Mes: diciembre 2010
Protegido: Día 396 (15/12/2010): Pingüinos
Día 395 (14/12/2010): Hacia los 40 rugientes
Por este nombre tan expresivo se conocen los fuertes vientos que soplan entre las latitudes de 40º a 50º Sur. Tradicionalmente han sido el azote de los navegantes que surcaban estas aguas, sumados al duro oleaje y a la gran variabilidad meteorológica han sido los causantes de numerosísimas tragedias en el mar.
A medida que se desciende en latitud su intensidad incluso aumenta, dando lugar a los conocidos como 50 aullantes y 60 bramadores.
Durante esta etapa atravesaremos todo el área de los 40 rugientes y nos adentraremos en el territorio de los 50 aullantes, acercándonos a los 60 bramadores, puesto que superaremos los 55ºS para adentrarnos en el canal de Beagle.
No solo viento, oleaje y otros avatares meteorológicos constituyen una dificultad, las corrientes pueden jugar también malas pasadas. Por ejemplo, en el Estrecho de Le Maire, que separa la Isla de los Estados de Tierra del Fuego, se produce un fenómeno conocido como tideripes, cuando las fuertes corrientes que lo atraviesan (que pueden llegar a los 8 nudos de intensidad) se enfrentan a un oleaje formado en sentido contrario, las olas aumentan espectacularmente de altura, su dirección se altera y comienzan a llegar de todos lados, muros de agua con cresta rompiente conforman un auténtico infierno. Un Capitán de la Marina Argentina nos contó que varias veces temió perder el barco atravesando dicho lugar, y eso que se trataba de un buque militar…
En cualquier caso tranquilos, si vemos que las condiciones no son propicias bordearemos la Isla de Los Estados en lugar de cruzar el canal, son más millas, pero las ganaremos en seguridad.
Anoche (martes) zarpamos de Puerto Madryn, tras una espectacular odisea para conseguir repostar y aprovisionarnos. Durante la mañana acabamos de solucionar los problemas que teníamos en el barco y a mediodía bajamos a tierra con la intención de comer, comprar unos bidones de combustible, algo de comida que no necesitara de cocina (sabemos lo que nos espera) y cargar unos litros de agua dulce.
El viento de Norte se empezó a establecer por la mañana, dirección de la que el fondeadero también está desprotegido, una ola incomoda se estaba formando, pero no parecía preocupante.
Tomamos la auxiliar, cargados con los bidones, y la amarramos de nuevo al remolcador de la noche anterior, en este caso la maniobra de subida al mismo y el salto al muelle fueron más fáciles.
Hicimos todo lo que teníamos que hacer, incluidos los trámites con Prefectura, y regresamos al muelle en dos taxis por todo lo que llevábamos. Al llegar el corazón me dio un vuelco, no estaba ni el remolcador ni nuestra embarcación auxiliar, el viento había subido y olas enormes zarandeaban el barco como un cascarón de nuez en un remolino e impactaban con furia en el muelle, la cosa no pintaba bien, una nueva prueba que superar.
Angustiado corrí muelle arriba y muelle abajo tratando de localizar el bote, mirando al mismo tiempo a la playa por si la hubiera arrastrado hasta allí, pero nada. Por fin la vi, estaba amarrada en el extremo de un barco militar y dos remolcadores abarloados, justo en el extremo opuesto, con la parte delantera completamente deshinchada.
En ese momento llegó Sebastián con el otro taxi, se quedó con las cosas, localizamos una escalera de bajada desde la que podríamos cargar, y me dirigí a intentar recuperar la neumática.
El primer salto hasta el barco de la Prefectura era imposible, estaba a sotavento y por lo tanto separado varios metros del muelle, menos mal que el oficial presente, viendo la situación, conectó máquina y lo aproximó. De ahí hasta el último remolcador fue más fácil, aunque los desniveles eran también de varios metros. Llegué hasta el bote y lo pude arrancar, aunque con toda la proa pinchada no me daba muchas garantías de superar las enormes olas que ya rompían.
Con mucho cuidado conseguí llegar hasta donde el barco estaba fondeado, su movimiento era cada vez más violento, al amarrar la neumática golpeaba fuerte contra el casco, había que estar muy atento al impacto para que no te pillara. El hinchador sirvió de poco, a los pocos segundos estaba igual, pero bueno, podríamos ir hinchando a la vez que navegábamos para aumentar la flotabilidad y que entrara menos agua.
