Días 363 a 365 (12 al 14/11/2010): Un año de Aventura Oceánica
El tiempo pasa de forma inexorable, tan rápido como nuestra proa surca las olas, un año ya desde que zarpamos de Valencia, desde aquellas despedidas en el pantalán, aquella pena por separarte de los que tanto quieres y aquella alegría porque el sueño se había hecho realidad, porque por fin zarpábamos, escoltados por decenas de barcos. Fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida…
Durante este tiempo han sido muchas las experiencias, tantas que podría estar hablando horas y horas, a veces la única forma que se me ocurre de resumirlas es compararlo con vivir 10 años de una vida intensa concentrados en uno. Y es que 365 días enfrentándote a situaciones diferentes, 147 de ellos navegando, más de 20.000 millas recorridas y 19 países visitados, dan para mucho, aunque esto no suponga ni la mitad del proyecto en el tiempo ni en la distancia.
He visto cosas que difícilmente se borrarán de mi memoria, como las lluvias de estrellas en mitad del Atlántico, a más de 2.000 millas de cualquier tipo de contaminación lumínica; una erupción volcánica durante la noche en una isla del Caribe; me he perdido en el laberinto de cayos e islotes desiertos de Jardines de la Reina (sur de Cuba), antiguo refugio de piratas, y allí he bautizado maravillosas playas sin nombre; he contemplado las islas más bonitas que se puedan imaginar en el Archipiélago de San Blas; me he adentrado en la selva panameña siguiendo el curso del Rio Diablo en un kayak; he vivido como un Robinson en un recóndito lugar del sur de los Roques (Venezuela); he conocido los espectaculares paisajes de Fernando de Noroña o el lugar más tranquilo del mundo, una pequeña cabaña de pescadores frente a la playa, casi escondida por la vegetación, en la Bahía de Camamu (Brasil). Tantas y tantas cosas, que me cuesta seleccionar las que destacar…
Los delfines han venido a saludarme, transmitiéndome alegría y buenos augurios con sus juegos y piruetas, las ballenas han saltado y resoplado a mi alrededor, he podido escuchar su mágico e hipnotizador canto buceando junto a la mayor explosión de vida y color imaginable en el Archipiélago de Abrolhos (Brasil). He pescado langostas con mis manos, he visto tiburones y mantas inmensas nadando junto a mí, bancos de peces me han envuelto hasta ocultar la luz del sol, barracudas desafiantes me han plantado cara.
Y en cuanto al mar, ¿qué os voy a contar?, nos ha brindado experiencias de todo tipo, emocionantes como navegar con spinnaker y alcanzar casi los 18 nudos en eternas planeadas; tranquilas, cuando se trata de suaves brisas y mar en calma; frustrantes, como las más de 5.000 millas que hemos recorrido luchando contra viento, olas y corriente en contra, sintiéndonos como canicas agitadas dentro de una caja de zapatos, días y días de continuos golpes y bruscas sacudidas que desesperan al carácter más templado; aterradoras, cuando nos hemos enfrentado a violentos temporales con olas como montañas que nos pasaban por encima y vientos fortísimos que no nos permitían ni tenernos en pié sobre cubierta.
La experiencia no se limita a lugares de ensueño, mar o naturaleza. Una de las cosas que más me ha enriquecido (a nivel de vivencias, porque económicamente todo lo contrario), ha sido los distintos países que hemos visitado, sus gentes, su cultura, su problemas, su forma de ver la vida, su manera de entender la felicidad, como nos ven y como se ven los unos a los otros. He conocido gente que difícilmente se borrará de mi corazón, los cubanos, resignados a una mísera vida sin oportunidades con un férreo control de su libertad; los indios Kuna, que decidieron no abrazar la civilización y seguir viviendo como hace centenares de años, manteniendo su más sagrado patrimonio, una tierra sin explotar y sus costumbres; los habitantes de recónditas islas como Providencia, cuyo aislamiento condiciona su carácter; la gente de las favelas en Brasil, cuya pobreza contrasta con su alegría de vivir; la gran familia que conforman los navegantes en ultramar, capaces de hacer cosas por gente que apenas conoce que muchos en su vida normal no harían ni por sus amigos. He visto riqueza y miseria, hambre como en Haití días antes del terremoto, ausencia de oportunidades, condenas a vidas de sacrificio y sufrimiento, pero lo que más me ha llamado la atención es como cada cual es libre de decidir su felicidad independientemente de las circunstancia que le rodean, y muchas veces los que menos poseen disfrutan más de la vida que los que todo tienen.
