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Día 397 (16/12/2010): Polizón abordo

Anoche, cuando acababa mi guardia, distinguía algo sobrevolando todo el rato sobre la cubierta, me era complicado saber que era, si hubiésemos estado en tierra habría asegurado que un murciélago, pero en mitad del mar no tenía sentido. No le di más vueltas y me fui a dormir, las horas de descanso son oro en nuestras condiciones.

Por la mañana se descubrió el misterio, Jose Carlos me avisó que llevábamos un polizón abordo, un pararillo se había instalado tras la protección de la capota antirociones, allí permanecía dormitando, debía estar agotado, porque ni se movía cuando pasábamos por su lado al entrar o salir a cubierta. Lamentablemente la ornitología no es mi fuerte, así que no se deciros con seguridad de que especie se trataba, cuando suba las fotos a ver si alguien sabe decírnoslo.

Ha permanecido allí varias hora, inmóvil, impasible a los movimientos del barco o su tripulación, llegué a temer que estaba gravemente enfermo y que iba a morir, tan extraño era su comportamiento, pero no, de repente ha parecido despertar de su letargo y ha retomado el vuelo hacia donde su camino le llevara, eso sí, nos ha dejado un regalito como pago a los servicios de transporte y hospedaje, por lo que se ve no ha quedado muy satisfecho. Curioso el mundo animal, ¿que habría sido de él si nosotros no hubiésemos estado allí? A veces da que pensar, como pequeñas casualidades pueden condicionar el destino… ¿nuestro camino está escrito previamente? ¿o somos nosotros quienes lo escribimos con nuestra decisión y esfuerzo? ¿o una mezcla de ambas? Demasiado filosófico para estas horas…

En cuanto a navegación no nos podemos quejar de la noche y el día que hemos pasado, el viento roló y se puso del través tal cual la previsión, y durante la jornada se ha ido hacia la popa, aumentando también de intensidad hasta los 30 nudos en algunos momentos. Hemos podido avanzar a buen ritmo y sin excesivos problemas, supongo que lo podréis comprobar si miráis el mapa de nuestra posición en la sección «itinerario día a día» de nuestra web.

Al inicio de la tarde ha habido un rato divertidísimo, el mar de fondo del fuerte Norte que ha soplado estos días atrás se ha juntado con el oleaje del oeste generado por el viento actual. La combinación de ambas olas provocaba un movimiento similar a estar en una continua montaña rusa, con sus ascensos, descensos y movimientos laterales, no eran impactos violentos, más bien acelerones y frenazos al subir y bajar las olas tanto en longitudinal como en transversal, en fin, que nos divertimos como podemos y nos reímos de todo.

Eso sí, al caer la tarde las cosas ya se han puesto serias, el viento se ha tornado en contra, con el poderío y la enorme ola que levanta enseguida por estos mares, ahí ya ha sido menos divertido.

De hecho esto no es más que el aperitivo de lo que viene mañana, la previsión indica vientos medios en superficie de 35 nudos. Según la experiencia de estos días, el viento real supera como mínimo en un 50% al de la previsión, y las rachas llegan al doble, así que la cosa se va a poner muy muy fea.

Por eso hemos tomado una decisión, resguardarnos en Puerto Deseado (supongo que no somos los primeros que llegaremos a él con ansia), en teoría a final de la tarde habrá pasado lo peor y podremos reemprender el camino. Ha sido curioso, la decisión ha sido como espontanea y todo encajaba, nos viene casi de paso, llegamos justo antes de que se inicie lo peor y casi coincidiendo con la corriente de marea entrante (3,5 nudos nada despreciables), todo encaja, volviendo al tema de antes, ¿será el destino que nos quiere proteger de algo?
En cualquier caso es la decisión más razonable, teniendo la posibilidad no tiene sentido poner en riesgo a barco y tripulación, demasiado expuestos estamos ya en otras situaciones en las que no tenemos alternativa.

El único problema es que, como siempre, llegaremos de noche y sin conocer, aunque ya nos estamos acostumbrando a las búsquedas a ciegas. Miguel Urbieta, el apoyo que estamos teniendo en tierra y con el que contactamos todos los días mediante la emisora de onda corta, ya ha avisado a la Prefectura de nuestra llegada, esperamos que nos puedan indicar correctamente. A la velocidad que vamos, sobre las 3 de la mañana deberíamos estar allí.

Os escribo desde la posición 47º43’S, 65º43’W, aquí son las 12 de la noche (03 GMT), navegamos rumbo 224º a 5,4 nudos, con motor y mayor. A medida que nos acercamos a costa el viento se suaviza y la ola también.

Si todo va bien mañana os escribiré desde Puerto Deseado, aunque como os digo nuestra escala será breve, en cuanto pase lo peor zarparemos de nuevo rumbo Ushuaia, que todavía nos quedan 550 millas.

Sed felices.

Kike

Día 395 (14/12/2010): Hacia los 40 rugientes

Por este nombre tan expresivo se conocen los fuertes vientos que soplan entre las latitudes de 40º a 50º Sur. Tradicionalmente han sido el azote de los navegantes que surcaban estas aguas, sumados al duro oleaje y a la gran variabilidad meteorológica han sido los causantes de numerosísimas tragedias en el mar.

A medida que se desciende en latitud su intensidad incluso aumenta, dando lugar a los conocidos como 50 aullantes y 60 bramadores.

Durante esta etapa atravesaremos todo el área de los 40 rugientes y nos adentraremos en el territorio de los 50 aullantes, acercándonos a los 60 bramadores, puesto que superaremos los 55ºS para adentrarnos en el canal de Beagle.

