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Días 275 a 280 (16 al 21/8/2010): En Bahía, pasados por agua

Y es que la lluvia ha sido una constante casi desde que llegamos, especialmente desde el lunes, alguna tregua ocasional, pero chaparrones periódicos no dejan de descargar agua sobre nosotros.

La meteorología ha condicionado nuestra estancia en la ciudad, al fin y al cabo Salvador es una ciudad para recorrer y para vivirla, y cuando el tiempo no acompaña, las cosas se complican. Hemos pasado los días fundamentalmente en el barco, tranquilos, descansando, leyendo, aprovechando que disponemos de conexión a internet, etc. que por otro lado tampoco está mal, entenderéis que también nos apetezca ese cambio de ritmo.

El martes pudimos hacer una excepción y salir a cenar en el Pelourinho. Lo que más me impactó de esta nueva visita fue el ensayo que encontramos por la calle de una escuela de samba. La percusión sonaba como si no hubieran hecho otra cosa en su vida, con el ritmo y la intensidad de quien toca con el corazón. Son capaces de hacer equilibrios y piruetas mientras tocan los tambores, subiéndolos por encima de la cabeza o tirándose por el suelo sin dejar de golpearlos. Y como no podía ser de otra manera, alrededor de la música el baile, un nutrido grupo de gente les acompañaba moviendo el cuerpo, y sobre todo las caderas, a un ritmo frenético, daba la impresión que de un momento a otro se iban a romper con tato vaivén. El magnetismo y la alegría que trasladaban eran tan fuerte que difícilmente alguien podía quedar impasible, locales y turistas quedábamos prendados del espectáculo, eran muchos los que directamente se unían a la comitiva contagiados por el ambiente, ni el mismísimo Flautista de Hamelin habría conseguido reunir una comitiva que le siguiera de forma tan hipnotizada como los que les acompañaban.

También hemos podido avanzar en la interminable lista de tareas que siempre tenemos como mantenimiento del barco. Especialmente importante ha sido la reparación del radar, ¡por fin! ¡habemus radar funcionando! Sincronizándonos con el fabricante en Estados Unidos hemos conseguido servicio técnico local, tras cambiar el cable y poner una antena nueva parece que todo está correcto. No os podéis imaginar la comodidad y tranquilidad que supondrá esto para nuestras guardias, y no solo me refiero a las oceánicas, en las costeras la presencia de pesqueros, la mayoría de las veces mal iluminados, hace que más de una vez nos veamos en apuros o corramos riesgos innecesarios. En las noches sin luna o con el cielo cubierto, en medio del mar, la oscuridad es tal que pienso que no veríamos un posible obstáculo ni siquiera tras impactar con él, no ves absolutamente nada, con el radar la incertidumbre es menor, normalmente deberías detectarlo, salvo que este ente dos aguas.

Jose Carlos ha aprovechado la estancia para apuntarse a clases de Capoeira, encontró un buen mestre y está haciendo sus pinitos en esta danza-arte marcial, de hecho el viernes participó en una roda, igual ha encontrado una nueva afición.

Se ha unido a nosotros Virgilio, un amigo que nos acompañará durante unos días, probablemente hasta Rio de Janeiro. Siempre es agradable tener visita en el barco, además de ayudarnos en la navegación rompe un poco la monotonía de la vida abordo.

Nuestros planes son zarpar de aquí este próximo lunes, en cuanto solucionemos los papeles de salida y compremos un par de cosas que nos faltan. Nuestros próximos destinos: Morro de Sao Paulo, Bahía de Camamu y Archipielago de los Abrolhos, para luego continuar hasta Rio de Janeiro.

Antes de terminar comentaros que las entrevistas que se estaban emitiendo los domingos en Onda cero se han pasado a los sábados a la misma hora.

Sed felices.

Kike

Día 270 (11/8/2010): Piracha!

