Standard Blog

Días 177 al 181 (10 al 14/5/2010): Despedida en Aruba…

Tal y como preveíamos llegamos a Barcadera el domingo entorno a las 9 de la noche según nuestro reloj, aunque al poco de bajar aprendimos que la hora oficial era una más, es decir, estamos en GMT-4, ahora mismo 6 horas de diferencia con respecto al horario peninsular.

La entrada no fue excesivamente compleja, a pesar del viento y lo desangelado del lugar, la cartografía era precisa y fácilmente reconocimos las señales luminosas, atracamos en una especie de antiguo muelle comercial, amplio, aunque muy deteriorado. Ya mientras nos aproximábamos nos abordó una patrullera que en ningún momento encendió las luces, de modo que las autoridades estaban avisadas de nuestra llegada. No tardó en aparecer un vehículo con un funcionario indicándonos que uno de nosotros debía acompañarle para hacer los trámites de inmigración y aduanas. Varios países del Caribe se han unido para hacer un sistema de aviso previo de llegada de los barcos por internet, de modo que completas los datos con anterioridad y en teoría simplificas las gestiones, yo me registré y envié toda la información con ese objetivo, pero me sirvió de poco, se me olvidó que el Caribe es el Caribe, cuando les indiqué a los funcionarios que no hacía falta que rellenara toda esa montaña de formularios, que había enviado los datos por Internet, me sonrieron y dijeron que precisamente en ese momento no tenían conexión, así que había que hacer las cosas manualmente, ¡qué casualidad!   Me dio la impresión de que no querían estresarse mirando nada en la red.

Acabamos ya tarde, como a las 23 hora local (ya correcta), demasiado para ir a la marina, llamamos y no había nadie, así que nos quedamos a dormir unas horas en el muelle comercial y al día siguiente por la mañana ya nos moveríamos a nuestro amarre.

El viento no dejo de soplar en ningún momento, de hecho no ha parado desde que hemos llegado aquí, esto es increíble, permanentemente de 15 a 25 nudos del Este, día y noche, sin tregua, parece que alguien se dejó enchufado el ventilador y se olvidó apagarlo. Tiene sus ventajas, por un lado la brisa permanente refresca el ambiente y hace muchísimo más llevable la temperatura, por otro es ideal para los deportes que precisan viento, como la vela o el kite surf.

La marina está bien situada, prácticamente en el centro de la ciudad, y dispone buenas instalaciones, es más, podemos usar las de los resorts del mismo grupo, incluyendo piscinas, baños y una isla privada con playas, restaurante y gimnasio a la que se llega con lanchas que salen cada 15 minutos.

Desde el primer momento que pusimos pie en tierra nos dimos cuenta que Aruba es una isla peculiar, yo la definiría como Las Vegas del Caribe, está llena de casinos y joyerías, además de los establecimientos propios del turismo, todo pensado para que los norteamericano se dejen cuanto más dinero mejor. La isla no es muy grande, unas 19 millas de largo por 9 de ancho, muy agreste y prácticamente desértica (incluyendo cactus ampliamente extendidos en su vegetación), con unos paisajes de formas increíbles esculpidos por el permanente viento y el duro impacto del mar en sus costas de barlovento. Esta fuertemente urbanizada en toda su costa oeste (sotavento) y el nivel de vida es de los más altos que hemos visto en el área, a lo que supongo que ayudará su dependencia holandesa.

Jose Carlos y yo no hicimos mucho, aparte de descansar, hasta el martes por la tarde que llegaban mis amigos de la carrera, bueno, en realidad acabaron aterrizado bien entrada la noche a consecuencia del desvío que tuvo que dar su vuelo por la famosa nube de ceniza.

Su visita no es casual, celebramos un importante evento: mi despedida de soltero. Si, habéis leído bien, aunque lo gracioso del tema es que no me caso, todo tiene su origen en un pacto al que llegamos una noche de hace más de veinte años, y que hemos venido cumpliendo como una tradición inquebrantable. Por resumir, porque la cosa tiene mucha miga y ha ido evolucionando desde la primera, todas las despedidas de soltero del grupo han sido un evento muy especial que hemos celebrado los amigos con un viaje de varios días. La cosa seguía su curso natural hasta que quedó el último, o sea, yo mismo. Dado que la mayoría tenía serias dudas acerca de que pudiera contraer matrimonio a corto plazo, se decidió poner un límite temporal, si el día de mi 40 cumpleaños no me había casado se celebraría mí despedida de soltero igualmente, y así ha sido, en ello estamos. Las fechas se han adelantado un poco (cumplo años el 17 de julio) por motivos de agenda, no es fácil sincronizar a todo el mundo con sus obligaciones.

Estoy orgulloso de ellos y de tenerlos como amigos, mantener la palabra tras tantos años, con las dificultades familiares y profesionales que conlleva desplazarse tan lejos y desaparecer durante un tiempo, no es cosa fácil, eso no lo hace todo el mundo.