No solo viento, oleaje y otros avatares meteorológicos constituyen una dificultad, las corrientes pueden jugar también malas pasadas. Por ejemplo, en el Estrecho de Le Maire, que separa la Isla de los Estados de Tierra del Fuego, se produce un fenómeno conocido como tideripes, cuando las fuertes corrientes que lo atraviesan (que pueden llegar a los 8 nudos de intensidad) se enfrentan a un oleaje formado en sentido contrario, las olas aumentan espectacularmente de altura, su dirección se altera y comienzan a llegar de todos lados, muros de agua con cresta rompiente conforman un auténtico infierno. Un Capitán de la Marina Argentina nos contó que varias veces temió perder el barco atravesando dicho lugar, y eso que se trataba de un buque militar…

En cualquier caso tranquilos, si vemos que las condiciones no son propicias bordearemos la Isla de Los Estados en lugar de cruzar el canal, son más millas, pero las ganaremos en seguridad.

Anoche (martes) zarpamos de Puerto Madryn, tras una espectacular odisea para conseguir repostar y aprovisionarnos. Durante la mañana acabamos de solucionar los problemas que teníamos en el barco y a mediodía bajamos a tierra con la intención de comer, comprar unos bidones de combustible, algo de comida que no necesitara de cocina (sabemos lo que nos espera) y cargar unos litros de agua dulce.

El viento de Norte se empezó a establecer por la mañana, dirección de la que el fondeadero también está desprotegido, una ola incomoda se estaba formando, pero no parecía preocupante.

Tomamos la auxiliar, cargados con los bidones, y la amarramos de nuevo al remolcador de la noche anterior, en este caso la maniobra de subida al mismo y el salto al muelle fueron más fáciles.

Hicimos todo lo que teníamos que hacer, incluidos los trámites con Prefectura, y regresamos al muelle en dos taxis por todo lo que llevábamos. Al llegar el corazón me dio un vuelco, no estaba ni el remolcador ni nuestra embarcación auxiliar, el viento había subido y olas enormes zarandeaban el barco como un cascarón de nuez en un remolino e impactaban con furia en el muelle, la cosa no pintaba bien, una nueva prueba que superar.

Angustiado corrí muelle arriba y muelle abajo tratando de localizar el bote, mirando al mismo tiempo a la playa por si la hubiera arrastrado hasta allí, pero nada. Por fin la vi, estaba amarrada en el extremo de un barco militar y dos remolcadores abarloados, justo en el extremo opuesto, con la parte delantera completamente deshinchada.

En ese momento llegó Sebastián con el otro taxi, se quedó con las cosas, localizamos una escalera de bajada desde la que podríamos cargar, y me dirigí a intentar recuperar la neumática.

El primer salto hasta el barco de la Prefectura era imposible, estaba a sotavento y por lo tanto separado varios metros del muelle, menos mal que el oficial presente, viendo la situación, conectó máquina y lo aproximó. De ahí hasta el último remolcador fue más fácil, aunque los desniveles eran también de varios metros. Llegué hasta el bote y lo pude arrancar, aunque con toda la proa pinchada no me daba muchas garantías de superar las enormes olas que ya rompían.

Con mucho cuidado conseguí llegar hasta donde el barco estaba fondeado, su movimiento era cada vez más violento, al amarrar la neumática golpeaba fuerte contra el casco, había que estar muy atento al impacto para que no te pillara. El hinchador sirvió de poco, a los pocos segundos estaba igual, pero bueno, podríamos ir hinchando a la vez que navegábamos para aumentar la flotabilidad y que entrara menos agua.

Volví al muelle y ya estaba Jose Carlos, entre los tres comenzamos la delicada maniobra. Acercar la auxiliar a la escalera imposible, la habríamos destrozado, pudimos ayudarnos de un bote rígido que estaba amarrado al lado para cargar las cosas allí y luego traspasarlas de éste al nuestro.

Tuvimos que hacer 4 viajes, y os aseguro que fue complicado, acabamos exhaustos, mojados y con golpes por todos lados, pero lo conseguimos, aunque más de una de las personas que se concentraron a observar nuestro numerito lo dudaran por varias veces en voz alta.

Una vez en el Bahari, con todo abordo, decidimos abandonar la boya y fondear a sotavento de unos mercantes, allí tendríamos más tranquilidad, ellos nos darían abrigo, donde estábamos era imposible ponernos a organizar el barco.

Acertamos en la decisión, en un par de horas estábamos listos para zarpar con todo bien estibado y el velero preparado para la navegación que sabíamos nos esperaba.

Era ya noche cerrada, y una brisa suave de componente Norte nos acompañaba, haciéndose más fuerte a medida que nos aproximábamos a la salida de Golfo Nuevo.

A medio camino el motor volvió a fallar, de nuevo el mismo problema, aire en el gasoil, pensábamos que tras cambiar manguera de combustible, filtro, prefiltro y cebador estaba solucionado, pero no. Mientras yo trataba de mantener el barco navegando con el poco viento que había, Jose Carlos, con la ayuda de Sebastián, se enfrascaron en la reparación de la avería. Tras más de una hora, y varios intentos, dedujimos que el problema era que no le entraba bastante aire al depósito para compensar la absorción de gasoil, desmontamos una válvula nueva que montamos en Buenos Aires para usar una bomba eléctrica de llenado a partir del los bidones, et voilà, problema solucionado, era eso el origen, ya ves, siempre aprendes cosas nuevas.

Tras ese incidente las cosas se tranquilizaron, el viento subió y pudimos izar todo el trapo, pusimos proa a mar abierto y a navegar se ha dicho…

Sed felices.

Kike