No serian todavía las 10 de la mañana, mientras estaba de guardia he notado como súbitamente al barco escoraba mucho y se aceleraba, el viento está subiendo -me he dicho-, voy a salir a comprobar lo que sucede y soltar mayor o orzar si es necesario. En cuanto he salido he visto el horizonte raro, un color plomizo en el horizonte, un cambio demasiado brusco, algo extraño en el ambiente.

El viento seguía acelerándose, ya rondaba los 30 nudos, me daba margen a orzar (variar el rumbo unos grados contra el viento) y nos venía bien para separarnos de la costa. Seguimos ciñendo, y el rumbo que podemos hacer sin quedarnos parados nos lleva a tierra, así que para poder avanzar hacia el sur, periódicamente tenemos que hacer un bordo en dirección al interior del Océano (Este) que nos separe y permita seguir la línea costera a más de 50 metros de profundidad, de otro modo nos metemos entre los numerosos pesqueros y es peligroso.

Mientras estaba maniobrando he divisado una formación nubosa en el horizonte que me ha dejado helado: un Piracha, tipo de chubasco característico de este zona, ya nos habían advertido sobre ellos, tiene una forma piramidal con gran desarrollo vertical, ocupa una extensión de varias millas (este podría tener unas 10) y debajo suyo se dan violentos vientos e intensas lluvias. Este venia directo hacia nosotros y el color oscuro de su base no presagiaba nada bueno.

He virado tan rápido como me ha sido posible, tratando de escapar de él, aunque lo veía complicado, era enorme. Por si acaso he encendido el motor, me sería útil para ayudar a gobernar el barco en caso necesario, también me he planteado arriar trapo, pero no había mucho tiempo, y eso retrasaría la huida.

Poco a poco he visto como se iba acercando, estábamos muy cerca de uno de sus extremos, pero la cosa estaba muy justa. Cuando casi estábamos debajo de él se distinguía claramente en el agua el cambio de textura como consecuencia de sus fuertes vientos, su límite estaba increíblemente definido, a un lado los 30 nudos y fuerte marejada en la que ya navegaba, en el otro el viento debería superar los 40 y el mar lanzaba tanta espuma que lo cubría de blanco, como si se tratara de una montaña nevada. En lo que han sido segundos, pero que a mí me han parecido minutos, la frontera entre una situación dura y un infierno se ha ido deslizando frente a nuestra proa, creo que he hecho fuerza hasta con las pestañas para que pasara sin alcanzarnos, y así ha sido. Su extremo norte se habrá quedado a unos 50 metros de nosotros, ¡por los pelos! Pero ha habido suerte, nos podía haber dado un buen susto y un buen revolcón, como ya nos ha sucedido en alguna ocasión, y todo ello si había suerte y no rompíamos nada, que no está el horno para bollos…

A parte de este sustillo, pocas novedades en la noche anterior y el día de hoy. El viento no acaba de abrirse, por lo que no podemos más que ceñir, además está muy variable, sube y baja de intensidad, se va unos grados en una dirección, luego vuelve, y así nos pasamos el día, tratando de mantener el barco en marcha. En las mismas 24 horas que el primer día recorrimos más de 180 millas, en el siguiente no hemos recorrido más de 80, así es el mar, te da y te quita.

En cualquier caso en breve (menos de 10 millas) llegaremos a un punto al norte de Maceió en el cual podremos caer unos 20 grados, dado que la costa se mete hacia dentro (hacia el Oeste), en ese caso esperamos que la ceñida se convierta en un descuartelar y que cuando vuelva el viento habitual se transforme en un través que nos lleve ya hasta la Baia da Todos os Santos, donde se ubica Salvador.
A las 22:50 GMT nos encontramos en 9º 11’S, 35º 02’W, navegando a poco más de 3 nudos rumbo 190. El viento ahora no llega a 20 nudos y lo tenemos muy cerrado, pero no podemos caer más, la corriente de cerca de un nudo en contra también nos frena lo suyo. Nos quedan 316 millas para llegar a destino, el tiempo que tardaremos en llegar hasta allí no está en nuestras manos, el viento dirá…

Sed felices

Kike