La verdad es que lo estamos pasando genial, sea por la razón que sea, reunir un grupo de buenos amigos y pasar una semana de risas y cachondeo tiene que ser bueno para la salud, al menos la mental 😉

Desde su llegada hemos combinado actividades diurnas, como excursión a la isla privada del hotel, recorrer Aruba y su parque natural, hacer buceo o kite surf, con salidas nocturnas, a pesar de que ni hay mucha fiesta ni es un ambiente en el que nos veamos excesivamente integrados, pero bueno, como somos 6 donde llegamos estamos bien, seguro que el fin de semana da más de sí.

Por el momento poco más que contaros, os mantendré al día de nuestras andanzas por estas tierras.

Sed felices.

Kike

Día 175 (8/5/2010): Se rompió el último génova

Las cosas se complicaron al caer el sol, el viento quedó estable en casi 40 nudos y las olas continuaron subiendo de tamaño, llegó un momento en el que parecíamos inmersos en un temporal, barco completamente escorado (la regala dentro el agua), mar blanco con rompientes por todos lados, silbido intenso del viento, olas que llegan a pasar por encima del barco, etc. y justo en medio de esa situación nos dimos cuenta que el génova 4, el último que nos quedaba sano, se estaba rajando por el centro.

No había que perder tiempo, teníamos que ir a la proa y arriarlo como fuera, de otro modo se acabaría desintegrando y ya no tendría posibilidad de arreglo. Con unas condiciones así no es tarea fácil, cubierta inclinada, continuos movimientos bruscos del barco y olas impactándote directamente, hacen que tengas que agarrarte firmemente, pero con un poco de esfuerzo y prácticamente arrastrándonos sobre la cubierta lo conseguimos bajar y llevar a la bañera.

Nos habíamos quedado sin ninguna vela para poder poner en la proa, las 3 que llevamos rotas, estábamos acertados al considerar que uno de los grandes desafíos de este proyecto era la resistencia de los materiales, a la vista esta, y eso que llevaremos solo unas 12.000 millas navegadas.

Bien entrada la noche, cansados y completamente empapados, decidimos continuar solo con la mayor, perdíamos un poco de ángulo y de velocidad pero nos manteníamos razonablemente bien, por la mañana decidiríamos la nueva estrategia.

Sobre las 2 de la mañana el viento fue bajando y aproximándose más a lo que indicaba la previsión, 20-25 nudos, suponemos que los 40 debió ser fruto de algún fenómeno local, tal vez algún tipo de encañonamiento por la orografía de la Península de la Guajira. Por un lado era positivo, ya que si hubiese continuado subiendo no hubiéramos podido aguantar la mayor y tendríamos un problema, por otro lado el inconveniente era que perdíamos demasiada velocidad, la opción viable: apoyar un poco con el motor a 1.400 vueltas, así lo hicimos.

Dentro de lo que cabe, hemos pasado la noche razonablemente bien navegando de este modo, a pesar de que el tamaño de las olas seguía considerable, la escora que nos daba la mayor nos permitía pasarla sin un pantocazo excesivo.

Esta mañana se nos ha ocurrido una opción para llevar algo en la proa (necesario para poder ceñir bien), el tormentín (vela pequeña y muy resistente que se usa para temporales), no lo habíamos usado nunca, pero podría funcionar. La hemos izado y el resultado ha sido mejor de lo esperado, más grande y con mejor forma de lo que pensábamos, nos ha mejorado mucho la navegación, de hecho hemos podido apagar motor y ceñir en condiciones.

Tras superar Punta Gallinas (el extremo norte de la Península de La Guajira, en Colombia) el mar se ha formado más noble, sin disminuir la altura de la ola, el periodo se ha ido alargando y su forma es más redondeada, menos rompiente, lo que debería ser más normal en la zona que nos encontramos.

En este momento (22:40 GMT) nos encontramos en 12º 32’N, 71º 31’W, navegamos con mayor tomado el primer rizo y tormentín, rumbo 130º, velocidad 5,3 nudos, viento de 17 nudos prácticamente Este puro. Vamos haciendo bordos en zigzag para ir acercándonos a Aruba, que todavía la tenemos a 84 millas a nuestro Este, justo de donde viene el viento. Calculo que como mínimo nos quedan 24 horas más, en función de cómo se comporte la meteorología, la previsión no es mala, estabilidad con los mismos valores que tenemos ahora.
La vida a bordo está resultando dura durante esta travesía, la escora y los bruscos movimientos no nos dejan cocinar, así que vamos comiendo lo que podemos para subsistir. Estamos permanentemente empapados, apenas nos queda ropa seca. Exterior e interior del barco también están mojados, hay una humedad que se está metiendo por todos lados que no hay forma de quitarla. Dentro del barco hace calor, fuera frío, los cambios de temperatura son constantes. El agotamiento es patente, al salir de la guardia no hacemos más que dormir, en la cama es donde mejor se está.

Eso sí, la moral sigue alta, a pesar de los contratiempos seguimos bromeando y con buen humor, sabemos que este tipo de navegación será la tónica de los siguientes meses, hasta pasado Fortaleza en Brasil, nos quedan más de 1.600 millas de ceñida, así que nos vamos adaptando y llevándolo lo mejor que podemos, no nos queda otro remedio.

Sed felices.

Kike