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Día 51 (4/1/10): Lago Enriquillo y Haití

Como estaba previsto, por la mañana pasaron a recogernos Ezequiel, amigo de Valencia desde hace muchos años que tiene negocios aquí, y Pedro, nuevo amigo Dominicano, arquitecto de prestigio y una persona con profundos conocimientos de historia y de su país, lo que lo convierte en el guía ideal, puesto que además de conocer los sitios y sus cosas típicas, explica de forma magistral sus orígenes etimológicos, como eran las cosas cuando llegaron los descubridores, eventos importantes que sucedieron, sus características, etc.  Es interesantísimo escucharle, he aprendido un montón de cosas y me da la sensación de haber conocido en profundidad una zona del país.

Tras un breve desayuno en el bar de la Marinita (nombre con el que también conocen el lugar donde estamos amarrados) nos subimos todos en el 4×4 de Pedro y partimos con el objetivo de hacer un recorrido de 2 días por el sudoeste de República Dominicana.

Saliendo desde Distrito Nacional nos dirigimos hacia el oeste, dirección Lago Enriquillo, le daríamos la vuelta en sentido contrario a las agujas del reloj, para después volver a la costa y dormir en Barahona. El sudoeste del país presenta un paisaje diferente a la costa o el interior del centro de la isla (como Constanza), puesto que al estar ubicado tras las principales sierras de la isla recibe menos lluvias, de modo que la vegetación es diferente (arbustos más bajos, aunque sigue siendo verde) y el aspecto más árido, menos selvático.

A medida que fuimos avanzando las carreteras se fueron haciendo peores, hasta estrecharse bastante y llenarse de baches, afortunadamente que íbamos con este tipo de vehículo y conducía un Dominicano con experiencia, no os creáis que es fácil, por un lado aquí la gente conduce de una forma peculiar, por resumir hacen lo que les da la gana, sin fijarse en carriles, ceder el paso, direcciones, velocidades, carga admisible en vehículos, casco para las motos, etc. Continuamente usan el claxon, pero también es cierto que a pesar de las barbaridades que se ven todavía no he visto a nadie enfadarse realmente por cuestiones de tráfico, es su carácter…

El lago Enriquillo es de agua salada y tendrá unas 18 millas de longitud con una isla en el centro, según se dice hay caimanes, aunque nosotros lo que vimos fueron iguanas, por si acaso no nos bañamos. Su origen se debe a que hace mucho tiempo la zona estaba cubierta por el mar, es evidente por los residuos coralinos y fósiles que se ven en las rocas. Hicimos una parada en Las Caritas, un mirador enclavado en una roca a unos 25 metros de altura a el que se accede por una escarpada senda. Tuvimos una anécdota graciosa mientras subíamos, ya que un grupo de dominicanos estaban explicando el origen del nombre gritando desde lo alto del mirador para que los de bajo lo oyeran. Enriquillo era un líder regional que se levantó en armas y organizó una revuelta porque los Españoles violaron a su esposa, al oír este comentario exclamamos en voz alta: “oye, oye, que los Españoles acabamos de llegar y no hemos hecho nada”, después hubo una carcajada general y nos reímos un buen rato haciendo comentarios cruzados con los Dominicanos presentes.

De ahí nos desplazamos a la localidad de Jimani, donde comimos en un rústico lugar, al que dudo que fueran turistas no Dominicanos, la comida típica criolla: chivo, cerdo, conejo, lambi (una especie de caracol gigante troceado), tostones (plátano macho frito), ensalada, etc.

Tras comer nos dirigimos a Haití, con intención de atravesar la frontera y acudir a un mercadillo que montan cerca de allí, en el que uno se puede hacer una idea de las características del país. El aspecto era de todo, menos el de una frontera a las que estamos acostumbrados, un muro de bloque con una puerta metálica de 4 metros de ancho custodiada por militares Dominicanos. El teniente al mando, muy amable y colaborador, no puso pegas para atravesar la frontera y que pudiéramos pegar un vistazo, parece ser que es habitual que se cierren dichas fronteras por cualquier tipo de problemática. Dejamos el coche en tierra Dominicana y nos adentramos andando al mercadillo que estaba justo al otro lado de la frontera, el espectáculo increíble, la miseria y las nulas medidas higiénicas flotaban en el ambiente, parecía el resultado de una batalla campal, lleno de restos de cualquier cosa por todos lados. Los puestos más bien eran tipo favela, la gente nos observaba con curiosidad, los niños no paraban de pedirnos dinero, automáticamente era como si nos hubiéramos remontado 100 años atrás o llegado al tercer mundo, sentí pena de las tremendas desigualdades entre seres humanos. En todo momento estábamos muy tranquilos, sabíamos que los soldados, fuertemente armados, nos vigilaban y que ante cualquier problema no habrían dudado en intervenir y rescatarnos, pero os aseguro que no me atrevería a entrar a un sitio así sin estar protegidos de algún modo, el aspecto de ciertas personas y su mirada eran temibles.

Tras dar una vuelta decidimos regresar y continuar con nuestro recorrido, que nos llevaría de vuelta a Jimani, a comprar un licor de caña (cleren), prohibido desde hace más de 100 años por una antigua ley creada por los intereses de las destilerías de ron, que degustaríamos en varias ocasiones a lo largo del viaje, excelente. Desde Jimani seguimos la vuelta al lago Enriquillo por el sur, en dirección a Barahona donde pernoctaríamos.

Barahona es una ciudad costera, la 6ª o 7ª en importancia del país, aunque las diferencias con la capital son enormes, saltan a simple vista. Encontramos un hotelito razonablemente aceptable por poco dinero, justo frente al malecón. Cenamos de nuevo productos típicos en el restaurante de al lado, donde después tuvimos una animada tertulia acerca de muchos temas profundos de la vida alrededor del galón que compramos de cleren.

