxito, figura clave en mi vida, le debo en gran medida ser quien soy y como soy, ella me enseño lo que es el valor, a aguantar el sufrimiento, me enseño a querer y a actuar en la vida como sientes, sin miedo a nada, ella es mi madre, aunque ya no esté siempre está conmigo, ella es mi ángel de la guarda.

Me despido emocionado, deseándoos que seáis extremadamente felices.

Kike

Días 412 a 419 (31/12/2010 al 7/1/2011): Un lugar mágico…

Espero que hayáis tenido una excelente entrada en 2011, y por supuesto que continúe así o mejor, siempre mejor, en el fondo eso depende en gran medida de nosotros mismos…

La mía fue buena y doble, porque celebramos el cambio de año en España y aquí, en Argentina. Para nosotros eran las 8 de la tarde y no pudimos conseguir uvas, pero eso no nos desanimó a seguir la tradición, pudimos sintonizar TVE internacional para las campanadas y unas cerezas hicieron las veces, eso sí, no fue fácil, casi nos atragantamos con los huesos, nos reímos un buen rato, podéis ver el video que grabamos en mi perfil de facebook. En cualquier caso lo importante es que empezamos el año con nuestro corazón junto a todos aquellos que queremos en nuestra amada tierra.

La Nochevieja argentina la celebramos en un local de San Telmo, cerca de donde vive Eduardo. Poco que ver con nuestras tradiciones, la cuenta atrás de un speaker y un brindis recibieron al 2011, ni uvas, ni campanadas, etc. A pesar de ello, por si acaso, llevábamos nuestra ropa interior roja, pié derecho delante y pedimos nuestros deseos, nunca se sabe…

Estuvimos en Buenos Aires hasta el 4, cuando tomamos un vuelo hacia El Calafate. El resto de días en la gran urbe del Río de la Plata tranquilos, vimos la salida del Dakar, hicimos una paella el domingo para comer (en línea con mantener las tradiciones), cine y alguna que otra salida por esa ciudad que tanta vida tiene. También pude conseguir todos los repuestos que necesitamos para el barco, a pesar de los festivos, Sebastián me echó un cable a ello.

Pagar no está siendo evidente, se está produciendo una curiosa circunstancia y es que no hay efectivo en el país, para conseguir dinero hay que recorrer innumerables cajeros, es un fenómeno generalizado, hay muchas teorías al respecto pero no está claro lo que sucede. Para nosotros es un problema importante, puesto que todas aquellas cosas que no puedes pagar con tarjeta se convierten en un drama, espero que se solucione en breve y que no sea la antesala de un nuevo corralito.

Ahora mismo sigo en El Calafate, aunque a punto de regresar a Ushuaia, esto es espectacular, la puerta de entrada a los glaciares patagónicos, la tercera reserva natural de agua dulce del mundo.

El día siguiente a nuestra llegada realizamos una excursión en barco por el Parque Nacional de los Glaciares, navegando por el Lago Argentino. Al poco de salir solo la visión de los Andes y del lago ya constituyen un paraje natural de inmensa belleza, nada que ver con lo que espera más allá desde hace miles de años. Gradualmente los icebergs desprendidos de los glaciares comienzan a estar más presentes, enormes masas de agua congelada de colores blancos y azulados flanquean el camino. La primera parada prevista era el glaciar Upsala, aunque no pudimos llegar, un reciente desprendimiento ha creado una barrera natural de hielo infranqueable, sinceramente creo que ha sido una suerte, no es un fenómeno común contemplar la potencia y las posibilidades de este elemento. Más tarde pudimos llegar al glaciar Spegazzini con sus muros de más de 100 metros sobre el agua, tenéis que verlo en las fotos, abrumador.

Por último la parada fue en la cara norte del Perito Moreno, el más conocido por su belleza y sus constantes desprendimientos, un lugar especial y mágico para mí, deseaba mucho  conocerlo, no me decepcionó. Desde el barco es como una inmensa fortaleza de paredes blancas infranqueables, la puerta de entrada a otro mundo con distintas dimensiones. Mayor en superficie a la ciudad de Buenos Aires, sus 60 metros de altura visible se desplazan entre 0,5 y 2 metros diarios hacia el lago, con el único fin de que el agua que contiene vuelva a su estado líquido (en realidad el glaciar tiene otros 100 metros sumergidos bajo el agua y en algunas partes se calcula que su espesor supera los 700 metros).

El día de Reyes nuestro regalo fue una visita en exclusiva al Perito Moreno, donde además de contemplarlo desde las terrazas situadas en su parte frontal podríamos recorrerlo en barco por la cara sur y hacer una marcha sobre el hielo que lo conforma. No encuentro palabras para describir esta maravilla de la naturaleza, por eso os adjuntaré algunas fotos, desde luego no creo que a nadie pueda dejarle indiferente, a mi me emocionó. Sus continuos crujidos, los témpanos que se desprenden (algunos e ellos enormes) precipitándose sobre el agua y generando olas, su formas, todo ello te deja claro que no se trata de algo estático, que tiene vida, llegas a sentir su energía…    Casi todo el día mirándolo o sobre él y os aseguro que no me cansaba, te hipnotiza, combinando momentos en los que la mente se queda en blanco y solo percibes, sientes, con otros en los que las emociones y los pensamientos te invaden, algo así te pone la sensibilidad a flor de piel.

Caminar sobre él es perderse en otra dimensión, en la que el silencio y el hielo marcan las reglas del juego, aquí la naturaleza en su conjunto es el ser superior, tú no eres más que un insignificante punto colorido que mancha su blanco y azulado manto. Pudimos apreciar sus grietas, desniveles, puntos de pérdida de masa, etc. además de conocer un montón de interesantes detalles acerca del mismo. Uno de los datos que más me tranquilizó es que por el momento es un glaciar estable, no está en recesión, desde que se lo conoce no varía su posición (en global, evidentemente si lo hace entre verano e invierno,  pero se compensa).

De vuelta en El Calafate visitamos un centro de interpretación especializado en la Patagonia, sus glaciares, su historia, sus antiguos habitantes, etc.  Una tierra muy peculiar, creo que debe ser de las más singulares del planeta.

Os dejo de momento, tengo que tomar el vuelo a Ushuaia, vuelvo al barco y a continuar con la preparación de nuestra siguiente etapa.

Sed felices.

Kike