Volví al muelle y ya estaba Jose Carlos, entre los tres comenzamos la delicada maniobra. Acercar la auxiliar a la escalera imposible, la habríamos destrozado, pudimos ayudarnos de un bote rígido que estaba amarrado al lado para cargar las cosas allí y luego traspasarlas de éste al nuestro.
Tuvimos que hacer 4 viajes, y os aseguro que fue complicado, acabamos exhaustos, mojados y con golpes por todos lados, pero lo conseguimos, aunque más de una de las personas que se concentraron a observar nuestro numerito lo dudaran por varias veces en voz alta.
Una vez en el Bahari, con todo abordo, decidimos abandonar la boya y fondear a sotavento de unos mercantes, allí tendríamos más tranquilidad, ellos nos darían abrigo, donde estábamos era imposible ponernos a organizar el barco.
Acertamos en la decisión, en un par de horas estábamos listos para zarpar con todo bien estibado y el velero preparado para la navegación que sabíamos nos esperaba.
Era ya noche cerrada, y una brisa suave de componente Norte nos acompañaba, haciéndose más fuerte a medida que nos aproximábamos a la salida de Golfo Nuevo.
A medio camino el motor volvió a fallar, de nuevo el mismo problema, aire en el gasoil, pensábamos que tras cambiar manguera de combustible, filtro, prefiltro y cebador estaba solucionado, pero no. Mientras yo trataba de mantener el barco navegando con el poco viento que había, Jose Carlos, con la ayuda de Sebastián, se enfrascaron en la reparación de la avería. Tras más de una hora, y varios intentos, dedujimos que el problema era que no le entraba bastante aire al depósito para compensar la absorción de gasoil, desmontamos una válvula nueva que montamos en Buenos Aires para usar una bomba eléctrica de llenado a partir del los bidones, et voilà, problema solucionado, era eso el origen, ya ves, siempre aprendes cosas nuevas.
Tras ese incidente las cosas se tranquilizaron, el viento subió y pudimos izar todo el trapo, pusimos proa a mar abierto y a navegar se ha dicho…
Sed felices.
Kike
Protegido: Día 394 (13/12/2010): Puerto Madryn
Día 393 (12/12/2010): Problemas con el motor
Hay veces que esto parece más una yincana, que una vuelta al mundo como es, el destino nos sigue poniendo pruebas a todos los niveles a las que parece que estamos condenados a solucionar, desde luego no siempre nos lo pone fácil. Tampoco quiero verlo en sentido negativo, pero a veces te planteas que es alto el precio que tienes que pagar por cumplir tus sueños.
En la noche el viento siguió subiendo, parece que por estas zonas no tiene muy claro el concepto de viento suave, cuando se estableció de forma permanente en los 30-35 nudos pretendía arañar sus límites en las rachas de 40. Permanentemente tuvimos que ir ajustando velas y rumbo, puesto que íbamos pasados de trapo y arriar en esas condiciones no era tarea fácil, con alguno que otro susto lo conseguimos.
A cambio de torear con el vendaval alcanzamos velocidades de vértigo, manteniendo 10-12 nudos constantes, y hemos andado bien a pesar de todo, aunque hayamos tenido que sacrificar rumbo para mejorar condiciones de navegación.
Todo iba razonablemente bien, dentro de las duras condiciones de viento, mar y frio, hasta que de repente ha comenzado a fallar el motor.
De buena mañana hemos comenzado con los intentos de reparación, aparentemente no entraba bastante gasoil, así que hemos probado cambiando filtro y prefiltro de gasoil, limpiando en circuito, ajustando cosas, pero nada, él solito se bajaba de revoluciones y se llegaba a parar.
La situación se ha complicado un poco cuando se nos ha vuelto a poner de proa, ahí hemos echado de menos el empuje para avanzar más en la dirección correcta, de hecho durante varios intervalos hemos estado parados en medio del mar intentando solucionar el problema.
