Días 836 y 837 (28 y 29/2/2012): Henderson, in extremis…

Esta noche dormiremos fondeados en la isla Henderson (perteneciente al grupo de las Pitcairn), aunque por los pelos, ahora os cuento la odisea que hemos pasado hasta poder llegar a echar ancla.

Como os decía en mi último reporte, zarpamos el lunes por la tarde del atolón Ducie con buen viento para recorrer las 190 millas que lo separan de nuestra ubicación actual. Así siguió durante una buena parte del martes, hasta que decidió desaparecer.

Ha sido una travesía bastante pasada por agua (nunca mejor dicho), apenas ha parado de llover, a veces torrencialmente. Más que un sistema frontal, las perturbaciones meteorológicas eran fruto de innumerables chubascos locales, pero tan seguidos que apenas daban descanso.

Uno de ellos lo vimos venir en el horizonte con tan mal aspecto que decidimos arriar todo, por si acaso. Apenas se distinguía su interior, no estábamos seguros si esto podía ser debido a que llevara fuertes vientos asociados, o a una cortina de agua. En este caso fue más bien lo segundo, y no os podéis hacer una idea de cómo descargó, parecía el diluvio, además con un montón de relámpagos y truenos. En resumen, una tormenta en toda regla, cuyo único efecto fue que nos endulzó a base de bien el barco.

Después de haber navegado algunas horas a motor, y cuando nuestro objetivo era frenar la marcha porque veíamos que íbamos a llegar demasiado pronto, Eolo hizo acto de presencia, con un viento de Norte superior a 20 nudos, ¡vaya hombre! Justo cuando no lo necesitamos, es más, lo que peor nos viene para poder fondear… Pero cuando se trata de viento y mar, tú no decides, solo tienes la opción de adaptarte.

A pesar de desplegar únicamente un poco de génova, a media madrugada estábamos ya frente a la isla, permanecimos haciendo traveses esperando el amanecer, no queríamos aproximarnos sin la luz del día, no te puedes fiar ni de la cartografía ni de los arrecifes, puesto que a veces cambian.

Las primeras luces del día nos presentaron un panorama nada halagüeño, el viento y una ola de más de metro y medio hacían imposible el fondeo en los únicos puntos de los que teníamos referencias (uno al Noreste y otro al Noroeste), ni siquiera hizo falta acercarnos mucho para tenerlo claro, la espuma blanca por doquier así lo confirmaba. Como plan B hemos bordeado todo el perímetro de la isla buscando algún lugar alternativo, pero nada, no había forma.

Henderson parece una fortaleza, rodeada por acantilados de más de 15 metros de altura en cuya base no deja de golpear fuertemente el mar. Esa belleza agreste, con un verde tupido en la cima de las paredes, y numerosas cavidades y formas esculpidas por la erosión, es a la vez inquietante cuando te aproximas en barco (la única forma), ya que ves de forma clara que ante cualquier intento acabarías estrellándote sin la más mínima posibilidad de hacer nada.

Las únicas excepciones son las dos pequeñas playas que he mencionado, accesibles cuando sopla el viento predominante (Sureste), pero imposibles con Norte.

Teníamos dos opciones, continuar camino hacia Pitcairn, pero llegaríamos de noche (son unas 100 millas y estaríamos en las mismas), o esperar que bajara el viento y como consecuencia la ola, que aunque estaba previsto, nunca se tiene la certeza de cuando se da, y cuanto tiempo puede permanecer en condiciones no aptas para el fondeo.

Tras pasar por delante de las playas, y ver lo bonitas que eran (arrecife delante, aguas claras, arena rosada, cocoteros, vegetación hasta el borde, etc.), hemos decidido esperar a probar suerte.

Hasta las 6 de la tarde hemos estado haciendo bordos esperando que el milagro se diera, y casi cuando íbamos a tirar la toalla, ¡sucedió!

Nuestro aliado en este caso, un enorme chubasco, ha desviado el viento al Noroeste y como por arte de magia ha aplanado el mar en un instante, dentro de lo que cabe. Tal vez de algún modo nos estaba poniendo a prueba para comprobar nuestro autentico interés en conocer ese nuevo territorio, virgen y raramente visitado.

Nada más ver los cambios, hemos puesto proa a la playa Noreste, la más grande y extensa, buscando el sitio más protegido. Tras varios intentos hemos conseguido que el ancla agarrara, aunque por si acaso, siempre es mejor dar también un cabo a una roca cercana.

Al acabar quedarían menos de 2 horas de luz, por lo que era importante bajar a tierra lo antes posible, si queríamos pisar la isla. Teníamos antojo de unos cocos, por lo que machete en mano nos hemos dirigido a la playa con la auxiliar.

Con un poco de dificultad, y alguna que otra magulladura, hemos atravesado rompiente y arrecife y acabado sobre la arena.

La fauna oriunda tampoco debe haber tenido mucho contacto con humanos, cangrejos y aves defendían su territorio sin temernos lo más mínimo, casi nos atacaban.

Los cocoteros estaban más lejos de lo que pensábamos, se estaba haciendo de noche, pero hemos visto algo que ha despertado nuestro interés: langostas, en abundancia, atrapadas en pozas por la marea baja o escondidas bajo piedras casi justo a la orilla. No ha sido complicado elegir menú para la cena, con las manos y la ayuda del machete tres de ellas han venido al barco para compartir mesa, eso sí, desde otra perspectiva.

Se ha quedado una noche preciosa, buena temperatura, casi calma, cielo estrellado, luna radiante y enfrente una bella isla completamente salvaje, hay momentos en la vida que bien merecen la pena una eternidad.

Esperamos poder disfrutar mañana de todo lo que tenemos a nuestro alrededor, os lo cuento.

Sed felices.

Kike

6 Comments

  • Todas esas islas medio desiertas, son un sitio estupendo para tomar fotos.Creo que es el producto más demandado por todos vuestros segidores y por mi en particular. Que disfruteis del lugar y nos lo hagais pasar a nosotros. Un abrazo.

  • Primo, al igual que dice Daniel estamos ansiosos por recibir fotos de esta isla y de las otras, y asi poder poner imagenes reales a tus descripciones (que por cierto son fantasticas)
    NOTA : «enfrente una bella isla completamente salvaje…» y de cena langostas, si señor , asi si

  • hola navegantes, menuda suerte, una isla maravillosa para vosotros solos, langosta para cenar y de postre coco fresco, no os podeis quejar, disfrutad que os lo mereceis, descansad de vuestras luchas con los monstruos de las profundidades y hasta la proxima aventura besos Luis y Charo

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