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Días 107 a 110 (1 al 4/03/10): 2010 Odisea en Fort Lauderdale

Os escribo desde Florida (EEUU), he tardado un poco en actualizaros, pero cuando os cuente lo moviditos que han sido estos días lo entenderéis. Aprovecho para recordaros que en la sección “El itinerario día a día” de la web tenéis un mapa en el que nuestra posición se actualiza unas 10 veces cada 24 horas, parece ser que en algunos casos da problemas con versiones antiguas de Explorer, la solución es actualizarlo a una versión más reciente o cambiar de navegador, con Mozilla Firefox funciona perfectamente.

El lunes por la mañana continuamos navegando a motor, el viento favorable previsto se retrasaba, en cualquier caso la velocidad no era mala por la ayuda de la corriente del Golfo, como ya os comenté. De repente la meteorología cambió, la presión atmosférica bajó más de 4 milibares en 3 horas, el temporal previsto acechaba, viento intenso rolando bruscamente, nada bueno se presagiaba.

Ante este panorama, sumado a la imposibilidad de contactar con alguna marina para reservar amarre y la dificultad que podía tener una entrada nocturna a un laberinto de canales, como es Fort Lauderdale (mirad el mapa y lo entenderéis), decidimos hacer escala en Miami, acelerando un poco el motor llegaríamos de día.

Nada más entrar por la bocana del puerto, a estribor se encuentra la Miami Beach Marina, a los piés de unos edificios altísimos, antes de llegar ya podíamos oler el lujo y la opulencia que caracteriza la zona, menudo contraste con lo que estábamos acostumbrados a ver en nuestros últimos destinos, ¿cómo puede cambiar tanto el mundo 100 millas al norte o al sur?, ¿cómo puede estar tan cerca un lugar en el que no hay de nada de un lugar en el que hay de todo (incluso en exceso)? Cuanto más conozco y más veo menos entiendo este mundo…

El amarre se las traía, por aquí tienen la manía de rodearlos de troncos de madera clavados en el fondo, para una motora con protección alrededor está bien porque se apoya en ellos, pero nosotros además de maniobrar peor si los tocamos rascamos el barco, y siendo dos no podemos controlar 4 pilones a la vez, todavía no sé como lo hicimos, pero el barco quedó en el sitio, sin tocar en ningún lado y no sobraban más de dos palmos alrededor.

Nada más bajar nos cobraron (hay de todo, pero todo se paga, y por adelantado), casi 170 dólares por una noche, evidentemente un precio disuasorio, los pagamos por la situación, de otro modo nos habríamos marchado, se trata de una marina planteada más bien como parking de lujo de los edificios de apartamentos de alrededor. Tras cenar una hamburguesa (¿cómo no?) nos fuimos a descansar, al día siguiente seguiríamos camino.

Nada más levantarnos fuimos a llamar a aduanas e inmigración, la cosa funciona así, llegas y llamas por teléfono para avisar que estas aquí. No empezamos muy bien, nosotros creíamos que teníamos 24 horas para llamar, pero en realidad hay que llamar inmediatamente y las 24 horas son para presentarse físicamente. En el momento el funcionario detectó que hablábamos castellano la tensión se relajó, tuvimos una agradable conversación en nuestra lengua en la que le explicamos nuestro proyecto y muy amablemente adaptó los trámites para que no tuviéramos ningún problema. A partir de ese momento teníamos 24 horas para presentarnos, es decir, antes de las 9 de la mañana del día siguiente, aparentemente tiempo de sobra.

La maniobra de salida de esa jaula de madera fue como un problema de física de los complejos, con 25 nudos de viento cruzado empezamos a elucubrar, si el viento viene de aquí en cuanto soltemos esta amarra la proa se irá para allá, entonces uno va corriendo a sujetar para que no toque el pilón, luego atrás, luego la otra, etc. según nuestros cálculos nos faltaban un par de manos, que amablemente nos prestó un trabajador de un barco cercano, hispano, por supuesto, los marineros ni se dignaron venir a pesar de que les llamamos. La resolución del problema fue correcta y salimos sin tocar ninguna de las barreras.

Nos separaban unas 20 millas de Fort Lauderdale y habíamos contactado con una marina a un precio razonable, el único inconveniente que estaba casi al final del rio, mirad en el mapa dónde estamos y veréis. Según nuestros cálculos a las 2 o las 3 del mediodía estaríamos de nuevo amarrados, que inocentes…

La navegación sin problemas, una ola enorme por el fuerte viento, pero nos venía de popa o de aleta, si hubiese sido de proa otro gallo habría cantado. Antes de las 2 estábamos ya dentro de Port Everglades, el puerto comercial que da acceso a Fort Lauderdale, una especie de Venecia, con multitud de canales que dan acceso a los embarcaderos privados de las viviendas, algunas de ellas espectaculares. Sobre los canales hay puentes levadizos que se abren para dar acceso a las embarcaciones cuya altura supera el paso inferior, como es nuestro caso, en concreto debíamos atravesar 6 hasta la marina.