También hemos tenido momentos malos, muy malos, y ya no hablo de los de añoranza, soledad o sufrimiento físico, en varias ocasiones hemos estado en riesgo muy grave, en dos de ellas llegué a tener el convencimiento de que todo se acababa, y no me refiero solo al barco. La primera fue durante el incendio que tuvimos a bordo en Varadero y que conseguimos controlar en el último momento, la segunda cuando un inmenso remolcador casi nos arrolla frente a la costa brasileña, faltaron escasos metros.
Pero no creáis que Aventura Oceánica es solo un emocionante camino de rosas, el día a día es un continuo trabajo y esfuerzo, averías y reparaciones, preparación del barco para cada singladura, trámites administrativos, problemas de la más diversa índole, guardias cada 4 horas, adaptar permanentemente el barco a las condiciones de navegación, y aunque parezca increíble mucho trabajo de despacho (aunque el mío tenga vistas directas al mar), temas logísticos, económicos, patrocinadores, seguidores, medios de comunicación, marketing en redes sociales, y nuestro deseo de compartir al máximo nuestra aventura (mediante el blog, la web, facebook, etc.) me obligan a pasar varias horas cada día frente la pantalla del ordenador, en ocasiones incluso toda la jornada.
Este trabajo se ve recompensado con el gran seguimiento que estamos teniendo, tanto en la red, con más de 6.000 visitas semanales a nuestras páginas y 500 lectores diarios de nuestro blog, como en medios tradicionales. Además de la repercusión en prensa, radio y televisión de nuestra salida, varios medios escritos y en especial radiofónicos, contactan con nosotros periódicamente (Onda Cero, Radio9, Punto Radio, Radio Nacional, etc.). La difusión no solo se limita a medios españoles, a lo largo del recorrido nuestra llegada y proyecto han sido noticia en Republica Dominicana, USA (entrevista en TV), Colombia, Brasil (entrevista en TV a nivel nacional), Uruguay, etc. Todo ello además de presentaciones públicas de la experiencia, reuniones con empresarios, organizaciones deportivas, grupos de seguidores que nos esperan en numerosos puertos, etc.
No quisiera despedirme sin agradeceros a cada uno de vosotros este apoyo, sin vosotros Aventura Oceánica no sería lo mismo, vuestro calor, aunque sea desde la distancia, nos anima y motiva a seguir hacia delante, a enfrentarnos a las numerosas dificultades que a buen seguro nos esperan en el camino.
Dedico este primer año a 3 figuras clave para mí: mis amigos, que desde el primer momento me animaron y apoyaron en esta decisión; mi familia, seguidores incondicionales que se que siempre están conmigo; y Belén, que me ha dado momentos maravillosos, gracias a ella he sentido esta experiencia de un modo muy especial, me ayuda en todo lo que puede y, sobre todo, me ha hecho muy feliz.
Hoy, además de desearos que seáis muy felices, os envío un fuerte beso y abrazo.
Kike
Protegido: Días 361 y 362 (10 y 11/11/2010): Navegando por El Río de la Plata
Días 358 a 360 (7 al 9/11/2010): Uruguay
Era momento de tomar decisiones, y la más razonable parecía ser entrar en Punta del Este, informarnos en detalle y confirmar las posibilidades de refugio seguro en Montevideo, revisar la previsión meteorológica, y en caso de poder ir, zarpar con las garantías de llegar con luz de día.
En torno al mediodía amarrábamos en la marina 4, como siempre, lo primero los trámites de entrada al país, que en este caso no fueron excesivamente laboriosos. Una vez hecho esto comenzamos a analizar todos los datos en detalle para hacernos una composición de lugar y decidir la estrategia para los próximos días.
Con la información que nos habían proporcionado varios seguidores uruguayos de Aventura Oceánica, conversaciones telefónicas, y la actualización de las previsiones, lo tuvimos claro. Lo mejor era permanecer amarrados en Punta del Este durante nuestra estancia en Uruguay y desplazarnos por vía terrestre a Montevideo para conocer la ciudad y a la gente que allí nos esperaba. Dedicamos el resto del día a descansar, gestiones en internet y aprovechar las comodidades de estar en puerto.
