Días 847 a 849 (10 al 12/3/2012): Un jardín de bonsáis bajo el mar…

Os escribo desde uno de los motus (islas) del interior del enorme lagoon de las Gambiers, un precioso lugar llamado Tauane, ahora os cuento cosas acerca de él.

Zarpamos de Rikitea el domingo a media mañana hora local, durante unos días vamos a recorrer algunas islas e islotes que nos han recomendado por su belleza y/o excelente buceo.

Desde la última vez que os escribí hemos tenido un poco de todo en Mangareva, el viernes por la noche se organizó una barbacoa de todos los barcos fondeados en la bahía. Cada uno aportó una cosa, y terminó siendo una excelente demostración de las distintas gastronomías, incluida la local. Probé una cosa nueva, el molusco que dentro del nácar produce la perla, marinado con leche de coco, muy rico. En la zona hay bastantes granjas de dicho cultivo, una vez ha dado 4 ó 5 perlas ya no vale, en ese momento se come.

Seríamos unas 25 personas, incluyendo varios polinesios, y fue una fiesta de lo más interesante y divertida. El mar, los barcos y viajes fueron el tema central de conversación, aunque también tuve la ocasión de compartir durante un buen rato con los nativos acerca de cómo era la vida allí. Llegado un momento de la noche se pasó de la música grabada al directo, Jose Carlos y uno de los locales se encargaron de amenizar la velada con un buen concierto.

El sábado lo dedicamos a bricolaje en el barco y el domingo por la mañana nos dirigimos a comprar fruta y verdura fresca que comer los los próximos días. Para nuestra sorpresa no se vende en los comercios, cada uno se cultiva la suya. ¿Y cómo conseguimos? -preguntamos-, hay que ir a una casa en la que veas que hay y pedir -fue la respuesta-.

Es algo que, acostumbrados a nuestra sociedad, choca, pero si lo piensas bien es lógico. Por un lado cualquier árbol que plantes (o incluso sin hacerlo) crece con gran vigor y produce en exceso para una familia, por otro todo lo comprado (que viene de fuera) es carísimo, de modo que se va a las tiendas únicamente a por aquello que no se puede obtener del mar o la tierra, y con mucha moderación, vamos, prácticamente auto-subsistencia.

«Donde fueres haz lo que vieres», de modo que con todo el desparpajo del mundo nos dirigimos a pedir fruta por las calles. No nos fue mal, Schmac nos dio dos frutos del árbol del pan (similar a la patata) de unos 2 kg. cada uno y una bolsa de limones, y de la primera casa en la que entramos a preguntar salimos con una bolsa entera de naranjas y pomelos, además de un racimo de plátanos como de 25 kg, y aún nos decía que no tenía muchas cosas. Por si fuera poco, al volver para tomar la auxiliar, una de las hijas de Schmac nos vio y nos dijo, casi ofendida, que se lo teníamos que haber dicho a ella, que tiene de todo en casa, nos añadió 3 aguacates de casi 1kg cada uno y quedó en tenernos preparado un buen surtido para antes de que marcháramos hacia marquesas. Es impresionante lo amable y sencilla que puede ser la gente, y como el que menos tiene más generoso es.

La distancia entre la bahía de Rikitea y el motu en el que estamos no es mucha, unas 10 millas, aunque hay que estar muy atento, hay innumerables bajos y arrecifes por el camino, además de las boyas de las granjas de perlas.

Es pequeño, como de 100 metros por 30, rebosante de vegetación, sobre la que destacan los cocoteros, y rodeado por una playa de arena blanca que se extiende por otro centenar de metros más hacia el sur, como una dorsal entre dos aguas. Sus únicos habitantes son cangrejos y pájaros.

Ahora, si bonito es lo que hay sobre el nivel del mar, no os podéis imaginar el paisaje submarino de las aguas que lo rodean. El arrecife está plagado de todos los tipos de coral que se dan en el Pacífico, sus formaciones son dignas del dibujo de un cuento de fantasía, en una de las inmersiones juraría que estaba volando sobre un jardín de bonsáis, ya que ese es el aspecto que tiene uno de los corales predominantes. Su colorido tampoco se queda atrás, lo hay verde fosforescente, distintos tonos de azul, violeta, rojo, blanco, amarillo, naranja, marrón, ninguno se quiere quedar atrás en la competición por llamar la atención.

En cuanto a la vida que aloja, hace justicia al hecho de que los arrecifes coralinos son los espacios más densamente poblados por seres vivos del planeta. La cantidad, variedad y tamaño de los peces están haciendo las delicias de mi cámara fotográfica submarina, poco a poco me estoy aficionando, me paso el día buscando decorados y modelos, aquí no me cuestan mucho de encontrar.

Nos han aconsejado no comer ningún pez, parece que la ciguatera está muy extendida en la zona. Creo que ya os he hablado de ella, es una toxina que se encuentra en los peces debido a la ingesta de una microalga o plancton. Comienza por los herbívoros y se va transmitiendo en la cadena trófica. No hay forma de reconocer los peces tóxicos y, aunque no es mortal, puede ser muy grave. Curiosamente la ciguatera se determinó como causa de peces venenos por los científicos en estas islas, de hecho, el ser unicelular que la provoca tiene el dudoso honor de llamarse también Gambierdiscus toxicus.

Os cuento una anécdota de la inmersión matutina: próximo a la isla el coral forma una especie de laberinto, canales por los que puedes nadar entre formaciones que llegan casi hasta la superficie. Mientras iba por uno de ellos, al girar para incorporarme a otro, casi me doy de frente con un tiburón de puntas negras (a priori no peligroso) como de dos metros. Yo creo que los dos íbamos a la nuestra y no nos habíamos dado cuenta de la presencia del otro, porque ambos nos hemos dado un buen susto, cada uno ha salido nadando en dirección contraria, me ha dado tiempo a hacerle una foto porque llevaba la cámara encendida y el dedo sobre el disparador. También he visto un águila marina como de metro y medio de envergadura y más de 3 metros de longitud, impresionante la majestuosidad con la que nada, parece más bien que vuele sobre el fondo.

Durante los próximos días os seguiré contando nuestras experiencias por los motus de las Gambier.

Sed felices.

Kike

1 Comment

  • Madre mía, espero que cuando llegues ha Valencia, hagáis conferencias y exposiciones de toda vuestra Aventura. Tenéis material suficiente para realizar un año seguido de actividades!! Un abrazo.

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