Haciendo bordos y avanzando como podíamos hemos llegado hasta la entrada de la bahía sur de Península Valdés, donde se encuentra Puerto Madryn. En ese momento el viento que tanto nos ha castigado se ha hecho perezoso y nos ha abandonado, solos, prácticamente parados en un punto en el que la corriente vaciante puede superar los 3 nudos, más de la velocidad que llevábamos.
Hemos lidiado como mejor se nos ha dado a enteder, tratando de avanzar, hasta el momento en el que conversando por la emisora con Miguel, nuestro ángel de la guarda en tierra estos días, nos ha sugerido la posibilidad de alimentar directamente al motor desde un bidón eliminando todo el circuito, pues no habíamos caído en eso…
Nos hemos puesto manos a la obra, y al principio ha funcionado, solo nos sorprendía la velocidad con la que consumía las garrafas, luego lo hemos pensado, es el retorno, y efectivamente, menos mal que nos hemos dado cuenta, el depósito estaba ya lleno. Ahí ha surgido la idea definitiva, sustituir el circuito por una tirada directa del depósito al filtro, y eso ha funcionado, vamos, está funcionando, así que queda claro que el problema está en el manguito o en el prefiltro, lo resolveremos al llegar a puerto.
En este momento estamos a unas 20 millas de Puerto Madryn, a las 00:20 GMT, si todo va bien en 2,5 horas llegaremos, hoy dormiremos fondeados, tras estos duros días movidos a buen seguro lo agradeceremos. Mañana nos tendremos que poner en marcha para solucionar todos los problemas, la escala será breve, máxima un par de días, Ushuaia nos espera, y no queremos hacernos de rogar.
Sed felices.
Kike
Protegido: Día 392 (11/12/2010): ¿Una pesadilla?
Día 391 (10/12/2010): Y del cielo llovieron piedras…
¿Os acordáis del chubasco del que os hablaba ayer? Pues efectivamente pasó por nuestra popa, pero muy justo, lo vimos de cerca. El problema fue que a éste le siguieron varios más, uno de ellos de un tamaño espectacular, ocupaba casi toda la pantalla del radar, de ese teníamos claro que no nos librábamos.
Asumiendo la situación preparamos el barco para lo peor, ya había caído la noche, recogimos génova para reducir trapo y dejamos solo la mayor con el primer rizo, en caso de necesidad sabemos que con eso y un poco de motor podemos capear hasta más de 40 nudos durante un rato, cerramos todo y a esperar que el monstruo se fuera acercando.
Su aspecto impresionaba, no solo por su tamaño, también por su desarrollo vertical, su color oscuro y sobre todo por la cantidad de rayos que no paraban de brotar de su interior. Eso me preocupaba un poco, puesto que no tenemos el palo conectado a masa, si nos cayera un rayo encima creo que las consecuencias serian bastante desastrosas, en mis previsiones pensaba pasar una cadena por la base del palo y lanzar su extremo al agua en casos similares, pero esto es poco operativo, en fin, ya poco se podía hacer.
Esperamos pacientemente su aproximación y que de un momento a otro el vendaval nos revolcara, pero no fue así, el viento apenas varió cuando se situó sobre nuestras cabezas, sin embargo si empezó a diluviar, y al momento la lluvia se transformó en granizo del tamaño de garbanzos, tuvimos que protegernos porque hacía daño, temimos que pudiera hacer algún desperfecto en placas solares o toldos, pero afortunadamente no fue así. Creo que es la primera vez que nos graniza desde que salimos de Valencia, pero como veo la meteorología por aquí también pienso que no será la última.
Pasados los chubascos la situación se tranquilizó y la noche no nos ha dado más sustos, hemos podido navegar a vela a buen ritmo.
La previsión de vientos de Norte para la jornada no se ha cumplido exactamente, ha sido más bien un Noroeste de 15 a 20 nudos, lo que nos ha permitido avanzar a unos 7 nudos de velocidad con el viento entre el descuartelar y el través (entre 60º y 90º contados desde la proa). El tamaño de la ola estaba entorno a 1 metro, nada incomoda para ese rumbo.
El sol nos ha vuelto a regalar su luz y su calor, así que hemos pasado más tiempo en cubierta aprovechándolo que en el interior del barco.