Tras leer los comentarios del blog y dar una vuelta por el puerto, me di cuenta de mi error al identificar como una foca lo que había visto navegando hacia allí, en realidad se trataba de una hembra de lobo de mar, siempre se aprenden cosas nuevas. La isla de Lobos, a unas 5 millas de allí, es una de las principales reservas mundiales de esta especie. Las aguas de la marina están plagadas de ellos, llegan atraídos por los restos de pescado que les ofrecen los pescadores. Los machos son enormes, como de 3 metros y 500 kilos de peso, con pelo largo alrededor de la cabeza. A cada uno de ellos le acompaña un harén de 3-4 hembras, de inferior tamaño y más parecidas a las focas 😉
El lunes a las 15 horas tuvimos una entrevista con la cadena uruguaya Radio Sarandí, en el programa Viva la Tarde, no daban crédito cuando les contábamos detalles de nuestra aventura. Más tarde nos encontramos con Sebastián, que nos sigue por el blog desde hace tiempo. Aunque ahora vive en Montevideo es originario de Punta del Este, de modo que fue un excelente guía para enseñarnos la zona y llevarnos a cenar una excelente parrilla.
Punta del Este ha tenido un importantísimo desarrollo inmobiliario estos últimos años, enormes torres de apartamentos flanquean sus preciosas playas. Esta visión difícilmente impresiona a dos valencianos, sin embargo no toda es así. Existen numerosas zonas residenciales en las que la perspectiva es completamente diferente, casas de ensueño diseminadas en extensas zonas verdes plagadas de vegetación, curiosamente casi ninguna de ellas vallada. En esta época del año es muy tranquila, aunque en breve, con el inicio del verano, se llena de turistas de los países del alrededor, cambiando radicalmente de aspecto y ritmo de vida.
Al día siguiente temprano nos trasladamos a Montevideo en coche. Por el camino pudimos observar el paisaje de este país, en el que la agricultura y ganadería tienen un peso muy importante. Me llamó la atención sus datos demográficos, unos 3 millones de habitantes en total y prácticamente la mitad de ellos residen en su capital, la densidad de población en el resto es muy baja.
Fue gracioso encontrarnos paseando por sus calles una sede del PSOE, con retrato de Zapatero incluido. Tras una vuelta por el centro nos dirigimos a la Ciudad Vieja, la zona histórica, pegada al puerto. Allí quedamos para comer con Valentina, que nos llevó al Mercado del Puerto, donde curiosamente lo que se come es carne a la brasa en los numerosos restaurantes bajo la estructura metálica en común del antiguo mercado. La anécdota graciosa es que parece ser que los materiales para su construcción llegaron allí hace casi siglo y medio por error, puesto que iban dirigidos a Santiago de Chile, donde hay uno exactamente igual, pero este de pescado.
En breve se unieron a nosotros Nilmo y Sebastián, todos juntos subimos hasta el Cerro de Montevideo, desde donde pudimos contemplar una espectacular vista de la ciudad y su puerto.
Más tarde nos desplazamos en grupo a Puerto del Buceo, donde se concentra la náutica deportiva, allí encontramos a Eduardo, que también sigue nuestras andanzas a través de internet. Horas de agradable conversación dieron para muchas anécdotas, bromas, detalles de la vida en Uruguay y consejos para la navegación por El Rio de la Plata, que tiene sus peculiaridades. Me hizo gracia encontrar al Charrua en su varadero, todos aquellos que hayáis leído el libro «Hasta donde el viento me lleve» sabréis de lo que hablo, un uruguayo que estuvo dando la vuelta al mundo en este velero durante 38 años. También escuchamos la historia de un ruso que llegó navegando hasta allí con un velerito de poco más de 3 metros, construido por él mismo en el balcón de su casa, alucinante ver las fotos, no quiero imaginar afrontar los mares que hemos pasado con esa embarcación.
A las 10 y media de la noche reemprendíamos camino de vuelta a Punta del Este, los planes eran zarpar al mediodía del miércoles, tras una entrevista que teníamos concertadas con el Canal 7 de la televisión uruguaya.
Por el camino reflexionamos acerca de la excelente jornada que habíamos tenido, por lo visto, conocido y aprendido, pero sobre todo por la acogida de estos nuevos amigos, nos sentimos orgullosos de encontrar gente así por el mundo, y de que el vínculo que los haya unido a nosotros sea nuestro sueño, ese desafío que día a día vamos viviendo.
Sed felices.