Inicialmente nos  resulto divertido, un puente enorme al que pides paso usando el canal 9 de VHF, a los pocos minutos cortan el tráfico de vehículos y se abre en dos como un inmenso robot que levanta sus brazos.

Atravesamos el primero y nos dirigimos a la zona interior, a los pocos metros había una baliza verde, dado que estamos en zona B de señalización marítima eso significa pasarla dejándola a babor, a los pocos segundos notamos como tocábamos fondo y quedábamos completamente varados, inútilmente intentamos salir dando motor con fuerza, pero no hubo forma, estábamos bien enganchados, ¿pero cómo podía ser? En la carta indicaba que esta zona del canal tenía 6 metros de calado.

La marea estaba baja, no tendríamos otro remedio que esperar a que subiera. De repente apareció una fueraborda, auxiliar de un inmenso yate amarrado a pocos metros de nosotros. Amablemente nos ofreció su ayuda, su capitán era aficionado a las regatas y al ver nuestro barco y su aspecto de competición mandó a uno de sus marineros a auxiliarnos. Le pasamos una driza de espi, tiró progresivamente hasta hacernos escorar y dando avante con fuerza conseguimos salir y volver al canal. Posteriormente nos explicó que en interior del canal la señalización es al revés, es decir, como en Europa, pero bueno, esto es de locos, ¿cómo podemos saber eso nosotros?  También nos aviso que la marea iba a ser muy pronunciada y larga, hasta la noche no subiría. Tras darle las gracias continuamos por el canal. A los 200 metros de nuevo nos encontramos una zona sin balizar, tras dudar por donde pasar decidimos hacer caso a la carta, en el momento entramos vimos como la profundidad caía en picado, al llegar a 2,5m. (nuestro calado), todo atrás y retirada, no quería volver a quedar varado. No había manera de pasar, tendríamos que esperar hasta la pleamar. Hartos de dar vueltas arriba y abajo durante dos horas decidimos fondear en cualquier lado, para ello intentaríamos salirnos un poco del canal para no bloquearlo. Hicimos un primer intento, muy muy despacito, aunque gobernar a poca velocidad, con viento fuerte y corriente del río era poco más que un juego de malabares. A los pocos metros impacto, no llegamos ni a quedar varados, la diferencia de profundidades es tan grande que pegábamos con la orza, menos mal que el fondo es barro y los impactos muy suaves. Segundo intento en otra zona, lo mismo. Desesperados ya decidimos retirarnos, salir del canal y buscar un sitio más amplio en el que esperar hasta la noche. Por el camino vimos un pequeño trozo de pantalán libre en el que cabíamos, al lado de una gasolinera, preguntamos si podíamos esperar allí unas horas hasta que subiera la marea, la respuesta fue afirmativa, eso sí, a cambio de la módica cantidad de 200 dólares. Un buen gesto para ayudar a unas personas que están en un barco que evidentemente no es de lujo y que están en apuros…

Ni le contestamos, volvimos a dirigirnos al puente de la calle 17 para salir hacia el otro lado, allí buscaríamos algo. Pasamos el puente y fondeamos frente a un muelle comercial, ¿nos dejarían permanecer allí?  Lo dudábamos

Efectivamente no tardó en llegar el Sheriff (eso ponía en la lancha) y echarnos, agotados de la tensión, frustrados y con la inquietud de que eso era la mínima parte de lo que nos esperaba esa noche, con la dificultad añadida de no ver con claridad, decidimos salir del puerto y fondear frente a la playa.

Descansamos un poco, y a las 9 de la noche, cuando según nuestros datos la marea ya estaba suficientemente alta decidimos volver a intentarlo, de algún modo teníamos que llegar a amarrar en algún sitio, al día siguiente debíamos presentarnos en aduanas, de otro modo nos arriesgábamos a una multa de 5.000 dólares.