Entorno al mediodía he podido disfrutar de unas horas de paz y fusión con el entorno que me han cargado las pilas enormemente, solo, sentado en un lateral, sintiendo el viento y sol en mi cara, contemplando el horizonte y las hipnotizadoras olas pasar, notando como el barco se deslizaba suavemente sobre ellas con un ligero cabeceo, me sigue pareciendo increíble cómo puede haber tanta belleza, tanta armonía, momentos tan especiales, y que muchas veces pasen por delante de nosotros sin disfrutar de la felicidad que te pueden proporcionar. He podido reflexionar y meditar sobre muchas cosas, sabía que Aventura Oceánica, además de una vuelta al mundo a vela, iba a ser un viaje hacia mi interior, pero no sabía hasta que punto.
Hoy hemos podido contemplar otra escena espectacular, una manada de delfines en pleno proceso de pesca. A unos 50 metros por nuestro babor el agua parecía hervir con unos chapoteos muy extraño, las gaviotas se concentraban en ese punto sin parar de revolotear y lanzarse al agua. Observando detalladamente hemos divisado los delfines haciendo maniobras en grupo para atacar lo que debía ser un banco de peces, impresiona ver la naturaleza así, en primera plana. Lo cierto es que estas aguas están plagadas de delfines, no paran de acompañarnos, aparecen cada pocas horas bien sea por el día o por la noche, nunca los habíamos visto tan frecuentemente.
También hemos tenido buenas noticias relacionadas con la meteorología, el frente de sur que nos preocupaba desde que zarpamos de Buenos Aires parece que no será tan fuerte y se confirma que durará poco más de 24 horas. Esperamos que el viento de proa comience a entrar en la madrugada, lo que nos obligará a ceñir y hacer bordos, pero contra una intensidad razonable, unos 20-25 nudos con rachas que pueden llegar a los 35, pero no los más de 40 que esperábamos durante varios días. Siendo así creo que podremos llegar a Península Valdés a lo largo del domingo, hasta llegar allí lo vamos a tener movido, pero bueno, es parte del camino.
En este momento (23:31 GMT) nuestra posición es 40º30’S, 060º22’W, más o menos a la altura de Vielma. Tenemos unos 15-17 nudos de aleta que nos impulsan a casi 8 nudos rumbo 237, casi directo a la entrada de la bahía donde se encuentra Puerto Madryn. 1.153 millas nos separan de Ushuaia.
Mañana os cuento que tal llevamos el viento de sur.
Sed felices.
Kike
Protegido: Días 390 (9/12/2010): Como la vida misma…
Días 379 a 389 (28/11 al 8/12/2010): Rumbo a Ushuaia
Llegó el momento, ayer por la tarde zarpamos del Yatch Club Argentino en Buenos Aires hacia Tierra del Fuego, el extremo austral de Argentina, según el cálculo ajustado 1.630 millas, a las que habrá que añadir los desvíos respecto a la ruta teórica como consecuencia de viento, mar o cualquier otro imprevisto.
Después de haber largado amarras tantas veces sigo teniendo intensas emociones en ese momento, y me alegra que sea así, significa que todavía tengo ilusión por navegar, descubrir nuevas cosas, enfrentarme a lo desconocido. En este caso fue una mezcla de sentimientos, por un lado un poco de tristeza, echo de menos a quien quiero. De forma solapada, y aunque pueda resultar contradictorio, alegría y excitación, por afrontar una nueva etapa, por volver al mar tras unos cuantos días en tierra, por continuar avanzando en esta Aventura, por todas esas cosas maravillosas que seguro que nos esperan en el camino. También un profundo respeto por lo que vamos a hacer, es la primera vez que nos enfrentamos a un reto similar, muchas millas por delante, lo que significa estar más expuestos a una violenta meteorología de la zona que nos puede complicar las cosas, vientos fuertes, con frentes periódicos de sur (en contra) que superan los 40-45 nudos, olas enormes, corrientes de hasta 8 nudos y todo ello con un intenso frio que te cala en los huesos y con la humedad no hay forma de quitárselo de encima. Esto no son bromas, navegar por donde lo vamos a hacer es algo muy serio, de esta forma hay que tomárselo, además de asumir el peaje en forma de sufrimiento que se cobrará el desafío. En cualquier caso salimos tranquilos, durante estos días hemos preparado el barco a conciencia, y rebosamos ganas y motivación.
