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Días 189 y 190 (22 y 23/5/2010): Un día casero con visita al acuario y de nuevo en ruta

Así han sido nuestros últimos dos días, el título lo resume.

El sábado nos levantamos tarde, aprovechamos para dormir a pierna suelta hasta que el cuerpo dijo basta, eso de dormir más de 4 horas seguidas sin moverte de un lado a otro y fresquito por la brisa es un lujo para nosotros.

Como no teníamos auxiliar para hacer grandes excursiones, y el barco necesitaba un poco de organización y reparaciones, nos pusimos manos a la obra, había que hacer cosas de lo más variopinto: sacar sabanas y colchonetas al sol para que se secaran y ventilaran, limpieza del interior del barco, organización del armario de herramientas y repuestos, coser varios patines de la mayor cuya unión se habían roto, calibrar la electrónica, reparaciones en el sistema eléctrico, cambiar bombillas, secar el agua del tambucho de timonería, etc. En fin, cuestiones de limpieza y mantenimiento casero a las que cualquiera podría dedicarle un sábado por la mañana, y que nosotros hicimos en la que es ahora nuestra casa.

A mediodía ya habíamos adelantado bastante y decidimos dejar el resto de las tareas para la tarde, cuando cayera un poco el sol, aprovecharíamos el intermedio para ir a bucear a un arrecife cercano.

Antes quise acercarme a nado hasta la barra de arena que teníamos enfrente, no podía marcharme sin recoger testimonio gráfico de la magnífica vista y el colorido que desde allí se divisa. De regreso, mientras todavía estaba en el agua, detecté que teníamos compañía, una barracuda de casi metro y medio no paraba de dar vueltas alrededor del barco, me observaba con curiosidad, aunque en ningún momento se mostró agresiva, subí tranquilamente mientras ella se acercaba y alejaba sin parar, supongo que no estaba acostumbrada a la presencia humana y estaba tratando de catalogarnos. Ni se nos pasó por la cabeza la idea de tratar de pescarla con el fusil submarino, habría sido muy peligroso tanto si aciertas el disparo como si fallas, demasiado grande y con dientes muy afilados, mejor no provocarla.

Para acercarnos al arrecife en el que pretendíamos bucear tomamos la auxiliar a remo, no habría mucha distancia, una media milla, que a la ida se nos hizo corta porque íbamos a favor del viento, no fue así a la vuelta. Durante el trayecto nos acompaño nuestra nueva amiga, la barracuda, además de otro pez blanco que no llegué a distinguir, pero que se unió a la comitiva. No sé si fue una muestra de cortesía, de desconfianza, de territorialidad o que ambos nos veíamos como nuestro próximo almuerzo, pero desde distintos puntos de vista. En cualquier caso nos seguía con discreción y timidez, nosotros decidimos castigarla con el látigo de nuestra indiferencia, no volvió a molestar.

Llegados a nuestro destino, fue meter la cabeza en el agua y parecimos teletransportados a otro mundo, un mundo acuario sin duda, tal era la explosión de vida en todas formas, variedades, tamaños y colores, y no solo peces, corales, algas, siluetas caprichosas y mágicas por doquier, hasta la luz brillaba con una intensidad inusual. El arrecife tampoco es muy profundo, la mayor parte de unos dos metros, llegando hasta 4, ese factor, junto a sus aguas cristalinas, favorecían apreciar el colorido en todo su esplendor.

La lista de especies que vimos seria larguísima, y eso que hay muchas que no soy capaz de reconocer, pero vamos, había: peces ángel, mariposa de colores imposibles, loro enormes, cirujanos, globo, trompeta, barracuda, pargos, sargentos, etc.

Es destacable el tamaño que tenían, superior a los de otros arrecifes del Caribe en los que hemos buceado, y lo confiados que eran, se acercaban a ti sin apenas temor, en ocasiones me quedaba parado en el fondo para hacer alguna fotografía, se acercaban tanto a la cámara que cubrían por completo mi visión.

Tras un buen rato deleitándonos en nuestro acuario privado, y como no solo de contemplación vive el hombre, decidimos que había llegado el momento de invitar a alguno de ellos a cenar al barco, eso sí, como parte implicada de la misma, ya me entendéis. En el casting seleccionamos 4 pargos como de 1 kg y un salmonete más pequeño, un excelente manjar.

Antes de la caída del sol regresamos y acabamos de preparar todo para poder salir al día siguiente temprano, teníamos que reemprender nuestro camino hacia Trinidad, nuestros paraísos son efímeros.