A partir de ese momento comenzó una peregrinación entre estrechos canales, a la mínima velocidad posible, seguía el viento fuerte y corriente a favor, la mitad de las balizas del canal sin iluminar, y tampoco servía de mucho que lo estuvieran, porque no sabias porque lado la tenias que tomar, en la noche era difícil distinguir cual era el camino, y un ojo permanentemente en la sonda porque fluctuaba aleatoriamente entre 2,7m. y 7m. No dábamos crédito a cómo era posible que fuera tan complicado, o lo conoces o estas vendido. Además todo esto amenizado con lanchas taxi que pasaban por todos lados, puentes a los que hay que llamar y esperar a que te abran y ya el remate final, tendido eléctrico que atravesaba el canal, según la carta la altura del vano era de 24 metros, nosotros estaremos en algo más de 20, pero, ¿estaría la cartografía bien? ¿combaría de algún modo el cable? Pasamos por debajo de ellos a 0,5 nudos, los dos mirando hacia arriba y cruzando dedos de manos y píes para no tocar, podría ser dramático.

Tras perdernos varias veces, tocar fondo dos veces y momentos en los que casi arrojamos la toalla, llegamos a Lauderdale Marina Center, nuestro destino, era casi la 1 de la mañana.

Una pena que nuestra angustia y preocupación no nos dejó disfrutar de la impresionante escena de navegar en un velero a través de una ciudad, rodeado de rascacielos, con espectaculares yates por doquier amarrados a la puerta de lujosas mansiones, que sensación tan curiosa, es algo a lo que no estamos habituados.

No pudimos descansar mucho, el miércoles nos levantamos a las 7, tomamos un taxi y a aduanas. Menos mal que una simpática funcionaria de origen ecuatoriano nos trató como una madre, facilitándonos todas las gestiones y ayudándonos en todo lo posible para que no tuviéramos ningún problema. Curioso, los hispanos que saben lo que es llegar a un país distinto del tuyo con todas las dificultades que conlleva nos tratan fenomenal en cuanto detectan que somos Españoles, no es así en otros casos.

Regresamos a la marina y empezamos con el trabajo, listas de tareas, localizar distribuidores y servicios técnicos, averiguar dónde comprar cosas, preparación de las reparaciones del barco, etc.

A mediodía vino Eduardo, amigo mío de Valencia que está viviendo en Miami unos meses, sin parar de contarnos cosas nos fuimos a Downtown a comer algo. Encontramos un restaurante típico americano al lado del río, donde tomamos hamburguesa completa, aros de cebolla y un poco de humus. Algo tenia aquello que no me sentó bien, al acabar la comida me empecé a encontrar raro, me picaba todo el cuerpo y tenía un calor fuera de lo normal, extraño porque estamos en plena ola de frio, por las noches llegamos a 7 grados y por el día por debajo de 20. En el momento comprobé que todo el cuerpo se me ponía rojo y me salían bultitos, se me hinchaba la cara y empezó a costarme respirar me di cuenta que algo me había intoxicado o tenía una reacción alérgica. Tuvimos que acudir al hospital más cercano, donde pasamos buena parte de la tarde, me hicieron diversas pruebas y acabaron dándome un antihistamínico, el diagnóstico coincidía con lo que yo pensaba. Afortunadamente a las pocas horas se me pasó por completo. Por el momento no me estaba sentando muy bien la civilización del primer mundo.

Hoy hemos seguido con las tareas del barco, calculamos estar aquí de una semana a 10 días, y tenemos un montón de cosas que hacer. Queremos aprovechar, pues lo que no hagamos o encontremos aquí va a ser difícil hasta llegar a Australia, y para eso queda mucho tiempo. Los servicios son caros, pero de una profesionalidad impecable, estoy impresionado de la calidad técnica de esta gente, desde luego se nota que saben lo que hacen.

También hemos aprovechado la visita de nuevo de Eduardo para ir a comprar comida, prefiero comer en el barco cosas suaves que cocinemos nosotros, no me apetece intoxicarme otra vez. Cuando he llegado al supermercado y he visto esos lineales llenos, rebosantes de cosas casi se me saltan las lágrimas, desde Canarias que no veía algo así, me costaba seleccionar entre tanta variedad, acostumbrado a no encontrar de nada y si había algo solo de un tipo, que contrastes más grandes tiene este planeta.

No tenemos previsto hacer turismo u ocio por aquí, esto es más bien una escala técnica centrada alrededor del barco, si al final vemos que vamos bien de tiempo igual nos tomamos un día para ir a ver alguna cosa interesante.

Por cierto, habréis comprobado que hoy no ha habido entrevista en Onda Cero, han tenido un problema técnico en el centro de producción de Valencia y se ha retrasado al próximo lunes, a la misma hora, entre las 12:30  y las 13:00.

Por hoy ya vale, me he extendido, tenía muchas cosas que contar.

Sed felices

Kike