Eduardo nos despidió desde el pantalán, agitar la mano para decirle adiós me recordó el mágico momento de nuestra partida de Valencia, fue un día espectacular. Tomó algunas imágenes que espero que haya subido a la página de de Aventura Oceánica en Facebook, así las podréis ver. En la travesía nos acompañará Sebastián, hermano de nuestro gran seguidor Martin, ambos argentinos grandes amantes del mar y con experiencia en largas singladuras. Sebastián nos ha ayudado un montón a nuestras gestiones en tierra, tenerle con nosotros también facilitará guardias y maniobras complicadas, no os imagináis lo que se agradecen dos brazos más en caso de necesidad.
Nuestros últimos días en Buenos Aires transcurrieron sin muchas novedades destacables, finalizar trabajos y compras, puesta a punto del barco, recorridos por la ciudad y algún que otro asado, como el que comimos en casa de Cristina, amiga de Eduardo, en el que fuimos los españoles los que nos encargamos de encender el fuego, algo diferente a hacer una paella.
Desde que comenzamos a navegar por el Rio de la Plata las cosas no han sido muy tranquilas que digamos. Inicialmente la dificultad estuvo en seguir los canales dragados y el intenso tráfico que hay en ellos. En la noche hay tantas señales luminosas que es complicado hacerte una idea visual de donde estas y el camino a seguir, nuestro problema es que fuera de ellos no tenemos garantías de tener calado. Son muy estrechos, apenas da para que pasen dos mercantes a la vez, cuando lo hacen parece que vayan a chocar, un espectáculo impresiónate. Ahora bien, cuando es uno de ellos el que pasa a toda velocidad a escasos metros tuyos os aseguro que la adrenalina sube a niveles insospechados, una maniobra errónea sería fatal, nos manteníamos justo en el borde, tratando de no empotrarnos contra las boyas, algunas de las cuales no están iluminadas. Controlar el barco cuando te alcanza la ola de un monstruo de centenares de metros de eslora que ha pasado a tu lado tampoco es una cuestión trivial.
Una vez abandonamos la zona de menor calado, cuando ya pudimos empezar a navegar fuera de los canales, el toque de complicación lo puso la meteorología. Como ya es habitual, cuando iniciamos una singladura parece que el mar nos espera con ganas, en este caso el río.
Los 15 nudos de viento de Suroeste que teníamos a la salida se fueron incrementando gradualmente hasta superar los 30 durante la madrugada, desde entonces no baja de ese valor, con rachas que llegan hasta los 40. El efecto casi inmediato ha sido la generación de olas, que si bien inicialmente no tenían mucha altura, si eran duras de lidiar, llegaban sin cesar en trenes consecutivos, de forma puntiaguda y rompiendo, golpeando el barco con dureza, algo delicado, teniendo en cuenta que debajo nuestro había poco más de 5 metros de agua. A primera hora de la mañana el paisaje era peculiar, envueltos en agua marrón sin divisar tierra por ningún lado, el Rio de la Plata parecía hervir, sus olas abruptas y desordenadas, con espuma blanca que era arrancada de sus crestas por el viento, contribuía a esta imagen. El nivel de escora y los bandazos del barco son importantes, a pesar de que solo llevamos izado el génova, por cierto, el nuevo, que ha tenido su bautismo de mar con un esfuerzo considerable, por el momento va genial.
En cualquier caso, a cambio de la dureza de las condiciones, estamos avanzando a buen ritmo, a una media de más de 7,5 nudos, lo cual no nos viene nada mal, dado que para el sábado noche está previsto el inicio de un temporal de sur, quisiéramos poder llegar a Península Valdés antes para guarecernos, vamos muy justos de tiempo.
Ahora mismo el viento acaba de rolar y se nos ha complicado un poco, puesto que ya no nos da para hacer el rumbo directo que teníamos previsto, vamos a tener que empezar a hacer bordos. En fin, habrá que adaptarse, si todo va bien esta noche se nos irá a la popa.
En este momento, a las 19:00 horas GMT, nos encontramos en 36º03’S, 56º27’W, avanzamos a 6 nudos rumbo 228º, nos quedan 1.498 millas hasta Ushuaia, todavía un trecho.
Sed felices.
Kike