Días 1.395 a 1.401 (9 al 15/9/13): El lugar en que se encuentran las aguas…

De todos los significados y orígenes del nombre de la ciudad de Maputo que he escuchado éste es el que más me ha gusta, no está exento de lógica, puesto que en el Estuario do Espíritu Santo y la bahía de Maputo desembocan al menos 5 ríos, que a su vez se funden con el inmenso Océano Índico. Otras versiones hablan del líder de una antigua tribu, Maputa, que gobernó la zona antes de la llegada de los portugueses. También se hace referencia al propio río Maputo como originario del nombre. Sea como sea, lo cierto es que la ciudad se denominó Lourenço Marques en honor al comerciante que la exploró por primera vez en 1.545, y mantuvo su nombre hasta la independencia en 1.975, aunque no fue hasta 1.907 cuando se convirtió en la capital del África Oriental portuguesa, debido a sus ventajas estratégicas como puerto y a la línea de ferrocarril que la unía con Pretoria (Sudáfrica).

A última hora de la tarde del día 9 de septiembre fondeábamos el Bahari frente al puerto pesquero, más tarde de lo previsto, el camino a recorrer sorteando los innumerables bajos de la bahía y la fuerte corriente en contra nos llevó desde el amanecer. No habíamos encontrado ninguna información acerca de posibles lugares seguros donde dejar el barco, las imágenes satélite y la cartografía apuntaban que podría ser dentro del puerto de pesca, pero con decepción comprobamos que tanto por calado como por espacio de maniobra no podría ser.

La primera noche fondeados en el río frente al puerto nos reveló lo que intuíamos, aquel no era un lugar adecuado, demasiado expuesto a los vientos, en cuanto éstos se enfrentan a la fuerte corriente se forman unas picudas olas que amenazaban con arrancar el ancla e incluso entrar por cubierta. La única opción era la marina, aunque según nuestras informaciones se secaba por completo en marea baja, algo impensable como amarre para nosotros hasta el momento, aunque varias personas nos aseguraron que eso no sería un problema.

Tras dos visitas en marea baja nos animamos a intentarlo, el único velero amarrado allí nos explicó que el fondo es una capa de más de 3 metros de fango muy esponjoso, por lo que poco a poco la orza se va enterrando hasta que el casco apoya sobre el lodo. Es un proceso lento y la maleabilidad del fondo fabrica una especie de cuna a medida, por lo que aunque el barco quede en seco la estructura no sufre.

La teoría está bien, pero no respiramos tranquilos hasta que no vimos al Bahari perfectamente asentado sin mayor problema, no fue sencillo llegar hasta el pantalán, a mitad de dársena ya tocábamos fondo, acelerando a toda máquina conseguimos abrir un surco de más de 30 centímetros por el fondo avanzando centímetro a centímetro, emoción hasta el último momento.

Con el barco ya seguro pudimos lanzarnos a conocer una ciudad que nos ha sorprendido gratamente. Maputo es una urbe más desarrollada de lo que desde fuera pueda pensarse, no es París, pero comercios, transportes, restaurantes, hoteles y lugares de ocio atestiguan que la calidad de vida no es tercermundista.

Tal vez lo que más me ha sorprendido es la animación cultural y artística, especialmente la musical, con grupos en directo casi todos los días que en muchos casos fusionan ritmos africanos con otros estilos, nuevos sonidos que encantan al visitante.

Alexis, con quien tengo amigos en común, había preparado nuestra llegada, además de informarnos de todo lo necesario y ayudarnos a solucionar cualquier problema. La primera noche conocimos a Pedro, un español que también lleva varios años viviendo en Mozambique, con ambos nos incorporamos fácilmente a la agitada y divertida vida nocturna, fiestas, nuevos amigos, eventos culturales, etc.

La verdad es que no hemos parado, lo cual nos ha venido genial tras unos meses de vida casi ermitaña, aunque tal vez por la falta de costumbre, el domingo yo ya estaba pensando en retirarme unos días a la tranquilidad de la playa y el buceo en algún lugar más al Norte.

Habíamos oído hablar de Maputo como una ciudad peligrosa, pero no ha sido esa nuestra experiencia, cierto es que no hemos buscado el riesgo, pero en ningún caso hemos visto el menor indicio de problemas, excepto irónicamente con la propia policía, que no deja pasar una oportunidad para intimidar al “blanquito” y tratar de sacarle un soborno con cualquier excusa peregrina. Más adelante os contaré con más detalle alguna de las increíbles experiencias que hemos sufrido, pero desde luego tiene narices que la mayor fuente de inseguridad sean las propias fuerzas del orden, aunque según la expresión resignada de muchos de los que conocí: “África es así…”.

Es una pena que la ciudad apenas conserve edificios de la época colonial, y los que quedan no estén en muy buen estado. Salvo honrosas excepciones, como la estación de trenes, no es brillante por su arquitectura, aunque sí por su gente y ambiente. Del mismo modo que puedes ver lujosos 4X4 circular por grandes avenidas flanqueadas por edificios gubernamentales con imponentes estatuas, puedes contemplar escenas de vida tradicionalmente africana: mujeres cargadas con inmensos fardos sobre la cabeza vestidas con las típicas telas, pequeñas embarcaciones de pesca que se adentran a remo por las mañanas en la bahía y regresan con una rudimentaria vela latina aprovechando los vientos de la tarde, mercados en los que la artesanía se mezcla con los productos de cultivo más primarios que son la base de su alimentación.

Pero hay que tener claro que esta es la capital y la costa Sur es la zona más rica de Mozambique, no es todo así, lamentablemente es uno de los países más pobres del mundo, en el que a día de hoy todavía hay gente que muere de hambre y la esperanza de vida es de poco más de 40 años; un salario normal apenas alcanza los 100€/mes, y la vida no es barata porque prácticamente todo es importado, no es fácil salir adelante, sin embargo lo llevan con la sonrisa y resignación positiva de la que creo que sólo es capaz el pueblo africano.

Las guerras han sido las protagonistas de la historia contemporánea de este país, primero la de independencia desde 1.964 hasta 1.975, y acto seguido una cruenta guerra civil, alentada y financiada por oscuros intereses de terceros países, que se prolongó hasta 1.992. La herencia de esta época: una escalofriante cifra de muertos, millones de desplazados, economía e infraestructuras destruidas, reservas naturales arrasadas con el exterminio de sus animales y millones de minas anti-persona que siguen enterradas bajo el suelo y hacen peligroso salirse de los caminos transitados en numerosas zonas del territorio nacional.

Pocos viejos se ven por la calle, es un país eminentemente joven con casi la mitad de su población por debajo de los 15 años, una tasa de natalidad superior a 5 nacimientos por vientre fértil le empuja a ello (aunque la tasa de mortalidad infantil también sea una de las más elevadas), una fuente de esperanza para mejorar y transformar a Mozambique, que desde el final de la guerra civil asciende por una trayectoria positiva.

Aunque la agricultura sigue siendo de auto-subsistencia, un incipiente turismo está proporcionando una alternativa a los tradicionales negocios de la minería, madera o pesca. Se han descubierto importantísimas reservas de gas y petróleo que auguran un futuro prometedor. Pero lamentablemente estamos cansados de ver que el hecho de que un país sea rico en recursos naturales no implica que la mayoría de sus habitantes disfruten de esa riqueza, seguiremos con cariño la evolución de Mozambique.

Sed felices

Kike

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