Nos fuimos pronto a dormir, al día siguiente nos dimos cita a las 8:30 en la entrada del hotel para continuar con la excursión.

Os sigo contando…

Kike

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Días 48 y 49 (1 y 2/1/2010): Año Nuevo y Bocachica

Ciertamente fué una Nochevieja diferente, la cena en Plaza de España, en una terraza al aire libre frente a la casa de Colón (de Diego, su hijo, pegado a donde atracaba las naves) y con vistas a un enorme árbol de navidad iluminado. Situación curiosa para nosotros por el clima y el entorno.

Cuando llegó el momento de cambio de año ni campanadas ni uvas, la principal muestra del evento fué el inicio de fuegos artificiales en el Malecón, tampoco vimos mucha expresividad a nuestro entorno en el momento, eso si, nosotros si lo creamos con nuestros abrazos y nuestros deseos para el año que ha comenzado.

Pasadas las 12 de la noche nos dispusimos a buscar algún sitio donde tomar algo y divertirnos un rato. Nuestra primera opción fué una actuación en directo (tipo verbena)en el Malecón que con un sonido atronador emitía ritmos latinos que se debían escuchar desde la otra parte de la isla. La cuestión es que el ambiente no nos gusto mucho, así que decidimos cambiar de plaza. La siguiente opción una discoteca que nos recomendaron, craso error, nada más entrar y ver lo que había dentro nos dimos cuenta que tampoco era para nosotros. Por último nos quedaba la alternativa de la zona colonial de Santo Domingo, donde encontramos algunos bares y pubs, pero completamente vacíos, tras un par de vueltas decidimos que retirada a tiempo es victoria, a las 2 de la mañana estabamos durmiendo en el barco.

El día 1 lo aprovechamos para hacer trabajos en el barco, teniendo en cuenta que todo estaba cerrado y la gente de resaca no era una mala opción adelantar tareas para poder hacer alguna excursión a otros lugares los días siguientes. Cambiamos el cardan del radar, instalamos los lazy jacks, hicimos una buena limpieza del exterior del barco, etc  En definitiva un día normal de trabajo al que estamos acostumbrados, no tuvimos una celebración especial de Año Nuevo, ni se percibía el ambiente por las calles.

El día 2 estaba previsto ir a comer a Bocachica, donde se ubica el Club Naútico de mayor tamaño en el entorno de Santo Domingo. Nos pasó a recoger nuestro nuevo amigo Poncio junto a su hijo Michael, gran amante del Windsurf. La primera parada, mientras esperabamos a Ezquiel, fué un curioso lugar, voy a intentar describirlo, porque vale la pena. Situado a una calle tras la avenida del Malecón, una planta baja con terraza y un pequeño habitáculo interior, con un aspecto muy rústico, lleno de comida y cerveza alemana, evidentemente propiedad de un ciudadano de esa nacionalidad y regentado por su hija, que para nada parece alemana, metro ochenta de una rolliza mulata que desborda simpatía y amabilidad. El ambiente increíble, una mezcla de nacionalidades tomado cervezas y sentados juntos, aunque parcían proceder de grupos diferentes, la camaradería y hospitalidad flotaban en el ambiente. Rápidamente fuimos foco de atención y entablamos una agradable conversación con los presentes en aquel curioso lugar en el que, por su aspecto,  dificilmente habríamos entrado si no fuera porque ibamos guiados por un oriundo, que estupidez la de los prejuicios que sin darnos cuenta tenemos interiorizados. Conocimos varias personas interesantes, sonbre todo un alemán que trabajaba allí esporádicamente y un esloveno, marino mercante retirado, que había tenido un astillero y dedicado toda su vida al mundo del mar, con el que estuvimos comentando ampliamente detalles tanto de República Domincana, como de Colombia y Brasil, lugares en los que había estado y sobre los que nos dió buenos consejos.

Tras la llegada de la mujer de Poncio y la novia de Michael nos marchamos ya al náutico de Bocachica, un lugar increíble, jamás había visto un náutico con playa privada, aguas cristalinas, un arrecife próximo y restaurante-terraza de madera tipo pontón sobre el agua. Allí completamos la comida y charlamos durante horas con nuestros anfitriones, increíble como personas que acabas de conocer pueden ser tan cercanas y brindarte una acogida y unos detalles como los que tuvieron con nosotros. Desde luego estoy convencido que uno de los principales tesoros que voy a obtener de esta experiencia es la cantidad de gente que voy a conocer y todos los nuevos amigos repartidos por el planeta  que tendré. También me resulta curiosa la fascinación que despierta nuestro proyecto en todos aquellos a los que se lo contamos, que la gente comparta nuestro sueño nos reafirma en que no estamos tan locos ni vamos tan desencaminados, aunque esto lo teníamos claro hace mucho tiempo.

Al caer la noche volvimos a la ciudad y nos dejaron en la marina, espero que podamos compartir con ellos algún otro momento como hemos previsto.

Estamos encantados en Santo Domingo, pero nos apetece ya movernos un poco y ver otros lugares de este país, este será nuestro objetivo los próximos días.

Aprovecho para comentaros la repercusión en medios que seguimos teniendo, Tanto Punto Radio como Radio Nacional nos han llamado dos veces cada uno para sendas entrevistas, el diario Las Provincias también, así como me consta que en medios específicos como Diario del Puerto y Valencia Marítima también hemos tenido repercusión, no estoy seguro si en algún medio más también. Necesitamos que se mantenga nuestra presencia, haremos todo lo posible por conseguirlo.

Poco más por hoy.

Sed felices, y espero que hayais empezado 2010 de una forma excepcional y que se mantenga así mucho tiempo.

Kike