A las 8 de la mañana ya estábamos en pié, un buen desayuno para empezar bien el día y maniobra de salida. Como ya conocíamos donde estaban los obstáculos, además del evidente cambio de colores en el agua, apenas hemos necesitado mirar la carta para llegar hasta el paso que da acceso a mar abierto.

Las condiciones meteorológicas han sido mejores de lo esperado, nunca pensé decir esto por tener poco viento, pero sinceramente ahora lo agradecemos. Hemos iniciado la singladura con 10 nudos, como no, de proa, y con una ola muy suave. Visto lo visto no lo hemos pensado dos veces, motor a 1.800 vueltas y rumbo directo, a ver cuánto podemos aguantar así, intentaremos avanzar lo máximo posible, cuando sea inviable volveremos a ceñir.

Durante la travesía, navegando cerca de la isla de La Orchilla, hemos tenido unos momentos de tensión, nos hemos dado cuenta que en la cartografía indicaba la prohibición de acercarse a menos de 5 millas, ya que se trata de una base militar venezolana, y nosotros estábamos dentro de la zona de exclusión. Rápidamente hemos virado, no están las cosas como para andar con tonterías por aquí, ser abordado por una patrullera de estas tierras no es lo que más me apetece.

Por el momento vamos bien, a las 23:25 GMT estamos en 11º 41’N, 65º 39’W, nuestra velocidad es de 5,7 nudos a rumbo 95º, hemos avanzado casi 58 millas, nos quedan 254 para llegar a la Bahía de Chaguaramas, a ver si con un poco de suerte podemos llegar el miércoles por la mañana.

Os sigo contando.

Sed felices

Kike

Día 187 (20/5/2010): Zigzag entre las islas

No es que estemos jugando a ningún juego ni que queramos ver las islas por barlovento y sotavento, sencillamente tratamos de aprovechar el resguardo que nos dan de la ola y en ocasiones la corriente entre ellas nos ayuda, pegadle un vistazo al mapa y veréis la ruta que estamos haciendo, curioso ¿no?, con lo sencillo que sería poder hacer rumbo directo… qué más quisiéramos…

Nos dirigimos al sur de Los Roques, a un fondeadero situado en su extremo sudeste, a rumbo directo desde el sur de Aruba habrían sido unas 200 millas, el problema es que es prácticamente Este, y como ya os he contado, por esta zona el viento siempre viene del Este, la previsión siempre es la misma, 20 nudos de esa dirección. Como la ola también es considerable (nunca baja de los 2 metros y sube hasta 4) es complicado poder ir directamente aunque fuera a motor, así que no tenemos más remedio que ir haciendo bordos (zigzag), de modo que podamos coger el viento y la ola con un ángulo que nos permita navegar (no de frente), el inconveniente de navegar así es que recorremos mucha más distancia (en la carta se verá claramente), además de lo incomodo que es para nosotros.

Lo vamos llevando mejor, como en la anterior travesía llega un momento en el que te habitúas, es igual de duro, pero te afecta menos.

No hay grandes variaciones en cuanto al tipo de navegación, siempre vamos de ceñida a rabiar (el máximo ángulo que podemos contra el viento, tratamos de hacer 30º con respecto al viento aparente, que serán unos 45º con respecto al viento real, no siempre lo conseguimos) aunque las oscilaciones en la intensidad y dirección del viento si nos afectan mucho en nuestra velocidad, vamos justos de trapo, mayor con el primer rizo tomado y tormentín, de modo que con menos de 20 nudos de viento bajamos de los 4 nudos de velocidad, el problema es que no podemos poner mucho más trapo, ya que de repente sube a 30 nudos de viento, si esto nos pasara con el génova 3 (que ya lo reparamos en Aruba) arriba tendríamos problemas, y no tenemos más velas de proa sanas.

Ahora mismo, a las 21:30 GMT nos encontramos en 12º 13’N, 67º 40′ W, al norte de las Islas de las Aves de Sotavento, en cuanto podamos viraremos para pasar por el este de las islas con el mismo nombre pero de Barlovento. Navegamos a 4,5 nudos rumbo 45º, con un viento del Este de unos 17 nudos, así que tenemos que apoyar con un poquito de motor para no bajar de los 4. Nos separan 68 millas de nuestra recalada prevista, si fuéramos directos llegaríamos en unas 14 horas, pero no será así, tendremos que recorrer muchas más millas, con suerte llegaremos mañana antes del anochecer, de no ser así, y llegar cuando caiga el sol, tendremos que pasarnos toda la noche navegando en círculos, la entrada al fondeadero es compleja y solo factible de día.

Ya os cuento que tal.

Sed felices

Kike